El rector de la Unimet asegura que a pesar de los incrementos en matrículas igual tienen dificultades para acceder a bibliografía
El déficit presupuestario que afecta a las universidades públicas, y que se tradujo en falta de insumos y equipamiento para trabajar, así como bajos salarios para los profesores golpean también a las instituciones privadas que dependen de la matrícula que pagan los estudiantes, asegura Benjamín Scharifker, electroquímico, rector de la Universidad Metropolitana y secretario de la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios.
—En el último año las universidades públicas se paralizaron por conflictos laborales y por falta de presupuesto que obliga a cierres técnicos. ¿Cómo están las instituciones privadas?
—Las universidades privadas no han llegado a los extremos de tener que pararse por falta de recursos porque han ajustado la matrícula de sus estudiantes, pero hay ciertos insumos que no se consiguen como la bibliografía y equipos reactivos. Hace falta divisas. Los salarios se rezagan con respecto a la inflación porque nosotros no podemos ajustar la matrícula al mismo ritmo que va la inflación.
—Las altas matrículas de las universidades privadas han sido una queja recurrente. ¿Cómo se planifican esos aumentos y en qué se invierten?
—No son aumentos, son ajustes. Serían aumentos si los incrementos fueran superiores a la tasa de inflación que es de 180% anual y los ajustes no llegan a esa cifra. El costo de sostener el funcionamiento de las universidades va creciendo. Eso hace muy difícil al estudiante o al padre cubrir esos gastos, porque los salarios tampoco suben al ritmo de la inflación. Es un juego en el que todos salimos perdiendo. Con las tasas de inflación ni la universidad pública ni la privada pueden sostenerse.
—¿Se ha visto la Unimet afectada por los incrementos en las tarifas de las matrículas? ¿Hay más deudas o menos estudiantes?
—Curiosamente hemos aumentado el número de estudiantes en comparación a los que teníamos hace cuatro o cinco años. Hay varias razones: los esfuerzos que hacemos para ofrecer la mejor calidad posible en programas académicos e infraestructura; estudiantes que podían elegir ir al exterior, optan por quedarse porque ahora es más difícil acceder a divisas, y los paros de las universidades públicas que retrasan las carreras.
—¿Puede incidir también en la elección de una institución privada la disputa entre la Oficina de Planificación del Sector Universitario y las universidades públicas por la asignación de cupos?
—Sin duda. En la Unimet tenemos un examen de ubicación que asigna a los estudiantes en los programas de acuerdo con sus competencias y sus intereses. Pero no tenemos los criterios de condición socioeconómica y de ubicación geográfica que aplica la OPSU. Si un estudiante que está en Barinas quiere estudiar en la Unimet no le ponemos cortapisas. Otorgamos alrededor de 100 becas al año.
—Usted cursó estudios de pregrado en la Universidad Simón Bolívar e hizo el resto de la carrera en el exterior gracias a becas, la primera de ellas otorgada por Foninves. ¿Es posible en este momento hacer una carrera como la suya?
—En este momento no hay la misma oferta de educación pública, becas y financiamiento. Para hacer posgrados en el exterior había varias posibilidades: las becas de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, las del Conicit (Consejo Venezolano de Investigaciones Científicas y Tecnológicas) y las del Ministerio de Minas, que fue a la que yo accedí.
—En una clase sobre liderazgo introdujo la idea del “círculo virtuoso sostenible” para generar conocimientos y transformarlos en capacidades para el desarrollo. ¿Es eso posible en un país en el que la meritocracia pareciera haber dejado de ser bien vista?
—No solo es posible, sino que es imprescindible. Tenemos que convertir los círculos viciosos que tenemos –por ejemplo, el del presupuesto deficiente para las universidades– en un círculo virtuoso de desarrollo sostenible; que generemos conocimiento para volcarlo hacia la producción y que se traduzca en más recursos. La clave es incorporar el conocimiento y la capacidad humana.
—Como científico, ¿cuál cree usted que es el estatus de la ciencia en Venezuela?
—Nuestro aparato científico y tecnológico está muy mal ubicado en la región. Fuimos el primer país del mundo que eliminó la malaria como enfermedad infecciosa. Ahora nos superan en generación de conocimiento países como Colombia, Perú, Cuba. Nos rezagamos a fuerza de políticas públicas equivocadas, de desinversión, de desviar los recursos a otros fines primordialmente ideológicos.
EL DATO
La Superintendencia de Costos y Precios Justos anunció que 11 universidades privadas serán sometidas a un proceso de verificación pues aumentaron hasta 400% el precio de las matrículas. Entre las instituciones investigadas están las universidades Católica Andrés Bello, Santa María, Yacambú, institutos universitarios de Tecnología Antonio José de Sucre, José María Carreño, Nuevas Profesiones, entre otros.
Fuente:el-nacional.com