«Hasta la dignidad de morirse no las han quitado». Ese es el sentimiento colectivo que embarga a los dolientes cuando deben olvidarse del momento que viven al enterrar a un familiar y preocuparse por conseguir no menos de 500 mil bolívares para darle sepultura. Dayana Uzcátegui asegura que lo peor, en su caso, fue ver a su hermano metido en una urna de madera «enclenque» porque no tenían para pagar más por una mejor. Incluso, el acto velatorio duró tres horas porque el material del féretro no aguanta tanto tiempo con el cuerpo dentro.
La fabricación de las urnas de metal o latón quedó en el pasado. Ahora, debido a la situación económica del país, se fabrican con láminas de madera compuesta, conocida como MDF por sus siglas en inglés. Se calcula, solo en Maracaibo, que alrededor de 250 carpinterías se dedican a la fabricación exclusiva de los féretros por obligación. Según Alfonso Ramírez, carpintero, el trabajo habitual de muchas carpinterías bajó un 85 por ciento en lo que va de año, por lo que el cambio de rubro dentro de su taller le permite sobrevivir a la crisis.
La llamada «tapita» es considerada la urna más económica del mercado, si se puede considerar económico el hecho de que su costo sea el equivalente a un salario mínimo. Los fabricantes aseguran que la producción exigida para las funerarias es entre 80 y 100 ataúdes mensuales y ahí es donde ven la ganancia. Aunque la producción es mucha, la ganancia por cada caja es de apenas el 10 por ciento del costo total de producción, esto varía según las medidas de la urna y su modelo. Sin embargo, cuando de creatividad se trata los carpinteros se las ingenian para hacer cada vez más llamativas las urnas. Al mayor, los precios van desde nueve mil hasta 50 mil bolívares. Costos que las funerarias triplican para su venta final.
Costos
Producir urnas de MDF, también es costoso. Una lámina puede costar entre 10 y 25 mil bolívares. Para fabricar un ataúd de adulto se necesitan cuatro láminas. La materia prima básica que también escasea y que en el último mes incrementó su precio seis veces, requiere tres manos de sellador, goma blanca, clavos, pintura y brillo. «Aquí usamos pintura para exteriores y la disolvemos con gasolina para que cubra, rinda y resista», dijo Neguel Aparicio, fabricante.
Algunos calibres de MDF desaparecieron del mercado. Un ejemplo son los de 18 y 25 milímetros, los más gruesos, muy demandados para fabricar las bases de los cajones y las tapas. Ambos son, prácticamente, el soporte de la urna. Mientras que el de nueve milímetros está escaso, al parecer, por falta de químicos para producirlo. Los modelos que se encuentran son de 15 y 12. Pero no solo la materia prima escasea, también el tiner, el sellador, los clavos, la goma e incluso, el plástico con el que se forra el cajón.
Valmore Maldonado, representante de una funeraria, aseguró que las urnas de madera y de lata se acabaron, por eso las exigencias de las funerarias también han tenido que ajustarse a las tendencias actuales.
Desventajas
Aunque comparado con un cofre de latón, el de madera es más económico, el MDF no es igual de resistente. Los riesgos que corre el doliente son varios. El contacto de los líquidos del cadáver con la madera puede aflojar las láminas, dejar que los mismos se filtren y caigan al suelo o en el extremo no soportar el peso del cuerpo y ceder. Ante estos posibles accidentes los fabricantes tomaron sus previsiones. Las urnas son forradas con una lámina de vinil para mantener aislado el cuerpo dentro del cajón y le hacen una cama de aserrín para que absorba la humedad del cuerpo.
Carlos Urrutia, fabricante de estos féretros, comentó que hace un mes unos familiares le compraron una urna de emergencia porque su familiar cayó en media sala porque la que tenían se rompió. El carpintero asegura que sus «productos son fuertes y resistentes porque van reforzados en las agarraderas y en la parte de abajo para que aguanten el peso». Aunque lo recomendable es que el cuerpo no permanezca más de un día dentro del féretro.
El mercado
Danny Carruyo, quien tiene dos meses fabricando urnas, explicó que en su caso decidió trabajar directamente con las funerarias y no venderlas al detal. Sus productos son adquiridos para actos fúnebres, catalogados como Tipo A, es decir para personas de altos recursos. Por lo que las exigencias de las casas funerarias son mayores en cuanto a calidad y acabado del producto. Entre 120, 150, 180 mil bolívares cuesta un ataúd de esa calidad.“Hay que buscar otras opciones porque la carpintería no da”.
Aseguró que la urna que más se vende es la de niños. “La gente viene directo de los hospitales a comprar la urna. La mayoría viene por cofres pequeños para niños recién nacidos y ellos se encargan de la funeraria”.
Para Neguel Aparicio que ha trabajado “toda la vida” como carpintero, asegura que hoy en día “una puerta, un gabinete o un closet puede esperar, pero un muerto no. Es como la comida tampoco puede esperar”. Por eso decidió convertir la cuarta generación de su negocio familiar, la carpintería, en una fábrica de urnas. “Estamos haciendo un solo modelo estandarizado. Que se adapte a las necesidades para la descomposición del cuerpo”.
Para él este, es un negocio rentable porque “lamentándolo mucho uno va a los hospitales y no hay nada, por eso hay más mortalidad. La gente se está muriendo porque no hay medicamentos ni comida, por eso viendo que las muertes están aumentando, decidimos meternos en este negocio”.
Antes de tiempo
Los fabricantes de urnas en Maracaibo están alarmados. Aseguran que los habitantes comienzan a comprar urnas antes de morir. “muchos compran la urna y la guardan en su casa para cuando les llegue el momento o a algunos de sus familiares, antes de que aumenten”. También hay quienes las apartan y las van pagando “cómodamente” cuando tienen familiares en niveles de salud crítico como el cáncer o el VIH.
Diario La Verdad
