Antes de esta temporada, Santiago Villegas, corredor del equipo de futbol americano de la preparatoria Lake Travis, había solicitado la camiseta con el número 1. Él anticipaba que el equipo de los Cavaliers llegaría hasta el campeonato este año.
Su entrenador, Hank Carter, también esperaba que el bajito pero robusto jugador jugara un papel central en la ofensiva del equipo. Villegas, quien mide 5 pies, 8 pulgadas y pesa 171 libras, ya había demostrado su valor y determinación, ganando 955 yardas y sumando 13 anotaciones la temporada pasada con el equipo de Lake Travis. Esta temporada se perfilaba la oportunidad para Villegas de dejar una huella en el campo.
Pero todo cambió este verano cuando él y su madre, Yasmin García Sánchez, regresaron a la ciudad de Toluca, México, para unas vacaciones. Después de un mes, Villegas permanecería en México después de que los funcionarios de inmigración de Estados Unidos le negaran la renovación de la visa de estudiante a su madre, con ello bloqueándole a él también la entrada.
“Me sorprendió que nuestra solicitud fuera rechazada”, dijo Villegas por teléfono desde Toluca. “Mi madre y yo hemos pasado por el mismo proceso (de obtención de visas) durante tres años. Sentí que mi sueño de jugar futbol en Estados Unidos había sido desterrado”.
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