Cuando puedes contar tu historia sin derramar lágrimas, sabrás que te has curado por dentro.
Sí, eso es lo que me sucedió a mí. Un día desperté y me di cuenta que ya lo había superado, que hacía mucho que no lloraba y que lo que antes me hacía mal, ahora me hace feliz. Qué loco, ¿no?
Es por eso que escribí esta carta para ese hombre que ya superé que, quizá, debería haber ido a parar a su bandeja de entrada, pero no valía la pena enviársela. Quizá sí valga la pena para ti, amiga lectora, que puedes leerla y saber que tú también has superado a ese mal nacido. Aquí va…
Yo ya me olvidé de ti
Querido ya no tan querido:
Decir adiós cuando se quiere tanto no es nada fácil, quizá por el miedo o porque siempre es difícil despedirse. No sé para ti, pero para mí, la palabra “adiós” es muy fuerte, y creo que hay que pensar bien antes de decirla. Yo lo pensé mucho, demasiado quizá. Antes de decirla en serio, recordé cada cosa por la que habíamos pasado, los momentos buenos, pero por sobre todo, los malos.
También antes de decir adiós hice todo lo posible, y lo imposible también, para que estuviéramos bien. ¿Y sabes qué? No lo logré, porque tú también tenías que poner de ti y no lo hiciste, ni siquiera lo intentaste. No es que te eche todas las culpas, pero me di cuenta que no había sido yo sola la que había cometido errores, sino que tú también. Creo que tienes bien presente en qué te equivocaste, aunque nunca vayas a admitirlo.
Nunca me imaginé que perdernos dolería tanto. Nuestra ilusión creció cada día, desde el momento que nos conocimos, es más, creo que nos volvimos un poco estúpidos. Y hablando de estupidez, solía pensar que era una estúpida por llorar por ti, por haber perdido tiempo a tu lado, por haber dejado que me modifiques la vida, por haber sido víctima de tu egoísmo pero, ¿sabes qué? Hoy ya no me siento estúpida.
Hoy me siento vital, siento que he vuelto a vivir. Te dejé volar y, a la vez, me permití volar. Siento que cada lágrima valió la pena para saber qué es lo que no quiero en mi vida y, créeme,jamás me permitiré tener una relación siquiera similar a la que tuve contigo. Por eso…
Te agradezco
Te agradezco por haber sido un cretino, idiota, egoísta y mal nacido. Te agradezco por haberme dicho adiós porque me ahorraste, quizá, años de sufrimiento. Te agradezco por haberme enseñado lo que no quiero en un hombre y por haberme mostrado cuán idiota una puede ser cuando se enamora de la persona equivocada.
Cuando hablamos por última vez, me dijiste que yo había arruinado todo y que nunca encontraría a nadie como tú. Pues, tenías razón, nunca volveré a estar con alguien como tú, porque merezco más. También te agradezco por haberme hecho dar cuenta de eso.
Y, a pesar de todo, no te deseo lo peor. Ya quité esos sentimientos de mi ser y solo dejé dentro los valiosos, positivos y que me hacen mejor persona. Ojalá y puedas hacer feliz a alguien algún día, porque conmigo fracasaste mucho.
Suerte y adiós. Ah, no, cierto que adiós ya te dije hace tiempo.
Esta es una carta para el hombre que ya olvidé y que espero no tener que recordar nunca más. Si te gustó, compártela en las redes para que más mujeres entendamos que el adiós que ellos nos dan, es una puerta abierta para dejar de malgastar nuestra vida.
iMujer