Síndromes con nombres extraños, enfermedades contagiosas y raras: los tenistas de la élite mundial no sólo sufren de jet lag o lesiones físicas propias del deporte de alto rendimiento, sino de otros males, derivados a veces de la genética, o contraídos en un torneo.
Muchos de los afectados han tenido que dejar el circuito y otros se mantienen compitiendo, con resultados incluso que le permiten estar en la élite mundial como la estadounidense Venus Williams, quien tuvo una notable actuación en el Abierto de Estados Unidos de 2015.
Venus fue eliminada el martes por su hermana menor Serena Williams, quien debió pelear por tres sets para vencer la resistencia de su pariente.
A la mayor de las Williams, ganadora de 7 torneos del Grand Slam y cuatro medallas de oro olímpicas, le diagnosticaron el Síndrome de Sjögren en 2011, a la edad de 31 años.
El diagnóstico apareció justo cuando jugaba el US Open de ese año, del que tuvo que retirarse.
El Síndrome de Sjogren es un trastorno autoinmunitario que daña el nivel de energía, causa fatiga y dolor en las articulaciones, informó AFP.
Venus se mantiene en circuito siguiendo un riguroso tratamiento médico, pues su mal es incurable.
Besos fatídicos
Hay besos que matan y otros que reivindican, pero en este caso el que recibió el sueco Robin Soderling le arruinó la carrera.
Un mes después de ganar el torneo de Bastad, en julio de 2011, Soderling comenzó a sentir frecuentes dolores de garganta, fiebre, falta de apetito, escalofríos y naúseas.
Todo a causa de una mononucleosis que contrajo no sabe cómo, y le llevó al retiro, luego de un intento infructuoso de regreso, a los 30 años de edad.
La mononucleosis infecciosa es causada por un virus de la familia de los Herpes. La transmisión se produce mediante la saliva, siendo el contagio por contacto directo. Por eso, también es llamada la enfermedad del beso, pero se puede contagiar por cualquier utensilio contaminado como vasos o botellas.
Lo mismo le ocurrió a la checa Petra Kvitova, actual N.5 del mundo, pero su mononucleosis fue menos severa y se ha mantenido en el circuito, disputando incluso los cuartos de final del Abierto neoyorquino.
«No he dejado la enfermedad», dijo la actual número cinco del mundo. «Estoy cansada y con sueño. Los médicos me dijeron que esto puede durar semanas o meses, así que tengo que aceptarlo».
Dolgopolov y su bilirrubina
Al ucraniano Alexander Dolgopolov le sube la bilirrubina a cada rato, literalmente, y no como la canción de Juan Luis Guerra. Y todo a causa del Síndrome de Gilbert, una enfermedad del hígado que cuando le afecta le produce esporádicos episodios de ictericia.
Esta patología hereditaria, que fue descubierta hace más de 30 años, tiene como síntomas más destacados la coloración amarillenta de la piel, una gran fatiga y en ocasiones un dolor punzante en el hígado.
El síndrome de Gilbert está relacionado con un elevado nivel de bilirrubina en sangre y en muchas ocasiones aparece a consecuencia del propio jet lag que causan los largos viajes en avión, el pan nuestro de cada día para un tenista profesional.
En los últimos años, Dolgopolov ha estado entrando y saliendo del hospital, y de los torneos. En este US Open fue eliminado en primera ronda.
Fish, pescado por los nervios
Mardy Fish no sabe explicar por qué le suceden frecuentes ataques de pánico. Tan intensos, que le obliga a recluirse en su casa y le provocan arritmias cardícacas que ya lo llevaron al quirófano.
Pero sí recuerda la primera vez que le dio uno. En septiembre de 2009, horas antes de jugar contra Roger Federer la cuarta ronda del US Open. Camino al complejo en Flushing Meadows lo paralizó un ataque de pánico.
«Estoy a horas de jugar contra el mejor de todos los tiempos, con la posibilidad de conseguir el mejor resultado de mi vida, en mi torneo favorito, pero no pude hacerlo, algo hizo click y arruinó mi carrera», recordó Fish la semana anterior, cuando anunció su retiro del tenis, a los 33 años.
Llegó a estar entre los ocho mejores jugadores del mundo, pero tras ser diagnosticado con un Desorden de Ansiedad, se vino abajo su carrera.
El Universal.