Fue liberado Alan Gross, el contratista del gobierno estadounidense preso en la isla desde hace cinco años.
Gross, de 65 años, fue arrestado en diciembre de 2009 cuando trabajaba en un programa financiado por Usaid, la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos.
El estadounidense participaba en un proyecto para instalar acceso a internet en comunidades locales con equipos satélite considerados ilegales en Cuba.
En 2011, fue condenado a 15 años de cárcel por «cometer actos contra la integridad del Estado».
Las autoridades cubanas aseguraron que sus actividades formaban parte de un intento encubierto de promover un cambio de régimen en la isla.
Aseguraron que Gross era parte de un plan subversivo del gobierno de los Estados Unidos basado en la creación dentro de Cuba de redes de comunicación satelital que estuvieran fuera del control de las autoridades de la isla.
Según los tribunales cubanos, las pruebas «demostraron la participación directa del contratista norteamericano en un proyecto subversivo del gobierno de los EE.UU. para tratar de destruir la Revolución» promoviendo «planes desestabilizadores».
El comunicado oficial especifica que «durante la vista del juicio oral el acusado reconoció haber sido utilizado y manipulado por la Usaid, subordinada al Departamento de Estado».
El trabajo de Gross
Gross había fundado en 2001 el Centro de Desarrollo Conjunto de Negocios para «ayudar a conectar las naciones en desarrollo al Internet».
A fines de marzo de 2009 llegó a La Habana contratado por la empresa Development Alternative Inc (DAI), a su vez subcontratada por la Usaid para su programa de desarrollo de internet en la isla.
La idea de la organización de utilizar a «contratistas» era entonces una modalidad muy usada por Washington en países como Afganistán, donde más de 100.000 de ellos cumplían misiones civiles, de seguridad, militares e incluso de inteligencia.
En el caso de Cuba, algunas versiones hablaban de que la tarea implicaba introducir en la isla equipos por valor de US$4,5 millones.
Pero el gobierno de Estados Unidos descartó todas las versiones y negó que Gross fuera un espía.
Confinamiento
Tras su arresto y encarcelamiento, los intentos para liberar al estadounidense se vieron socavados por el fracaso para distender las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
A principios de 2014, el abogado de Gross, Scott Gilbert, dijo a la BBC que estaba «preocupado» por la salud de su cliente.
Indicó que sufría dolores de cadera y que «casi había perdido la visión en un ojo».
Agregó que se encontraba confinado durante las 24 horas del día, y que no podría ejercitarse debido a su problema de cadera.
En protesta, Alan Gross se declaró en huelga de hambre a principios de este año, pero la suspendió ocho días después cuando su madre intervino.
«Alan está muy indignado. Ciertamente está indignado con el gobierno de Cuba por lo que cree es (…) una sistencia inapropiada y muy dura», explicó el abogado.
«También está extremadamente indignado con su gobierno, que lo envió a Cuba sin haberle dado advertencias o entrenamiento adecuado» agregó.
Durante varios meses el departamento de Estado de EE.UU. insistió en que el destino de Gross estaba «al frente de la agenda en las discusiones con el gobierno cubano».
Cuba, por su parte, había dicho que estaba dispuesta a discutir el caso de Alan Gross si éste formaba parte de un intercambio de prisioneros, en referencia a los agentes de inteligencia cubanos condenados por espionaje en Estados Unidos.
Complicaciones
Gross, por su parte, siempre insitió en que simplemente estaba ofreciendo acceso no censurado a internet para la comunidad judía en ese país.
Pero su situación se complicó posteriormente cuando se reveló que Usaid continuaba financiando programas secretos para promover un cambio político en Cuba.
Tal como declaró Scott Gilbert en agosto pasado: «Desafortunadamente creo que él no es ni siquiera un peón. El peón es una pieza (de ajedrez) que se mueve y se juega. (Alan) es una pieza importante para las dos partes, una pieza que está siendo tratada estratégicamente».
Gross ya no contaba con recursos legales en Cuba y las apelaciones para su liberación por razones humanitarias habían sido ingnoradas.
Tal como lo declaró su abogado, el último recurso que quedaba era la política.
Con información de BBC MUNDO