** Hoy, cuando todas las encuestas indican que la intención de voto opositor duplica o triplica la del gobierno, cuando los sondeos más conservadores nos dan una ventaja de 20 puntos, es evidente que el malestar socioeconómico sí está siendo capitalizado política y electoralmente por la Unidad. Y eso es importante, pero no suficiente
Epa, Luis, quihúbole. Escribo esta respuesta pública a tu carta abierta del domingo pasado agradeciendo que hayas escogido este mecanismo como pretexto para compartir con los lectores reflexiones sobre los retos del presente y las interrogantes del futuro. Como afirmas, hay que usar pretextos, excusas para abordar estos temas, no porque sean necesarios en nuestro intercambio personal, ya que nos encontramos con alguna frecuencia y nos decimos las cosas sin anestesia y con amistosa cordialidad. Pero en Venezuela, en este país país que ya se despolarizó pero en el que algunas supuestas vanguardias siguen confundiendo sectarismo con radicalidad, intercambiar razones y argumentos, en vez de consignas o latiguillos, a veces cuesta. Como dice El Ciudadano, “no es fácil”…
Esta novela es otra…
Concuerdo contigo en que la Venezuela que rechaza el proyecto totalitario tiene hoy la mejor oportunidad de los últimos 16 años para propinar al régimen una derrota electoral contundente. Todos los datos (encuestas, focus group, estudios cuali-cuantitativos) lo confirman, corroborando así lo que empíricamente se verifica en la calle: Esta novela es otra, este cuento cambió. A la fórmula mágica que le permitió a Chávez por mas de una década mantener un amplio dominio, le ocurrió lo mismo que a casi todos los medicamentos en estos tiempos: Se agotó, no se encuentra, porque sus ingredientes desaparecieron. Los “principios activos” de esta droga eran dos: Gratificación material y gratificación simbólica. La primera consistía en el uso de los sobrantes de la chequera petrolera para atender requerimientos puntuales de las mayorías empobrecidas, a través de una política social asistencialista y clientelar que convirtió en “favores” lo que en rigor son derechos. La segunda consistía en un discurso demagógico que “visibilizaba” a los pobres, que los “empoderaba” retóricamente, que –en definitiva- atendía a la muy humana exigencia de reconocimiento. Chávez era en un maestro en combinar las proporciones de su fórmula: Cuando se acercaba una elección, aumentaba la gratificación material; Cuando se alejaban los comicios, incrementaba la gratificación simbólica. Y así fue pedaleando, manteniendo el equilibrio de la bicicleta del poder incluso cuando, a partir del 2007, inició la cuesta abajo…
Cambiando la “cara de gol en contra”…
Difiero si en lo tajante de tu afirmación de que “las oportunidades opositoras poco tienen que ver con ella misma y se deben más al deterioro chavista”. Esa es, a mi juicio, una visión “fotográfica” de la política, que capta el instante pero no el proceso. Esa foto registra una obviedad engañosa: “Siendo Maduro tan malo, Diosdado tan rupestre y la crisis tan profunda, si la oposición no ha ganado es porque es demasiado maula ella también”, dice quien agarra el rábano por las hojas. Pero si en vez de ver sólo el fotograma apreciamos la película completa, llegaremos a la conclusión de que para que hoy existan “ventajas opositoras” primero tiene que haber oposición, y hoy existe oposición porque durante catorce de estos 16 años hubo hombres y mujeres que se empeñaron en desafiar un liderazgo “galáctico” que tenía todo el dinero del mundo, todo el poder en un puño, el control de todas las instituciones y popularidad para regalar. Jugando con cara de gol en contra, esa oposición erró y corrigió el rumbo, una, y otra, y otra vez, hasta que fue logrando un conjunto importante de victorias parciales (referendo constitucional 2007, elecciones regionales y municipales del 2008, mayoría del no chavismo en el voto popular en las parlamentarias del 2010, incremento de 30% en la votación opositora en las presidenciales del 2012 y final de infarto en las de 2013), que hoy están a punto de convertirse en una amplia victoria nacional, en un partido que podemos jugar con la serenidad de quien se sabe con el marcador a favor. Como ves, no pretendo “reivindicar” lo hecho por la Unidad en los últimos seis meses, lapso en que he estado al frente de la conserjería del condominio opositor, sino reconocer el inmenso esfuerzo que por mas de tres lustros ha hecho gente que ha peleado en condiciones de amplia desventaja, pero sin cuyo esfuerzo no tendríamos la posibilidad de victoria que hoy ambos reconocemos.
Cambiar “narrativa”… ¡y narrador!
Pero convertir la “posibilidad” de victoria en hecho victorioso, “transformar la energía potencial en energía cinética”, pasa no sólo por un cambio en “la narrativa”, sino por un cambio sustancial en “el narrador”. Hace dos meses, cuando cualquier opinador de oficio era interrogado en radio o TV sobre las posibilidades electorales de la oposición, éste engolaba la voz y decía: “hay un gran descontento, que la oposición no sabe capitalizar…”. Hoy, cuando todas las encuestas indican que la intención de voto opositor duplica o triplica la del gobierno, cuando los sondeos más conservadores nos dan una ventaja de 20 puntos, es evidente que el malestar socioeconómico sí está siendo capitalizado política y electoralmente por la Unidad. Y eso es importante, pero no suficiente.
¿Y después de las primarias qué?
En efecto, “capitalizar el descontento” es un proceso de opinión, pero hay que ir más allá de la mera opinión. Ahora, una vez superadas las primarias opositoras, entramos en una fase de la crisis política en la que, preciso es reconocerlo, nadie tiene mucha experiencia: los partidos políticos, devenidos en maquinarias expertas en participar en elecciones, poco saben de construir organización en la base de la pirámide; los ciudadanos, acostumbrados durante décadas a ser espectadores de lo público, tenemos poca experiencia en el ejercicio de la dimensión pública, es decir, la dimensión POLÍTICA del ser ciudadano. Y eso es lo que nos toca ahora, a unos y a otros: Ponernos a construir aceleradamente una red de base, en cada comunidad, en los alrededores de cada centro de votación. Una red que sea capaz no sólo de movilizar votantes cuando toque hacerlo, sino de protestar hoy, en el día a día, por la falta de agua, por los apagones recurrentes, por la inseguridad desbordada, por la inflación desbocada, por nuestros derechos humanos, civiles y políticos, económicos y sociales. Una red que llegado el momento sea capaz de movilizar a todo el electorado demócrata, sea capaz de apoyar a nuestros testigos y miembros de mesa, Y SEA CAPAZ DE DEFENDER LA VICTORIA DEMOCRÁTICA Y POPULAR DONDE HAYA QUE DEFENDERLA, EN LAS MESAS Y EN LA CALLE, con presencia pacífica, si, pero asertiva y contundente.
Crisis política y cambio del poder
Estemos claros, Luis: Más allá de estas elecciones, ganadas pero sin fecha, la construcción y funcionamiento de esa red de base es vital para encauzar la acción del pueblo democrático en CUALQUIER escenario que se produzca, de los muchos que son posibles en el desarrollo de una crisis política que se da además en el marco de una severa crisis humanitaria. ¿Suerte? Si, la necesitaremos. Pero no dejemos a la suerte lo que debe resolver el trabajo. Recibe un fuerte abrazo,
Chúo
Radar de los Barrios
Jesús Chúo Torrealba*
Twitter: @chuotorrealba
* Secretario Ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática