Los jardineros juegan con las combinaciones de colores. Los jardineros juegan con las combinaciones de colores.
Como cada primavera, el jardín floral más importante del mundo, abre sus puertas. Hasta el 16 de mayo podrán apreciarse, en sus 32 hectáreas, 800 variedades del objeto más identificable de los Países Bajos.
La historia del jardín primaveral más hermoso y colorido de Europa arranca en realidad a miles de kilómetros de la pequeña localidad de Lisse, situada a media hora de Ámsterdam. Mientras docenas de visitantes hacen cola en la puerta de entrada de Keukenhof Park o se arremolinan con sus cámaras junto a las flores más llamativas, es curioso pensar en el vacío y la soledad de las lejanas montañas de Tian Shan, al noroeste del Himalaya
Fue allí donde empezó todo. Fue allí donde los turcos encontraron los primeros tulipanes en el siglo XI y los extendieron por el imperio otomano hasta llegar a convertirse en las flores preferidas de los sultanes. Su nombre deriva de la palabra turbante, dada la semejanza entre ambos cuando la flor está aún cerrada. Desde allí llegaron a los Países Bajos a finales del siglo XVI, como preciado botín de los botánicos que formaban parte de las grandes expediciones de la llamada Edad de Oro holandesa.
Aunque el parque solo estará accesible hasta el próximo 16 de mayo, conviene no apurar hasta el último momento si se desea ver los campos en pleno esplendor. Se calcula que las mejores semanas para visitarlo son la última de abril y la primera de mayo. Pero es difícil determinar con precisión, todo depende de cómo haya sido el invierno.
Para un recorrido memorable
Parecen pintados a mano.
Si se visita demasiado pronto, algunos de los siete millones de bulbos plantados meses atrás todavía no habrán dado flor. Si ya está bien entrada la primavera, el visitante puede encontrase con más tallos cortados de los que tenía previsto ver. En cualquier caso, parece imposible no quedar fascinado en un jardín que recibe en sus escasas semanas de vida anual la visita de unas 800.000 personas, la mayoría extranjeros, y que es una verdadera delicia para los amantes de las flores y las plantas. E incluso para quienes no les prestan demasiada atención.
La visita ideal tal vez consista en dejarse llevar por esos senderos de colores sin rumbo fijo que parecen pintados. Hay momentos en que uno tiene la sensación de que camina por las páginas páginas del perfecto manual de jardinería. Sí, los jardines son exactamente iguales a los que aparecen en esas fotos publicitarias que se utilizan con frecuencia para promocionar el país. La compañía perfecta, un día soleado, merece la pena ver la previsión del tiempo y asegurarse un día sin nubes. En los pies, calzado cómodo.
Lo mejor es simplemente pasear, observar y pasear, disfrutar. Hay dos puntos que permiten asomarse al exterior del recinto y contemplar esas enormes extensiones colindantes plantadas de tulipanes. Grandes franjas rojas, moradas, amarillas. Los Países Bajos son el primer productor mundial de flores, con más de cuatro mil millones de bulbos cultivados en una superficie de diez mil hectáreas. Keukenhof es un magnifico escaparate para ver sus diferentes tipos.
Mosaicos temáticos
Hay 800 variedades de tulipanes en el parque.
El observador curioso se fija en algunos nombres que acompañan los cientos de variedades plantadas: Ronaldo, Match point, Vaya con Dios… Interesante. Pero no solo hay tulipanes, también hay otras flores de bulbo como jacintos y narcisos.
La atracción más visitada y fotografiada de todas es el gran mosaico formado por miles y miles de tulipanes que cada año presenta una escena relacionada con el tema elegido. Este año se han utilizado 100.000 flores de bulbo para representar un barco mercante entrando en los canales de Ámstedarm, con sus elegantes casas a los lados. Se trata de una imagen simbólica de la prosperidad, el desarrollo del comercio, la ciencia y las artes en el siglo XVII conocido como la edad de oro holandesa.
El complejo consta además de 4 grandes pabellones, con nombres relativos a la familia real. El Pabellón Beatriz expone en la actualidad la mayor muestra de orquídeas del mundo, con algunos ejemplares realmente extraordinarios. El pabellón Juliana relata la historia del tulipán y explica como cultivarlos.
Más que flores
Keukenhof presenta cada año un aspecto diferente. Desde hace 67 temporadas, los jardineros juegan con las combinaciones de colores, variedades y disposición de las plantas en un espacio de 32 hectáreas que en otro tiempo albergó la huerta y los campos de caza que surtían la cocina de un castillo cercano. De ahí viene su nombre: el jardín de la cocina. La señora de la cocina en cuestión no era precisamente una adorable dama cuya vida transcurrió entre pucheros.
Tulipán ya abierto.
Se trataba más bien de una real hembra (hoy diríamos mujer alfa) llamada Jacoba van Beieren, dueña de las tierras donde hoy se levanta este espléndido jardín y protagonista de una peculiar biografía que incluye cuatro matrimonios, un exilio, algunos años en prisión y una prematura muerte por tuberculosis. Al fallecer la condesa en 1436, sus propiedades pasaron por diferentes manos hasta que los Barones Van Pallandt encargaron en 1857 al paisajista Zocher, uno de los más célebres de Holanda, el diseño de un jardín al estilo inglés, que básicamente es el que hoy perdura.
Dada la creciente afluencia de visitantes que acude al jardín, la próxima primavera estrenará un nuevo edificio de entrada y nuevos servicios al público, como tiendas y restaurantes. Ojalá incluyan una pequeña librería dedicada a los jardines y a la fascinante historia de los tulipanes. Ese es quizá su único punto débil: los recuerdos prácticamente se limitan a magnetos para neveras, tazas, gorras, corbatas. Con muchos tulipanes, eso sí.
Ocholeguas.com