Una simpatizante del gobierno de Nicolás Maduro muestra su desacuerdo con las sanciones del gobierno de EEUU a funcionarios venezolanos acusados de violar los derechos humanos, el 15 de marzo, en Caracas. FEDERICO PARRA AFP/GETTY IMAGES
Venezuela, que por décadas ayudó a muchos de sus vecinos a despojarse de crueles dictaduras, solo ha cosechado indiferencia y hostilidad en el hemisferio ahora que las fuerzas democráticas de la nación petrolera luchan por evitar que el chavismo instaure un régimen de corte castrista, en lo que expertos califican el triunfo de la complicidad y el Realpolitik sobre los principios.
Esa postura adoptada en la región es decepcionante, dijo el viernes la subsecretaria de Estado para Latinoamérica, Roberta Jacobson.
“Las palabras son importantes, y el tono con que se dicen esas palabras. El tono que están usando ahora los líderes [latinoamericanos] demoniza a Estados Unidos como si fuera la fuente de los problemas de Venezuela, cuando no lo somos, y esto nos dificulta avanzar de una manera pragmática”, dijo Jacobson el viernes durante una conferencia que ofreció en Brookings Institution.
“Me decepcionó que no hubiera más países que defendieran que [las sanciones] no eran para dañar a los venezolanos o al Gobierno venezolano en su conjunto”, explicó la diplomática, que insistió en que su Gobierno se alejó de cualquier tipo de injerencia en la crisis venezolana durante mucho tiempo.
Por su parte el ex embajador de Venezuela ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Diego Arria, señaló que “a lo largo de todos estos años, hemos sido víctimas de la indiferencia, del acomodo, y de la complicidad”.
“Uno podría imaginar que Venezuela [en este momento de crisis] podría contar con la solidaridad de los países de América Latina. Está en el historial de Venezuela haber hecho eso abiertamente con sus vecinos. No ha habido un solo país [de la región], donde nuestro país no haya jugado un rol en la promoción de sus libertades, de sus derechos, de su democracia, o de sus intereses”, explicó el diplomático.
La indiferencia regional ha quedado en manifiesto en los últimos meses en los esfuerzos de los gobiernos latinoamericanos de hacer caso omiso a las denuncias por violaciones a los derechos humanos que están emergiendo de Venezuela, en momentos en que el impopular gobernante Nicolás Maduro avanza aceleradamente hacia la instauración de un régimen policial para tratar de contener el creciente descontento en el país petrolero.
Amplia evidencia de las violaciones a los derechos humanos y del sistemático desmantelamiento de las instituciones democráticas han sido presentadas en foros internacionales a lo largo de los años, pero aún así los gobiernos latinoamericanos siguen tratando al régimen de Caracas como si su conducta y credenciales fuesen intachables, comentó desde Miami la analista política Vilma Petrash.
“Los únicos que están haciendo algo, no son los gobiernos que están en ejercicio, sino los ex gobernantes de algunos de esos países”, dijo Petrash en referencia a los recientes anuncios de que nueve ex presidentes de Iberoamérica han conformado un equipo para salir en defensa de los dirigentes Antonio Ledezma y Leopoldo López, quienes han sido catalogados por organismos independientes como presos políticos de Maduro.
“Varios ex presidentes se han pronunciado porque están escandalizados precisamente ante la postura acomodaticia y hasta cómplice de sus gobiernos ante el deterioro en Venezuela, que prácticamente está llegando a una situación de desastre humanitario”, sostuvo.
Y muchos de estos países han salido a formar filas alrededor del régimen bolivariano luego de que la Casa Blanca decidiera sancionar a siete de sus funcionarios por verse implicados en violaciones de los derechos humanos durante la ola represiva emprendida por Maduro, que el año pasado dejó al menos 43 muertos, más de 800 heridos, miles de detenciones y varias docenas de denuncias de tortura.
Un pronunciamiento similar fue emitido recientemente por el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien criticó al presidente peruano, Ollanta Humala, y a la primera dama, Nadine Heredia, por no haber recibido a las esposas de Ledezma y López.
“Les pido a ustedes, y a través de ustedes a todos los resistentes venezolanos, perdón por esa inconducta de gobiernos democráticos latinoamericanos, que muestran muy débiles convicciones democráticas, cuando no una secreta complicidad con la dictadura venezolana”, manifestó el escritor durante un seminario sobre América Latina.
Para Arria, ese ambiente de “complicidad” hacia el régimen bolivariano ha venido gestándose en América Latina a lo largo de los últimos 15 años.
“En primer lugar, los recursos de Venezuela que brindaron a estos países fabulosas oportunidades de negocio, incluyendo a los más poderosos, como por ejemplo Brasil y Argentina, para no hablar de Cuba, que ha sido el principal beneficiario de la excesiva prodigalidad de Venezuela”, dijo Arria.
Pero también estaba el temor de que Chávez, quien venía favoreciendo ampliamente a los grupos de izquierda en la región, pudiese también utilizar esos grandes recursos para gestar manifestaciones en las calles.
“Le tenían temor. Estos gobernantes que sabían que Chávez movilizaba recursos y grupos en la América Latina que les podían crear serios problemas internos. Por eso, prefirieron voltear la mirada hacia otro lado”, explicó el diplomático.
Incluso la lentitud con que Estados Unidos ha salido a actuar puede ser atribuida a la diplomacia de chequera emprendida por el chavismo a lo largo de los últimos años.
“Venezuela ha pagado el costo de la estabilidad política y económica del Caribe. Lo hizo financieramente, a través de Petrocaribe, con la cual regalaba dinero”, señaló Arria.
La actuación del chavismo en Venezuela siempre generó inquietud en Washington, donde no pasó por inadvertido que el régimen estaba destruyendo la democracia venezolana.
Pero al final, las autoridades estadounidenses concluyeron que Chávez era un problema de los venezolanos que por otro lado contenía los problemas sociales que se podrían generar en los países del Caribe si la ayuda venezolana era suspendida, explicó Arria.
Esos problemas sociales podrían tener repercusiones políticas en Estados Unidos, ante las eventuales olas migratorias que podría provocar un colapso de la economía cubana y de otras economías de la región, dijo Arria.
“Así que se unieron la indiferencia latinoamericana con la conveniencia de Estados Unidos para darle carta blanca al chavismo”, dijo.
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Fuente: El Nuevo Herald