No hay producto alimenticio o de limpieza que dure en los anaqueles, es más no llegan a estar ni un minuto en los estantes ya que los ansiosos compradores están en las puertas de los establecimientos horas antes de abrirse.
Son muchas las personas que se preguntan en tono de crítica edulcorado con sarcasmo ¿y por qué hay tantas colas para comprar alimentos si la frontera está cerrada?.
Y es que a 20 días del cierre total de la frontera, calificada como la más viva de Latinoamérica, los consumidores comentan -no sin preocupación- que en todos los supermercados y establecimientos permanecen las kilométricas colas de personas cuando venden productos regulados, pese a que en la última semana se han visto más abastecimiento pero no hay producto alimenticio o de limpieza que dure en los anaqueles, es más no llegan a estar ni un minuto en los estantes por la alta demanda en espera.
Cuando se habla de contrabando hacia Colombia, una de las causas generadoras del bloqueo fronterizo por el lado venezolano, dos productos saltan a la mente de los tachirenses y gobernantes: gasolina y alimentos. De la carencia de ambos se ha padecido, y bastante, en esta región tachirense. Es por ello que las personas repiten con razón ¿si está cerrada la frontera?
La gasolina no se come, pero…
“La gasolina no se come” han dicho varios dirigentes políticos para explicar de forma irónica que hay gasolina sin colas en este estado fronterizo pero para comprar alimentos hay que hacer largas filas, y es muy cierto, pero no se debe soslayar el alivio que se siente llegar a una gasolinera y escoger, sin previa cola, en que surtidor echar el hidrocarburo al vehículo. Contentura que se obtiene luego de tantos años con crisis cíclicas para hacer algo tan simple como llenar un tanque.
Los billetes tampoco se pueden ingerir, pero también es satisfactorio llegar a una cajero automático y no encontrar filas de personas, hasta de una hora o más, y observar a personas hasta con diez tarjetas retirando dinero de los dispensadores automáticos.
La gasolina ya venía normal en la mayor parte del estado pero con el cierre fronterizo las colas llegaron a cero en el mero límite como es San Antonio y Ureña y las de San Cristóbal están totalmente descongestionadas.
Las filas para obtener efectivo se acabaron. Los dispensadores automáticos lucen con pocas personas lo que viene a ser un resultado del cierre, pues quienes negociaban los billetes de 100 bs y 50 bs no los pueden pasar al país vecino, por lo menos con la facilidad que lo hacían.
¿Ajá y los alimentos? Comentan muchos señalando las inocultables colas que se acentuaron en todo el país desde el dos de enero del presente año, pero que los tachirenses ya tenían su maestría en las mismas y ya se va para el doctorado en filas de todos los tamaños y formas.
Por lo menos en esta frontera desde hace meses que pasan los 12, los productos de primera necesidad con la característica de subsidiados parecían no alcanzar para todos. Este fenómeno en todo el país se inició este año y en el Táchira se acentúo a su máxima expresión.
El empresariado y entendidos de la materia advierten no hay producción nacional siendo una de las principales causas el racionamiento de divisas para los insumos. El gobierno no admite esta tesis y habla de la guerra económica incentivada por intereses en EEUU, Colombia y España.
La situación nacional en el Táchira tiene otra arista: contrabando, el bachaqueo hacia Colombia pero también el bachaqueo interno.
Que miles de productos pasan a Colombia no debe extrañar a nadie. No había sino que cruzar el puente y ahí mismito en La Parada aún se ven todos los artículos que en el Táchira escasean y por los que la gente literalmente muere: leche, formulas infantiles, arroz, azúcar, papel etc.
¿Qué cómo llegan hasta allí? Pues a través de los bachacos que no son otros que personas que por medio de todo tipo de artimañas los pasaban en bolsas, en cuerpo, pagando sobornos, por el puente, por la trocha. Para ellos no hubo ni chip, ni venta por terminal de cédula, ni cierre de noche-madrugada de la frontera que valiera.
Pero hay quienes sostienen, y con mucho racionamiento, que la abundancia de productos venezolanos que hay en el Norte de Santander no puede solo ser obra de bachaqueros: también deben llegar al otro lado en gandolas. ¿Cómo llegan allí, quiénes los dejan pasar, quiénes son los responsables? Las respuestas son muchas y si la saben los consumidores, más aún la deben conocer las autoridades.
Además del contrabando al detal y mayor hacia la frontera también se produce un bachaqueo interno. Hay quienes hacen las colas, compran los productos y luego los revenden clandestinamente o abiertamente.
También se adjudica la crisis de ausencia de productos a los ciudadanos colombianos que tienen doble nacionalidad y compraban aquí por lo económico que les resultada debido al diferencial cambiario: bolívar-peso.
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Fuente: La Nación