Hubo varios entrantes fríos y calientes, puestos gastronómicos y recena durante el baile.
¿Qué sería una boda sin una gran fiesta para celebrarla? Kiko Rivera e Irene Rosales han reunido para su día más especial a un buen número de familiares y amigos que brindaron con ellos por su felicidad y les acompañaron en esta jornada que puso un broche de oro a su unión. El escenario de este “sí” fue la Hacienda Los Parrales, situada en la localidad sevillana de Sanlúcar la Mayor, un entorno inigualable con unas bellas vistas y preciosos jardines de palmeras, que acogieron el banquete que se ofreció a los 325 invitados.
Después de la boda, cuando la luz del atardecer bañaba la hacienda, se sirvió el cóctel, con música de jazz de fondo y varios puestos gastronómicos. Degustaron veinte aperitivos, entre los que había un variado de quesos, ensaladilla de ventresca de atún, ajoblanco de coco con confit de pato desmigado, tartar de salmón, esférico de foie, salmorejo y brochetita de pulpo y patata. Estos se sirvieron fríos. Entre los calientes había saquitos de queso, puerros y langostino, croquetas de confit de pato y puchero, ravioli de langostinos con crema de boletus, cazuela de arroz negro y de arroz con langostinos, cartuchito de “pescaíto” frito, cazuela de rissoto, plancha con brochetitas de pollo, morunos y de langostino, plancha de brochetitas morunas y de brochetitas con langostinos.
Exquisitos entrantes tras los que sirvió la cena, cuando ya caía la noche, en otro de los patios de la finca. En las treinta mesas los invitados encontraron, nada más sentarse, una sorpresa y es que la celebración estaba llena de detalles personalizados. Como primer plato había una crema de bogavante con caviar de aceite de Oliva, después se sirvió solomillo de buey con salsa de chalotas glaseadas al vino tinto y parmentier trufada y varios postres, coulant de chocolate con helado de vainilla de Madagascar y milhojas de nata sobre crema inglesa y frutos rojos. La pareja tuvo además una gigantesca tarta de cinco pisos. Todo ello regado con vinos de D.O. Rueda y D.O. Rioja y, por supuesto no podía faltar, cava para brindar por la felicidad de los recién casados.
Una vez finalizado el ágape comenzó el baile, en el que hubo un escenario para las actuaciones. Para endulzar la noche, había puestos con golosinas, una recena y cócteles especiales. Todo pensado para que novios y asistentes pasaran una velada inolvidable.
Fuente: hola