Joseph Blatter encarnó durante 17 años todo lo que significa la todopoderosa FIFA, superando infinidad de crisis y acusaciones con su metáfora habitual de “capitán de barco que no abandona en mitad de la tormenta”, pero el escándalo de corrupción que sacude la institución le ha terminado arrastrando.
Dos semanas después de que la justicia suiza le abriera una investigación, el dirigente de 79 años fue suspendido de manera cautelar 90 días, este jueves por la comisión de ética de la propia FIFA.
Esta caída llega tres meses después de que anunciara su dimisión y añadiera que abandonaría el cargo cuando se eligiera a un nuevo presidente, el 26 de febrero de 2016.
La comisión de ética también ha suspendido 90 días a su antiguo colaborador, luego rival y actualmente candidato a su sucesión, Michel Platini, presidente de la UEFA.
La decisión de la comisión está provocada por la apertura por parte de la justicia suiza de un proceso penal contra Blatter por un “pago desleal” de dos millones de francos suizos (1,8 millones de euros) en 2011 a Platini.
Además, Blatter es acusado por la justicia suiza de haber firmado “un contrato desfavorable” a la FIFA con la Unión Caribeña de Fútbol, por el cual cedía en la región, por un valor inferior al precio de mercado, los derechos televisivos de los Mundiales de 2010 y 2014.
Hasta este jueves el suizo se había mostrado inmutable a todo lo que ocurría a su alrededor. En los últimos días había ignorado la petición de cuatro de los grandes patrocinadores de la FIFA (Coca-Cola, Visa, McDonald’s et Budweiser) para que abandonara el cargo.
“Ni un día antes ni un día después, el 26 de febero”, dijo el miércoles, en la víspera de su caída.
Es el último capítulo del conocido como ‘FIFAGate’, el escándalo que estalló el 27 de mayo con la detención de siete dirigentes del fútbol en Zúrich, ya motivó que el 2 de junio, cuatro días después de ser reelegido, anunciara públicamente su marcha, que tenía prevista hacer efectiva en febrero.
‘Jefe de Estado’
Desde su llegada a la cabeza de la instancia suprema del fútbol en 1998, Blatter se ha acostumbrado a un tratamiento digno de un jefe de Estado en sus frecuentes viajes y parecía intocable ante los ataques, pero su situación ha cambiado radicalmente en los últimos meses.
Pero su presidencia ha estado marcada casi desde el día uno por escándalos y guerras internas. Fue elegido como reemplazo de su mentor, Joao Havelange, y desde entonces tuvo que luchar por imponerse como autoridad en una organización acostumbrada a veinticuatro años de liderazgo del brasileño.
Sobre aquel proceso de 1998, el británico David Yallop escribió un libro, “Cómo han amañado el partido”, acusando al equipo de Blatter de prácticas corruptas para asegurarse la victoria sobre el otro candidato, el sueco Lennart Johansson, entonces presidente de la UEFA.
Tuvo un duro reto en 2002 para conseguir la primera reelección, al encontrarse con ataques de varios miembros de su Comité Ejecutivo y del entonces secretario general, Michel Zen-Ruffinen, que hablaron de manipulación de las cuentas del organismo e irregularidades financieras.
Ganó sin problemas (139 votos contra 56) a su rival de aquella elección en Seúl, el camerunés Issa Hayatou, presidente de la Confederación Africana de fútbol (CAF) y que este jueves ha sido nombrado presidente interino de la FIFA en sustitución de su antiguo rival.
“Capitán en la tormenta”
Nadie impidió la reelección en 2007, donde fue candidato único, pero hace cuatro años, en el 61º Congreso en 2011, la corrupción fue tema de pasillos y debates antes de la reelección del suizo.
El que iba a ser su rival, el catarí Mohammed Bin Hamman, se vio forzado a retirarse unos días antes de la votación, después de un caso de corrupción por pago de sobornos.
Blatter concurrió en solitario a las elecciones y se autoproclamó “capitán en la tormenta”.
En los últimos años las sospechas por corrupción en la atribución de sedes de los Mundiales de Rusia-2018 y Catar-2022 ha sido uno de sus grandes quebraderos de cabeza. El autor del informe encargado para evaluar la limpieza del proceso, el estadounidense Michael Garcia, llegó a dimitir el pasado mes de diciembre en desacuerdo con las conclusiones efectuadas de su estudio por la propia FIFA.
En las elecciones de mayo ganó la votación al príncipe jordano Ali y debía ser presidente hasta 2019, pero finalmente su marcha se precipitó en tiempo récord.
Un descenso a los infiernos para este exdirectivo de la Federación Suiza de Hockey sobre Hielo, que entró en la FIFA en 1975, cuando era director de Relaciones Públicas y Deportes de una conocida marca relojera.
Desde 1975 estuvo ininterrumpidamente en la FIFA, primero como director técnico hasta 1981 y luego como secretario general hasta 1998, cuando ascendió a la presidencia.
AFP.