Algunos casos de infertilidad femenina sin causa aparente podrían ser generados por un el «Virus del Beso», una clase de herpes que se transmite por saliva a través del beso o por compartir cubiertos, vasos o la bombilla del mate, reveló un estudio publicado recientemente por la italiana Universidad de Ferrara.
El virus, denominado HHV-6A, pertenece a la familia de los herpes y suele presentarse en niños pequeños y ser responsable de enfermedades eruptivas como la rosácea, aunque también se lo vincula con enfermedades como neumonitis, miocarditis, esclerosis múltiple y trastornos inmunitarios.
Como es sabido, existe un porcentaje de mujeres con problemas de infertilidad cuya causa aún no pudo ser identificada por la ciencia, por lo que un grupo de microbiólogos y especialistas en obstetricia y fertilidad investigaron qué tipos de virus estaban presentes en el aparato reproductor de un grupo de mujeres.
Los procedimientos, además de extracciones de sangre y otras evaluaciones, incluyeron ‘aspiraciones’ en el endometrio para medir marcadores de posibles virus, ya que muchas veces esos gérmenes se alojan en las células que están en el cuello del útero.
Como resultado del ensayo se descubrió que el 43 por ciento de aquellas mujeres cuya infertilidad no era explicable presentaba el virus HHV-6A en las células de la pared del útero.
En contrapartida, analizaron a un grupo de control compuesto por mujeres fértiles y en ninguna de ellas detectaron el virus.
«Se trata de un hallazgo preliminar que puede ser importante para entender y tratar algunas situaciones de infertilidad no resueltas, ya que conocer las causas es el primer paso para el abordaje terapéutico», dijo a Télam Ester Polak de Fried, médica especialista en fertilidad y directora del Centro Especializado en Reproducción (CER).
La experta agregó que si se logra establecer «definitivamente» que ese virus es la causa de infertilidad en ese porcentaje de mujeres, «estaremos un paso más cerca de desarrollar un tratamiento específico que resuelva o prevenga la afección».
El herpes virus humano tipo 6, ó HHV-6A, fue descubierto en 1986 y además de su vinculación con eruptivas infantiles como la rosácea se lo encontró en casos de neumonitis, miocarditis, esclerosis múltiple y trastornos inmunitarios, entre otros.
Si bien aún no se cuenta con medicación específica para combatirlo, se sabe que es sensible a los tratamientos contra un grupo de virus similares genéticamente, llamados citomegalovirus (CMV).
Según la hipótesis planteada por los investigadores, la infección por ese virus desencadenaría una serie de reacciones que afectan los niveles de un tipo de células (las NK, Natural Killers) que desempeñan un rol fundamental en la interacción entre el embrión y el útero materno en el momento de la implantación.
Los científicos observaron un nivel elevado de citoquinas, unas proteínas que tienen un papel preponderante en la concepción, y de la hormona estradiol, lo que podría potenciar la infección.
Respecto de la metodología del trabajo, Polak, quien también es docente de Ginecología y Endocrinología Reproductiva de la Facultad de Medicina de la UBA, explicó que «se tomó a un grupo de 30 mujeres con problemas de infertilidad, se las estudió detenidamente y se descartaron en primer lugar todos los trastornos conocidos».
«Paralelamente se incorporaron a la investigación 36 mujeres fértiles que conformaron el grupo de control, y a todas les extrajeron sangre y les hicieron aspiraciones endometriales para luego dosar hormonas, inmunomoduladores, marcadores implantatorios y aquellos indicadores que pueden generar infecciones microbiológicas», detalló.
Y continuó: «Al evaluar los resultados llegaron a la conclusión de que la presencia del virus HHV-6A en el 43 por ciento de las pacientes con infertilidad sin causa aparente, podría ser precisamente la causa».
«Por ser el grupo de estudio relativamente acotado y tratarse de un primer acercamiento a la temática, debemos esperar nuevas investigaciones antes de atribuir con certeza la causa de infertilidad a ese virus, pero como primera conclusión no deja de ser un hallazgo», completó.
El Intransigente