Los hijos, que recibieron su herencia en vida, se quedan con lo no repartido entonces.
Alfonso Díez negocia un piso y 6.000 euros al mes a cambio de renunciar a sus derechos como viudo.
Hace dos semanas, justo antes de que se celebrará la primera Nochebuena sin la duquesa de Alba, se procedió a la lectura del testamento en el que aparecía escrita su última voluntad, tal y como ha podido saber LOC en exclusiva. A la solemne ceremonia, que tuvo lugar en el bufete Ramírez & Crespo, los actuales abogados y asesores de la Casa de Alba, asistieron sus seis hijos: Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia. Su viudo, el ex funcionario Alfonso Díez, con el que se casó en 2011 a pesar de la negativa de sus herederos, también acudió, pero sin abogado.
La jornada transcurrió sin grandes sorpresas, aseguran fuentes cercanas de toda solvencia. En el documento se enfatizaba que Alfonso, tercer marido de la aristócrata, fuera quien recibiera la cuota viudal usufructuaria, es decir, los derechos legítimos que se le reconocen al cónyuge en el Código Civil. El resto de su fortuna personal irá a parar a partes iguales entre sus hijos y la Fundación Casa de Alba, creada en 1975 y cuyos bienes inmuebles son intocables, salvo con autorización del Ministerio de Cultura, ya que están protegidos por la Ley de Patrimonio Histórico y la Ley de Fundaciones.
La ya citada cuota viudal usufructuaria equivaldría en este caso concreto a un tercio del legado personal de la duquesa y al usufructo (derecho a disfrutar bienes ajenos con la obligación de conservarlos, salvo que la ley autorice otra cosa) en favor de Alfonso Díez. En cambio, según ha podido saber este suplemento, Cayetana tenía otra voluntad paralela a la formulada en su testamento y que no dejó por escrito. La noble, comentó a su círculo de amigas íntimas, quería asegurarle una buena vejez a su esposo. Según estas fuentes consultadas por LOC, la intención de Cayetana era donarle un piso en Madrid y una pensión vitalicia de 6.000 euros al mes cuando ella falleciera, bienes que el ex funcionario reclama.
Por su parte, los herederos han ofrecido a Alfonso la capitalización del citado tercio de libre disposición que le corresponde. Una cifra imposible de calcular porque, aunque antes de 2011 la acreditada revista Forbes valoró la fortuna de Cayetana en 3.000 millones de euros, fue en su boda con Alfonso cuando donó el 90% de su fortuna a sus hijos y a la Fundación Casa de Alba.
Pero esta intención que Cayetana verbalizó a su círculo más próximo parece que no puede satisfacerse. Según el material al que ha accedido LOC, a Cayetana no le quedaba ningún inmueble a su nombre antes de fallecer. Si Díez acepta esta oferta de la familia, que no es más que lo que le corresponde por ley, supondría que rechaza el piso y la pensión vitalicia y que acepta un canje por cuadros y dinero en metálico.
CUESTION MORAL
A pesar de la insistencia de Cayetana en su testamento, su viudo no estaría interesado en hacer uso de ningún usufructo como duque viudo de Alba y estaría dispuesto a renunciar a estos derechos. Hay que recordar que el enlace se pudo fraguar, además de alcanzar un aparente paz familiar, gracias a 15 capitulaciones matrimoniales en las que éste renunciaba a todo patrimonio, usufructo o título que le correspondiera, así como a la permanencia en el domicilio conyugal de Las Dueñas (Sevilla), que ya ha abandonado.
Éstas se redactaron en un documento como preludio en 2010 (un año antes de casarse), y se rubricaron meses antes de celebrase el enlace, en octubre de 2011, ante notario. Aunque este documento no tuvo relevancia jurídica, sí valor moral. En estas 15 capitulaciones matrimoniales, el duque viudo Díez en su día renunció a todo para demostrar que su unión era sólo por amor y no perseguía ningún interés económico. Tal y como vuelve a quedar patente ahora. El entorno de Alfonso asegura que estaría dispuesto aceptar estas condiciones y no tiene ningún interés en emprender litigio alguno contra la familia, aunque legalmente podría hacerlo. Una situación enprincipio tensa que están gestionando de forma diplomática.
Díez ha llevado a la práctica todos los puntos, en especial el número 13, que reza: «Permanecer al lado de doña Cayetana Fitz-James Stuart, en el caso de que ésta enferme, sufra algún tipo de minusvalía o no tenga capacidad de decidir. Y se le permita estar en el lugar donde ella se encuentre, atenderla, cuidarla, visitarla y permanecer a su lado». Y así ha sido.
SEIS HEREDEROS
Aún así, todavía quedarían bienes personales por asignar, entre los que se incluía la colección de alrededor de 200 cuadros de la duquesa (desde un Picasso,a Renoir o Boudin), que se los van a repartir los seis hijos vía acuerdo.
No ha habido sorpresas de última hora, tal y como aseguran familiares cercanos tras la lectura de las últimas voluntades. «Se está gestionando y valorando todo con normalidad». Hasta el momento no ha habido enfrentamiento entre los herederos, aunque algunos han considerado que su madre fue más generosa con unos que con otros, una situación que ya pasaba cuando la matriarca vivía. La colección de arte de la duquesa, una de las más importantes del mundo, los palacios de Liria (Madrid) y Monterrey (Salamanca), documentos y otros bienes históricos de gran valor están protegidos por la Fundación Casa de Alba y no podrán venderse.
La duquesa dejó las cosas bien atadas para que hubiera concordia en la familia, como parece que está sucediendo hasta el momento. Lo que sí es evidente es que Alfonso Díez ha emprendido otro camino difernete al de los Alba. Aunque estuvo invitado, la pasada Nochebuena el ex funcionario decidió no cenar con la que, hasta hacía unos días, era su familia política y se refugió en casa de su hermana Begoña en Madrid. La capital será su nueva casa, aunque también viajará a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde tiene una casa, un regalo que le hizo la duquesa de Alba.
Lo que ya no podrá reclamar será el amor de la duquesa de Alba, que se enfrentó a su familia, a sus amigos e incluso al Rey por casarse con el hombre que quería. De ahí que los sentimientos de Díez no tengan precio. Por su parte, los Alba también quieren que tenga lo que le corresponde. Todo por mantener viva la memoria de Tana.
LO QUE RECIBIERON LOS HEREDEROS
ALFONSO DÍEZ: Para demostrarle a los hijos de la duquesa que la relación con su madre era por amor y no por interés, el funcionario firmó en 2010 un documento en el que renunciaba a las propiedades de los Alba, al título e incluso al usufructo del domicilio conyugal si se casaba con ella. Sólo pedía poder cuidarla y estar con ella si quedara incapacitada. CARLOS FITZ-JAMES: Es el primogénito. Recibió todo el lote de la Fundación Casa de Alba. También los principales títulos, fincas rústicas, el Palacio de Las Dueñas y otros inmuebles que tienen en alquiler en Madrid. Además, Cayetana también le cedió en vida el poder de las principales empresas de la familia. Tiene la responsabilidad de conservarlo.
EUGENIA MARTÍNEZ DE IRUJO: La duquesa de Montoro es también la benjamina de la familia. En el reparto que se hizo antes de casarse la duquesa con Alfonso Díez, recibió la mansión de Ibiza y el cortijo de La Pizana (Sevilla). Como su hermano Jacobo, su presencia en el entramado empresarial de la familia es testimonial. JACOBO FITZ-JAMES: El conde de Siruela es el tercer hijo que tuvo Cayetana de Alba con Luis Martínez de Irujo. Recibió algunas fincas rústicas. Jacobo sólo aparece como socio minoritario en dos de las empresas de los Alba, y como consejero en una. Fue el menos beneficiado por el reparto que se hizo en vida de doña Cayetana, lo que provocó enfrentamientos.
ALFONSO MARTÍNEZ DE IRUJO: El duque de Híjar, segundo hijo de la duquesa de Alba, recibió en vida de su madre varias parcelas rústicas y la finca del antiguo castillo de El Tejado, en Salamanca. También tomó las riendas de Agralsa, otra de las empresas de los Alba que gestiona sus explotaciones agrícolas y ganaderas. CAYETANO MARTÍNEZ DE IRUJO: El duque de Arjona se puso al frente de Eurotécnica Agraria y de Actividades Agrotécnicas, dos de las más importantes empresas de la familia. Además, Cayetano pasó a ser propietario del palacio de Arbaizenea, en San Sebastián, y del cortijo Las Arroyuelas, un gran latifundio en Sevilla donde vivió sus primeros años con Genoveva Casanova.
FERNANDO MARTÍNEZ DE IRUJO: El cuarto hijo de Cayetana de Alba y de Luis Martínez de Irujo es también el único que no le dio nietos. El marqués de San Vicente del Barco heredó la mansión de Las Cañas, en Marbella, y varias propiedades agrícolas. Adquirió notable presencia como consejero en casi la totalidad de las empresas de los Alba.
Fuente: EM