No hay que ser un experto en economía para concluir que todos los venezolanos estamos severamente afectados por la crisis que generó este gobierno incapaz y corrupto. Pero sin duda, quienes viven esa realidad más de cerca son las madres.
Sí, esas mujeres de todos los rincones de nuestro país que este domingo merecen, más que nunca, nuestro reconocimiento, porque hay que ver las penurias que nuestras madres deben sortear a diario para conseguir los alimentos y llevarlos a sus hogares.
Basta solo ver una de las interminables colas a las que nuestro pueblo está sometido, para darse cuenta que generalmente el grueso de esas personas que, literalmente, sudan la gota gorda bajo el inclemente sol, y que se les duermen las piernas esperando salir de allí con el producto que necesitan, está compuesto por mujeres. Por madres en su mayoría, que no solo deben madrugar, sino también aguantar situaciones humillantes como dejarse marcar en sus brazos para poder optar por productos básicos.
Ese es el entorno en el que lamentablemente viven nuestras madres luchadoras, esas a quienes en nuestros recorridos, les vemos en los ojos el desconcierto, el malestar, la desesperanza. No pueden estar bien nuestras madres en Venezuela y en especial quienes esperan un bebé. Ellas deben hacer magia para conseguir pañales, leche y otros productos para la higiene de los niños, sin mencionar, el tema de los medicamentos, y si los consiguen, quizás los reales no les alcancen para comprar.
A nuestras madres venezolanas, guerreras por naturaleza, ejemplo de constancia, dedicación, amor, valentía y esfuerzo, nuestras palabras de solidaridad y aliento. En nuestra Venezuela sobran madres que hacen poesía tangible y cotidiana. Madres impartiendo clases y formando nuevas generaciones. Madres que creen en el futuro y en la vida. Madres que hacen y no se quejan. Madres que se toman muy en serio eso de dejar un país mejor del que encontraron. En nuestra Venezuela hay madres que no se resignan.
Ustedes son esa luz en nuestro camino. Ustedes son la esperanza y hoy quiero invitarlas a soñar en grande, a que nos unamos, para cambiar esta realidad y dejar atrás, dejar en el pasado, a ese grupo que tiene a nuestro pueblo pasando aceite.
Cómo es posible que con todas las carencias a que nuestras madres y todo nuestro pueblo está sometido a diario, el ocupante de la silla de Miraflores y su grupo privilegiado sigan gastando los recursos que son de todos los venezolanos, en su beneficio personal. Ya han gastado 5 millones de dólares en viajes fuera del país este año, sin incluir el último de sus itinerarios bajo la excusa de celebrar en Moscú, los 70 años de la victoria rusa sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
Un gobierno serio y al que le importen las penurias de su pueblo, restringiría al máximo esos viajes, más cuando en la situación de apremio que está el país, cada bolívar cuenta. Caemos nuevamente en lo que siempre concluimos, esto es reflejo de la doble moral de un gobierno al que solo le importa darse la buena vida a costillas de los privilegios que crearon para el poder. La realidad es que el país no está en condiciones de seguir costeando los viajes turísticos de Nicolás. No podemos permitir que ese señor siga gastando los pocos recursos que tenemos.
Ese mismo gobierno es el que le miente a su pueblo y al mundo diciendo que el salario mínimo venezolano es el más alto de Latinoamérica, cuando en realidad el aumento diario alcanza para comprar medio kilo de tomates. El salario mínimo venezolano es el segundo más bajo de Latinoamérica, después de Cuba, porque vivimos en una economía dolarizada, en la que ese incremento de 30 a 39 dólares mensuales, no guarda relación con la inflación, de la que siguen sin conocerse cifras oficiales y ya estamos a la mitad de mayo, pero que extraoficialmente se ubica en 50%. Las proyecciones no son nada alentadoras, ya que se espera que la inflación supere el 100% al final del año. Esas cifras son la consecuencia de un modelo corrupto que fracasó y al que hay que cambiar.
Estamos seguros que somos millones los venezolanos que queremos un cambio electoral, democrático, pacífico y constitucional. Por eso no podemos perder de vista la importancia de las Elecciones Parlamentarias, ya que es necesario que elijamos una nueva Asamblea Nacional comprometida con el futuro de nuestro país. Es fundamental que elijamos parlamentarios comprometidos con la justa administración, para que podamos tener poderes realmente independientes, para que consigamos la libertad de los presos políticos, para que se acaben las colas para comprar alimentos gracias al impulso de la producción nacional. Una asamblea que no permita que se sigan malgastando los recursos, mientras al pueblo se le va la vida en una interminable cola.
Esas Elecciones Parlamentarias son un objetivo claro que está a nuestro alcance si nos organizamos y nos unimos para conseguir esa meta que permitirá que nuestro país salga de la oscuridad y vuelva a ver la luz al final del túnel. En esa lucha contamos con nuestras madres, quienes se han convertido en guerreras de calle. Guerreras en cosas tan simples como comprar en el automercado y la farmacia. Guerreras en todo el sentido de la palabra, porque sumado a esta difícil y cuesta arriba cotidianidad, las madres siguen sacando fuerzas para ir a trabajar todos los días desde tempranito, preparar a los hijos para ir a la escuela, ayudar en las tareas, inculcarle a los hijos valores y disciplina. Hoy más nunca, qué Dios bendiga a nuestras madres y bendiga a nuestra Venezuela.
Henrique Capriles Radonski