Franco Carrasco Núñez (50) tiene 30 años viviendo en el sector Las Tunas, de Tamaca, al norte de la ciudad. Allí pasó gran parte de su vida, formó una familia, crió a sus hijas e hizo grandes amistades entre ellas el matrimonio Uranga y sus seis hijos.
Carrasco tenía preferencia por la niña de diez años, a quien celaba y estaba pendiente de sus movimientos. Él la vio nacer, crecer y morir, pues la asesinó la noche del viernes con sus propias manos, tras haber abusado sexualmente de ella.
Extraña desaparición
En la calle Central del sector Amado Camejo, de Las Tunas, al norte de la ciudad, residen desde hace 20 años los esposos Uranga, y sus seis hijos. Una de ellas contaba con 10 años.
El viernes la niña se encontraba jugando fuera de su casa, acompañó a una amiguita hasta la bodega, posteriormente se puso a jugar con su hermano en una bicicleta. A eso de las ocho de la noche entró a la vivienda. Una vecina le preguntó para dónde iba y dijo que a la esquina. Allí la vieron conversando con Franco Carrasco Núñez, vecino del lugar y amigo de la familia, considerado como otro padre de la niña.
Unas horas pasaron cuando la madre de la pequeña se percató que no sabía nada de ella. Comenzó a preguntar; nadie le daba razón, la vecina que la había visto le indicó que la jovencita estaba con Carrasco en la esquina.
La señora llamó por teléfono a su vecino y le preguntó que si no ha visto a su hija, porque le dijeron que estaba conversando con él y no la conseguía. El hombre le contestó que no sabía nada, pero que no se angustiara que él iba para allá. Largo rato pasó para que Carrasco apareciera; estaba muy tranquilo. Aunque vecinos le comentaron a Yaquelin Uranga, hermana mayor de la pequeña, que veían al vecino algo sospechoso.
La joven le dijo a su madre, quien se metió escondida en la granja avícola Las Tunas, ubicada al final de la urbanización Rafael Pepi Montes de Oca, lugar donde trabajaba el vecino, pero no vieron nada extraño.
Participó en la búsqueda
Los padres estaban angustiados y desesperados, porque no sabían nada del paradero de la niña. Pasada la medianoche fueron hasta el Cicpc a colocar la denuncia de la desaparición. Allí les indicaron que tenían que esperar 24 horas. Ellos sin descansar y en compañía de miembros de la comunidad caminaron por todo el sector e incluso Carrasco Núñez, los acompañaba para ver si encontraban a la niña.
Su familia nunca descansó. En medio del clima de tensión, se escuchaban rumores y entre habitantes de la zona sacaban sus propias conclusiones. Hasta que hubo un momento que el padre de la infante enfrentó a Carrasco, pidiéndole que fuera sincero porque todos lo estaban acusando. El hombre negó tener a la niña.
Amanecer los ayuda
Entre las 5:30 y 6 de la mañana comenzó a levantar el Sol y más gente de la comunidad se unió a la búsqueda, ya con fuertes sospechas que apuntaban a Carrasco Núñez, decidieron irse hasta la granja, su sitio de trabajo para buscar.
De lado de la granja, se encuentra una pared baja, a un lado alambres de púas y como una especie de camino. Allí encontraron un zarcillo de la niña, caminaron un poco más y vieron un dije del sujeto, además de un paño roto que presumen también es de él y una cola de la pequeña.
La gente de la comunidad tocó la puerta principal de la granja. Abrió una señora que se quedó ese día, pues los encargados no se encontraban, habían salido de viaje. A ella le contaron lo que pasaba y le solicitaron el permiso de pasar y la dama accedió.
La mujer fue a revisar en el lugar en donde debía estar Carrasco Núñez y vieron que había recogido todas sus pertenencias. Ya no estaba.
Carrasco tenía mes y medio trabajando como vigilante en el lugar y habría entrado por recomendaciones de la misma comunidad. Recibió guardia el viernes a las nueve de la mañana y debió entregarla a las nueve de la mañana del sábado, pero se escapó.
La gente caminó y entre los matorrales de esas tierras, localizaron un suéter de la menor, sus sandalias y la bomba de aire de la bicicleta.
Esto hizo que la familia pensara lo peor, comentaba la hermana mayor quien fue la que narró gran parte de la historia.
Cicpc se activa
Por todo lo que iba pasando con el caso de la niña, y la forma repentina en la que desapareció Carrasco Núñez, acudieron hasta el Eje de Homicidios del Cicpc y notificaron que consiguieron unas prendas de la pequeña.
De inmediato una comisión de funcionarios se trasladó hasta el lugar y colectaron las evidencias y escucharon a los testigos. Los uniformados se fueron hasta el sector Amado Camejo, lugar donde residía Carrasco Núñez, en una pieza a lado de la casa de su exesposa.
Dentro de la pieza que él habitaba localizaron la bicicleta en la que estaba jugando la pequeña, pero Carrasco Núñez no se encontraba. Cerca de la granja vive la madre del vigilante y allí tampoco estaba.
Pero fue en el hogar materno del vigilante que dieron unas pistas. Los sabuesos lograron rastrearlo y supieron que se encontraba en Santa Inés, municipio Urdaneta. Los parientes, al conocer la noticia y al momento que los uniformados le indicaron que sabían que estaba en otro municipio, estos colaboraron sin pensarlo dos veces y terminaron guiándolos. Lograron detenerlo en horas de la tarde del sábado.
Confiesa
No fue sino hasta la noche que el presunto homicida fue trasladado hasta el Eje de Homicidios, lugar donde fue entrevistado por los investigadores. El sujeto confesó e indica que detrás del galpón 7 se encontraba enterrada la menor.
Una comisión integrada por 20 efectivos de las distintas áreas del cuerpo detectivesco que se encontraban de guardia el sábado, se fueron a las 11 de la noche a peinar la zona y a la una de la madrugada dieron con el cuerpo de la niña.
En un hueco de al menos cincuenta centímetros de profundidad, con metro y medio de ancho, estaba el cadáver de la niña enterrada, se encontraba en posición fetal, tenía su ropita puesta, llena de barro y muy ensangrentada.
Los uniformados, quienes fueron acompañados por una comisión de Protección Civil, rescataron el cuerpo de la infante.
Yaquelin comenta que su madre vio pasar la furgoneta del Cicpc y allí supo que su muchachita estaba muerta. Quiso pasar a verla pero los uniformados no lo permitieron.
La gente de la comunidad estaba enardecida. Armados con palos y piedras, querían saber del paradero, de quien bautizaron como El monstruo de Las Tunas, para lincharlo.
Autopsia revela abuso
Se conoció que este sujeto cada vez que estaba de guardia se escapaba y la noche del viernes habría esperado que la niña estuviera sola para invitarla a la granja. Debido a la confianza que existía la jovencita se fue sin pensar nada malo y se la llevó en su propia bicicleta.
Por una entrada improvisada que estaba a un lado de la granja, es que se presume la metió y caminaron a una distancia de 20 cuadras de la casa principal de la granja.
El terreno es bastante extenso y si la pequeña gritó y pidió auxilio, nadie pudo haberla escuchado.
Según la autopsia practicada a la infante la niña fue abusada sexualmente. Se cree que ella intentó defenderse y este sujeto la golpeó salvajemente causándole fractura de cráneo, moretones en sus ojos, rostro y además le cortó la mejilla y le causó dos heridas en el lado izquierdo del cuello y esto le causa la muerte.
El monstruo de Las Tunas dijo haberle quitado la vida con un pico, pero los sabuesos consiguieron dentro de unos galpones un objeto como una especie de peinilla, impregnado de sangre, que presumen fue utilizado para cortarla.
En el examen forense practicado a la niña estuvieron presentes los detectives del Cicpc y una fiscal del Ministerio Público, se le tomaron muestras de cabello, un barrido en las uñas de la pequeña y frotis vaginal, para determinar el abuso.
A la víctima tuvieron que velarla con la urna cerrada, pues su rostro estaba bastante desfigurado por los golpes sufridos.
Toda la comunidad de Las Tunas está conmovida y afectada por lo sucedido, la calle donde residía la niña fue cerrada. Se espera que en los próximos días sea presentado ante los tribunales larenses El monstruo de Las Tunas.
La celaba y buscaba siempre
Yaquelin Uranga, hermana mayor de la niña asesinada, comenta que Carrasco Núñez siempre llegaba a su casa. Hacía tres años que estaba muy pendiente de dos de sus hermanitas, una que hoy en día tiene 14 años y la víctima fatal.
El hombre siempre vigilaba sus movimientos. La madre de las jovencitas se lo reclamó pero para no caer en peleas entre familia dejó eso así.
Una de las jovencitas comenzó a crecer y se fue alejando de Carrasco y él centró su atención en la pequeña de 10 años. Se alteraba si sabía que salía, la buscaba donde fuera cuando no la veía y siempre la celaba.
Las reacciones y actitudes eran raras. La madre le decía a la niña que dijera si él la tocaba, pero la pequeña decía que la trataba normal.
«Siempre hubo una espinita en mi mamá y en el mes de diciembre desaparecieron los estrenos de mi hermana, un celular y desde allí mi mamá prohibió que él viniera cuando estuviesen ellas solas. A partir de ese momento se puso muy raro”, comenta Yaquelin, quien a su vez recuerda que los primeros de enero se puso furioso al saber que la niña se iba de viaje.
Además tenía exactamente tres semanas que no pisaba la casa.
Para ella este hombre planeó todo desde diciembre. Compró una bicicleta y se la prestaba a la niña para que la manejara y ella con eso se sentía feliz.
Asegura que a la niña nunca la dejaban sola; siempre la estaban cuidando y fue en un instante que él aprovechó y se la llevó.
Espera que este sujeto pague por lo que hizo.
Sabe que las hijas del Monstruo de Las Tunas, están bastante mal pues son amigas de la infancia y su padre resultó ser un asesino.
Escrito por: Karina Peraza Rodríguez
Fotos: Juan Brito
Fuente: El Impulso