Mucho se ha dicho desde que se dio a conocer el regreso de Manuel Rosales a Venezuela y las incógnitas en torno a su llegada no se han hecho esperar, los porqué de su venida han variado en cada sector, a veces cargados de especulación. Hay quienes alegan: “hasta no ver no creer”, como dice el refrán, porque como en el cuento del lobo, en otras oportunidades se corrió la voz sobre un presunto retorno, mientras otros sumergidos en la expectación confían en que con su presencia contribuirá a los cambios en Venezuela.
La verdad de Manuel Rosales es que ante la coyuntura de Venezuela ha decidido dar su aporte en la lucha para salir de la peor crisis que ha vivido el país, la cual no sólo le ha dado un duro golpe al bolsillo de los venezolanos, sino que ha destruido el aparato productivo generando más pobreza, escasez de alimentos y medicinas, inflación, desempleo, mala calidad de vida y la desbordante inseguridad que especialmente nos pone en peligro a todos, primordialmente a los jóvenes que día a día mueren en manos de la delincuencia por motivos tan fútiles como el robo de un celular o un par de zapatos.
Ningún político que se precie de serlo puede quedarse de brazos cruzados ante la realidad del país, es intrínseco en quien se dedica por verdadera convicción y vocación a lo que un día llamó Platón “el arte de vivir en sociedad”, querer vivir y morir por su tierra. Hay un factor decisivo que hizo que Manuel Rosales quisiera arriesgarse a regresar y es la impotencia de ver tantas familias, jóvenes de todos los sectores, muchos de ellos cerebros brillantes, saliendo de su país “porque no hay oportunidades”, porque sienten que no hay futuro, porque las circunstancias han hecho que para ellos “Maiquetía sea la salida”.
Pero, cómo disuadir de la idea de emigrar a un joven que sufre los embates de un país en ruinas, que sale a la calle con miedo porque lo pueden atracar, que ha tenido que dejar de asistir a fiestas o vivir libremente su juventud para evitar ser víctima del hampa, una de esas tantas que se incrementan a diario ante la indolencia gubernamental que todavía rechaza la realidad de un país, donde el nivel de criminalidad es de 82 asesinatos por cada 100 mil habitantes, convirtiéndolo en uno de los más inseguros del mundo. Manuel Rosales no puede persuadir al futuro del país de seguir apostando a Venezuela desde el exilio, eso lo tiene claro, siente que tiene el deber moral de hacerlo, y esa es también razón neurálgica de su regreso.
“Una confabulación desde las altas esferas”
Manuel Rosales viene por amor a la patria, viene no solo con la razón y la verdad por delante, sino con las pruebas que demuestran que fue víctima de una macabra confabulación para sacarlo de la lucha política. Después de más de seis años de exilio forzado e injusto viene de cara al país, viene a hacer valer la verdad, fundamentado en los elementos jurídicos que demuestran que todo fue un plan para lincharlo políticamente.
Así fue que en el año 2004, José Luis Pirela, su principal acusador, solicita que se abra una investigación en contra de Manuel Rosales, en el marco de una maniobra que intentaba evitar que ganara su reelección a la gobernación del Zulia, dicha investigación no tuvo continuidad por falta de pruebas y por ello le fue decretado archivo fiscal en 2006. Sin embargo, la misma fue reabierta en agosto de 2007, casualmente ante otras venideras elecciones.
El pasado mes de julio Pirela confesó ante diversas instancias las presiones que recibía del ex magistrado Aponte Aponte para fraguar el fraudulento proceso penal en contra de Rosales y aseguró: “el juicio es falso y debe ser anulado porque todo fue una manipulación”.
Rosales fue víctima de una cruenta persecución que tenía un objetivo muy claro: evitar que la oposición siguiera ganando terreno con su liderazgo. El mismo que permitió que el estado Zulia se convirtiera por años en el bastión de la oposición venezolana. El liderazgo de Rosales es reconocido tanto por oficialistas como por todos los que han creído en una Venezuela distinta, unida, sin odio, llena de esperanza y entusiasmo, que le brinde felicidad y bienestar al pueblo.
Tras el triunfo de la oposición en el referéndum constitucional y posteriormente la recuperación de espacios importantes en los comicios regionales de 2008, reactivan el caso seguido a Manuel Rosales, con archivo fiscal en 2006, operación dirigida por el ex magistrado Eladio Aponte Aponte, quien años más tarde confesaría ante notaría pública, con documento apostillado (actualmente consignado en la Corte Interamericana de Derechos Humanos), que todo no fue más que una olla montada desde el alto poder para sacarlo del juego político.
La sentencia no tardó en llegar, Rosales tenía orden de captura para ser recluido en La Planta, una cárcel tan peligrosa que años más tarde fue demolida. Ante este panorama, quien fuera gobernador del Zulia sólo tenía una opción: salir del país para resguardar su vida, a solicitud de los sectores democráticos en Venezuela. Es cuando el gobierno peruano otorga en 2009 el asilo territorial a Manuel Rosales, motivado a la persecución política en su contra.
Durante estos años de exilio Rosales no tuvo receso político, siempre ha estado atento a los problemas y necesidades del pueblo y tampoco ha descansado para recabar y demostrar contundentemente su inocencia. Siempre con la esperanza de volver a su patria, a su casa, y de ver nuevamente a los venezolanos a la cara y estrechar sus manos para continuar juntos la lucha.
Tras dos años de profusas investigaciones realizadas por la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), fue descartado su caso. En el año 2012 llegó a la conclusión de que las acusaciones en su contra eran puramente políticas, por lo que fue sacado de la lista de alerta roja internacional.
“Rompamos las cadenas”
Manuel Rosales ha dicho que tiene la obligación de ayudar a romper las cadenas de un régimen que tiene a Venezuela atada, en el pleno siglo XXI, al atraso, el hambre, la violencia y la pobreza, “ante la crisis económica, la angustia, descontento y falta de esperanza, hay que buscar salidas que eviten la violencia y el caos. La lucha y el compromiso es por cambiar y avanzar o fracasar como nación”, ha manifestado reiteradamente el líder fundador del partido Un Nuevo Tiempo.
Ha expresado Manuel Rosales que “Debemos restablecer el verdadero rumbo de lo contrario resbalaremos al precipicio. Es el compromiso de llevar a Venezuela por la ruta del nuevo orden mundial del desarrollo a través de la ciencia, el arte, la cultura, la educación, la ecología, la libertad plena y la justicia en todos los órdenes. A todos nos duele que Venezuela sufra de una grave enfermedad, como un país de las oportunidades perdidas, a pesar de su riqueza natural y recurso humano”.
Siempre Manuel Rosales ha sido firme en su posición de que no desmayará en la lucha por una Venezuela distinta, por lo cual ha decidido dar un nuevo paso en su trayectoria política, quizá el más importante de su vida, porque en sus palabras “en tiempos de crisis todos debemos dar un paso al frente, en especial los líderes políticos, asumir nuestro puesto de lucha, correr los riesgos que sean necesarios para generar esperanza y fe, demostrar que sí hay futuro”.
“La hora del cambio”
Manuel Rosales, en lo personal viene con un importante basamento jurídico, que en democracia debe ser respetado. Vuelve en un momento crucial donde Venezuela se juega el futuro, para contribuir con su liderazgo y experiencia en la lucha política y social, en la reconstrucción del país, y a unir esfuerzos por el cambio que se avecina, en medio del temor que genera su liderazgo en sectores oficialistas.
Es un hombre de retos e ideas claras, hecho de barro venezolano, siempre ha cumplido con la palabra empeñada. Hoy Venezuela esperanzada confía que se haga realidad aquel mensaje que nos transmitió: «No hay un muro, por muy alto que sea, marramucia, ni odio, que puedan impedir mi regreso al país para continuar la lucha por el pueblo».
Llegará con la plena voluntad de luchar en una época en la que se acercan unas elecciones parlamentarias, en las cuales la Unidad espera alcanzar el mayor número de curules en la nueva Asamblea Nacional, para esto se necesita la contribución de todos, y así poder darle respuesta a un pueblo que se encuentra descontento ante la incapacidad del Gobierno Nacional para dirimir los problemas del país.
Es la hora de la grandeza venezolana, el momento de ganar la mayoría en el parlamento para evitar el caos. Manuel Rosales vuelve como un gesto que parafraseándolo “demuestra que el país nos necesita y que no podemos irnos y dejarlo en manos de quienes lo destruyen”.Vendrá y demostrará a los venezolanos con el trabajo y la dedicación de siempre que sí ha llegado la hora… la hora del cambio. La hora de la paz, la reconciliación y la unidad del pueblo.
Nota de Prensa.