Es absolutamente impensable que una tortuga, por más ventaja que se le conceda, haya podido vencer en una carrera a un atleta veloz como Aquiles, el de los pies alados. La paradoja de Zenón no es más que un falso razonamiento para negar la posibilidad de movimiento.
Sin embargo, las muy feas comadres del CNE, que se mueven a paso de tortuga cuando deben cumplir con derechos que incomodan al régimen, pero que se espitan como liebre y vuelan ciegas como murciélagos cuando las azuza Maduro –¿quiénes vieron o escrutaron los 12 millones de rúbricas que el jefecillo aseguró arriar en cajones a Panamá para exigir a Obama que exonerara de culpa a los delincuentes de camisa roja que están en la mira de la justicia estadounidense?– parecen convencidas de que la aporía del filósofo es una monumental verdad e intentan darle razón en la práctica, tal como se está viendo con su desaprensivo desempeño en la validación de firmas para finiquitar la primera fase del proceso de revocación.
Que son cegatas de mala fe o se hacen la vista gorda, queda palmariamente demostrado cuando las bandas oficialistas provocan incidentes en los centros de validación a fin de inculpar a los peticionarios de la remoción presidencial, deslegitimar la causa y suspender la verificación.
Para comprobar que son sordas, bastan las noticias que informan del caso omiso que hacen de las solicitudes de ampliación del número de captahuellas y de los puntos de confirmación. A las fallas de visión y audición, sumemos la soberbia y la mala fe y nos daremos cuenta de cuál es el equipo detectado por el mediatizado radar del árbitro para canalizar sus tramposas apuestas.
Claro que sabíamos de qué eran capaces esas rojas brujitas y brutitas, y que de ellas podía esperarse todo lo que está sucediendo y mucho más; ocasiona, no obstante, estupor una iniciativa que debería figurar en la historia universal de las trapisondas y triquiñuelas electorales, con rango equivalente al del fraude.
Nos referimos al “arrepentimiento”, posibilidad que el CNE ofrecía a los suscritores para que retiraran sus firmas con la velada amenaza de incluirlos en nuevas listas de Tascón. No les funcionó la extorsión. Ridícula es la cifra de quienes golpearon sus pechos en tan infamemea culpa.
Lo que en esta oportunidad queda claro de toda claridad es que el poder electoral seguirá torpedeando la iniciativa popular. En tal sentido, es pertinente la opinión del periodista Eugenio Martínez, especialista en temas electorales, quien estima que el CNE tiene 20 días para verificar y auditar las huellas de los ciudadanos que ya ratificaron la autenticidad de sus autógrafos; por eso la oposición está tratando de que vayan a validar mucho más firmantes que 1% necesario.
Los ciudadanos han desafiado la lluvia, los retrasos y maltratos para que Maduro y los poderes que le son subsidiarios –moral, judicial y electoral– sepan que la cosa es en serio, que la pelea es peleando y que no están dispuestos a tolerar que se pisoteen sus derechos. Al paso de tortuga estilo Tibisay se le debe oponer el paso ágil y firme de los vencedores.
Editorial de El Nacional