Está la memoria procedimental, que afina los músculos para mejorar el acento, la memora declarativa, que es la que permite recordar hechos (al menos 10.000 palabras para considerar que domina el idioma, sin mencionar la gramática).
Lo que es más, a no ser que se quiera sonar como un robot, las palabras tienen que salir sin detenerse a pensarlas: por eso deben estar programadas tanto en la memoria explícita como en la implícita.
Contra la demencia
Ese duro ejercicio mental viene con recompensa: es seguramente la mejor manera de ejercitar tu cerebro.
Numerosos estudios muestran que ser multilingüe mejora la capacidad de concentración y la memoria, y puede servir para retrasar la aparición de demencia en al menos cinco años.
Eso según los estudios sobre inmigrantes de Ellen Bialystok, de la Universidad de York (Canadá).
Aprender idiomas puede contribuir a retrasar la demencia.
Los que hablaban tres idiomas eran diagnosticados con demencia una media de 6,4 años más tarde que los que no. En el caso de los que dominaban cuatro o más lenguas, nueve años.
Los beneficios a largo plazo contrastan además con los juegos para «entrenar el cerebro», que a largo plazo no consiguen mejorar la atención o la memoria.
Aprender de mayor
Hasta hace poco, sin embargo, muchos neurocientíficos se alineaban con la «hipótesis del periodo crítico», según la cual de mayor es prácticamente imposible llegar a dominar un idioma como un nativo.
Pero la investigación de Bialystok sugiere que puede ser una exageración eso de que hay una pequeña ventana de oportunidad en la niñez.
La investigadora canadiense sugiere que más que un punto de quiebre hay un declive gradual.
De hecho, muchos de los hiperglotas reunidos en Berlín llegaron a dominar los idiomas en edad avanzada.
Keeley creció en Florida y en la escuela estuvo en contacto con hispanohablantes.
De niño, solía escuchar emisoras de radio extranjeras, pese a no entender una palabra. «Era como música», dice.
Ahora habla con fluencia 20 idiomas y casi todos los aprendió de adulto. «La hipótesis del periodo crítico es una montón de basura», afirma.
La cuestión es cómo hacen los hipérglotas para dominar tantas lenguas nuevas y, sobre todo, cómo los podemos emular.
Muchos, como Keeley han vivido en numerosos países, adquiriendo los idiomas en el camino, por inmersión.
Para Keeley, no es cuestión de inteligencia: «No es un factor importante, aunque pueda resultar más rápido si se tienen habilidades analíticas».
Camaleones culturales
Su teoría es que aprender un nuevo idioma lleva a la reinvención. «Te conviertes en un camaleón», afirma.
Diferentes idiomas puede también evocar épocas de la propia vida, como descubrió el escritor Vladimir Nabokov escribiendo su autobiografía.
Rusoparlante, la publicó primero en su segunda lengua, el inglés, con enorme dificultad. «Mi memoria estaba afinada en un tono, la musicalidad reticente del ruso, pero fue forzada en otro, el inglés», dijo.
Después decidió traducirla al idioma de su niñez, y en ruso las palabras fluyeron y se dio cuenta de que los recuerdos también.
«Su versión rusa era tan diferente que hubo que traducirla al inglés», señala Aneta Pavlenko, de la Universidad Temple de Filadelfia (EE.UU.).
Algo más que tiempo
La identidad adoptada puede evitar que se crucen las palabras de la lengua materna al construir barreras neuronales entre los diferentes idiomas.
«Debe haber un tipo de hogar en tu mente para cada idioma y cultura y las experiencias relacionadas para que no se mezclen», dice Keeley.
«No es sólo pasar tiempo aprendiéndolo y usándolo. La calidad de ese tiempo en términos emocionales es crítica».
De todos los políglotas, Michael Levi Harris puede ser el mejor ejemplo de esos principios.
Barrera imposible
Con todo, la mayoría está de acuerdo en que no hay que ser demasiado ambicioso, sobre todo al principio.
«Si hay un factor que impide a la gente aprender idiomas de forma eficiente es sentir que tienes que ser como un nativo. Eso es una meta inalcanzable que se pone en el camino de muchos», dice Pavlenko.
«La facilidad para expresarse es lo que cuenta, encontrar la mejor forma de transmitir de manera coloquial».
Otra cosa es que hay que practicar un poco de forma habitual. Tal vez, 15 minutos unas cuatro veces al día.
«Las analogías con hacer ejercicio son muy buenas», dice Alex Rawlings, uno de los impulsores de los talleres de políglotas.
Incluso si estás ocupado o cansado como para estudiar en serio, practicar un diálogo u oír una canción puede ayudar, opina Simcott.
Fuente: BBC