El narco-oficialismo perdió la paciencia ante el nuevo clima de expresión que impera en la Asamblea Nacional y ha decidido apelar al sabotaje como una manera de acallar las denuncias que saltan desde todos los sectores de la sociedad.
En los últimos 17 años los rojo rojitos han acusado falsamente de saboteadores a la oposición y hoy la ocasión la pintan calva para devolverle a estos ladrones, que alardean de su maestría y posgrado en corrupción, que quienes están empeñados en ensuciar y hacer desaparecer cualquier proyecto político que se apellide socialismo son sus jefes militares y civiles, mentirosos de oficio que asaltaron el poder para “limpiar” la administración pública.
Hoy sabemos que hicieron una limpieza tan a fondo que no dejaron ni un milloncito para comprar medicinas para los niños con enfermedades graves, ni para los ancianos con cáncer, diabetes o hipertensión, valga decir, que sólo dejaron dos inevitables salidas: la muerte y el cementerio.
Es como si la culpa de los disparates que los médicos cubanos cometieron con Hugo Chávez y que lo llevaron a la tumba la tuviera que pagar el pueblo venezolano que ni arte ni parte tuvo en esa mala praxis. Tal vez Fidel no sabe mucho de medicina pero de muertes sí sabe y bastante, con largos años de experiencia.
Pero volviendo a lo ocurrido ayer en la Asamblea Nacional, la autodenominada izquierda (corrupta y devoradora de la riqueza nacional como nunca antes) decidió que no quería seguir llevando más palo que una gata ladrona, tal como le sucedió a Diosdedo, a Aristóbulo, a Iris Varela, en sesiones anteriores.
De buenas a primeras, tomaron la decisión que les pareció la más efectiva y nazista: cercar a la Asamblea Nacional para impedir el debate sobre la crisis, que es tan necesario a estas alturas, y más cuando ya resulta imposible esconder nacional e internacionalmente el naufragio de Maduro y su destartalado equipo.
Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, suspendió la sesión “tras la negativa de un grupo de seguidores del chavismo a abandonar el recinto, como lo había ordenado la directiva del Parlamento después de reiterados llamados infructuosos al orden interno”. Está muy bien que se haya procedido con cautela y serenidad porque estos grupos mercenarios no actúan sin tener instrucciones concretas de las más altas esferas del poder.
Ramos Allup denunció además que en la sesión de ayer “había gente armada y militares vestidos de civil”. Agregó que “la Guardia Nacional no hizo nada para preservar la seguridad del recinto”. Ni lo hará porque el narco-oficialismo es enemigo de la Asamblea Nacional porque ella encarna la libertad, la derrota del autoritarismo y el fin del pillaje corrupto que dejó al pueblo sin agua, sin medicinas, sin alimentos y sin protección policial.
Editorial del Nacional