En estado permanente de equilibrio, mesurado en sus posturas y estructurando un discurso a partir de una idea central (la modificación de las políticas macroeconómicas), Francisco Rodríguez plantea la necesidad de «sincerar» un tipo de cambio que considera «sobrevaluado». Economista Jefe para la Región Andina del Bank of America, Rodríguez sostiene que el gobierno nacional debe dejar de «vender dólares a precios irreales».
-Con el dólar paralelo a Bs 180, el precio del barril de petróleo en 58 dólares y un déficit fiscal que, se calcula, cerrará en torno al 20% del PIB, ¿cómo concibes la recuperación de la economía?
-La recuperación de la economía requiere una serie de cambios en las política macroeconómicas. Actualmente el país tiene un problema de crecimiento. Varios de los temas que mencionaste, como el alto nivel del dólar en el mercado paralelo, son consecuencia de esas políticas. El precio del petróleo ha bajado en casi 40 dólares en los últimos cinco meses y esto implica una caída sustancial de los ingresos.
-¿No se manifestaban esas dificultades antes de la baja de los precios del petróleo?
-Así es. Los problemas de políticas económicas, que pueden y deben corregirse, obedecen a la misma causa: como el gobierno ha estado vendiendo dólares muy baratos se ha producido un enorme déficit que se financia con impresión de dinero y esto genera inflación así como presiones sobre el dólar paralelo. Lo bueno es que como el problema ya existía cuando el barril estaba a 100 dólares, se puede solucionar porque no obedece a la baja de los precios del crudo.
-Pero, ¿no se trata de una dificultad adicional de grandes dimensiones porque es la única fuente de ingresos?
-Una dificultad adicional que es abordable con el diseño y aplicación de una nueva estrategia. El país requiere un plan que contemple el ajuste de la economía a la realidad de la baja de los precios petroleros.
-¿Estás planteando la modificación del modelo económico establecido?
-Estoy planteando una modificación de las políticas macroeconómicas. Hay que distinguir entre las políticas microeconómicas, macroeconómicas y sociales. Ciertamente en muchas de esas políticas se han presentado problemas que deben ser corregidos. Pero hay un tema fundamental: Venezuela mantiene un tipo de cambio oficial absurdamente sobrevaluado. Eso provoca distorsiones porque no se dispone de un sistema de precios viable. Y cuando el 70% de la asignación de recursos se hace a través del sector privado y careces de un sistema de precios, la economía no funciona bien. El problema es de naturaleza macroeconómica y allí es donde se debe incidir.
-¿Cuáles son las correcciones a aplicarse en las políticas macroeconómicas?
-Primero sincerar el tipo de cambio. El gobierno está vendiendo dólares a precios irreales. Eso genera un exceso en la demanda e incentivos para que esos dólares se utilicen de formas distintas a las concebidas originalmente. Situación que nos lleva a la escasez de divisas y no porque no las hay sino porque su precio es tan absurdo que todo el mundo trata de conseguirlas. Eso se combina con un esquema regulatorio en el cual lo más ventajoso es convertirlos en fuga de capitales. Se los llevan al exterior, los colocan en el mercado negro o importan bienes para reexportarlos a Colombia. En otras palabras, los dólares que el gobierno otorga al sector privado o se asignan al sector público, no se transforman en bienes.
-Si unificas el tipo de cambio y lo colocas a un precio más bajo que el del dólar paralelo, ¿no generas una fuga de capitales aun mayor?
-Mucha gente tiene esa preocupación por una suerte de reacción intuitiva. Según eso, si está dispuesta a pagar 150 bolívares en el mercado paralelo y luego se comienza a vender en 35, la demanda será enorme. Pero la realidad, creada por un exceso de demanda que va al mercado paralelo, obedece a que vendes la mayor cantidad de esos dólares a 6.30, a 12 o a 50. Eso crea una cantidad de bolívares circulando en la economía que terminan presionando el mercado paralelo. En otras palabras, cada vez que alguien consigue un dólar al cambio oficial, lo paga a 6,30 cuando el gobierno debería cobrar 35, precio que muchos economistas hemos calculado como el punto de equilibrio del tipo de cambio. Es decir, esa persona se queda con 29 bolívares que deja de pagarle al gobierno. Cuando multiplicas eso por los dólares que vende el gobierno, tienes una gran cantidad de bolívares que no se retiran de circulación y con los que la gente intenta comprar dólares en el mercado paralelo.
-Habría que sacarlos de circulación.
-Eso no ocurriría si el gobierno deja de imprimir bolívares, cosa que está haciendo porque tiene una presión fiscal muy grande por un tipo de cambio sobrevaluado. En este momento está vendiendo barato su principal fuente de ingresos. Pero al dejar de hacerlo tendrá suficientes recursos fiscales y no continuará depreciándose el tipo de cambio al frenar el crecimiento de la cantidad de dinero circulante. Si el BCV comienza a vender los ingresos petroleros, que equivalen a 250 millones de dólares diarios, la cantidad de dinero circulante será más o menos el equivalente a la oferta, a lo largo de un año, a un cambio de 35. En otras palabras, no hay suficientes bolívares para comprar los dólares que el BCV pueda ofrecer a 150 bolívares. Solo hay gente dispuesta a pagar 150 porque el gobierno vende algunos dólares muy baratos y no le queda otra alternativa. Todo esto en un contexto en el cual el valor del bolívar se deteriora porque se sigue imprimiendo billetes.
-Mucha gente que consume productos de primera necesidad adquiridos con el dólar a 6,30 dejará de recibirlos a ese precio y le resultará imposible acceder a ellos con un dólar a 35 bolívares. ¿No va a generar esa situación trastornos y protestas?
-Eso es correcto pero debemos entender que la población está recibiendo solo una parte, cada vez más pequeña, del subsidio que el gobierno aplica por medio del dólar a 6,30. Eso lo están capturando otros agentes económicos a través de la sobrefacturación o del contrabando hacia Colombia, además de la existencia de una economía informal y de quienes la alimentan. No todos los precios de los productos están a 6,30 y no siempre se tiene acceso a estos. Por eso la gente acude al mercado informal pagando hasta 70 bolívares por la Harina Pan. Además, según estudios recientes, a la gente le lleva hasta 8 horas semanales conseguir bienes de primera necesidad. Una jornada de trabajo perdida.
-Con todo y sus dificultades los más pobres dependen de ese subsidio.
-Sí y no quiero dejar de lado un problema tan importante. ¿Cómo defiendes a los sectores que serán los más perjudicados ante el reajuste de los precios en los productos de la cesta básica? Creo que se debe impulsar un programa de transferencia directa y ese programa puede funcionar de diferentes maneras. En el gobierno se ha hablado de una tarjeta de alimentación con la que se tendría acceso a descuentos importantes (entre un 50 y un 60%) en los productos básicos. Y yo me atrevería a sugerir, ya que el gobierno se ha referido al ajuste de los precios de la gasolina, que los recursos derivados de ese incremento se destinen a financiar ese programa social.
-Afirmas que el problema no es la falta de dólares, pero a las multinacionales que operan en el país se les debe 10 mil millones de dólares. Además el gobierno tiene compromisos pendientes con los importadores que, según algunos economistas, alcanzan a 14 mil millones. ¿Cómo afrontar el pago de la deuda externa para cuyo pago, dijiste, hay los recursos?
-Esos números son correctos pero se generan en un exceso de demanda de dólares provocada por una divisa extremadamente barata. Si quisiéramos graficar el fenómeno podríamos decir que el BCV tiene un cartel en la puerta que dice. «Aquí se compran billetes de veinte dólares con billetes de un dólar» y eso no lo aguanta ningún Banco Central del mundo. Si existe una serie de compromisos generados por atrasos de Cadivi, provocados por un exceso de demanda, en buena parte contaminada por la sobrefacturación, lo lógico sería atender el problema del flujo, que no se siga generando ese exceso en la demanda. Luego debes tratar, como se hizo en el pasado, de establecer un tipo de cambio razonable al cual se deben reconocer estas obligaciones. No tiene sentido vender billetes de 20 dólares por un dólar y atender compromisos derivados de un tipo de cambio irreal como el actual. Eso moderaría mucho la demanda. Ahora, hay que eliminar los incentivos dirigidos a convertir todos los bolívares en dólares. Y ese incentivo se produce porque la gente piensa que el bolívar no valdrá en el futuro lo que vale hoy en día y seguirá perdiendo valor. Pero si reduces la fabricación de bolívares, te fijas unas metas creíbles de inflación y la gente lo percibe así, estarás sembrando confianza en la estabilidad de la moneda.
-Maduro anunció la modificación de Sicad II, una reducción de 20% en los gastos suntuarios y la creación de una Jefatura Nacional para la Exportación. Pero, sobre todo, advirtió que «nosotros seguimos con nuestro propio modelo, de donde nadie nos va a sacar.» ¿Crees que estas medidas contribuyen a alcanzar los objetivos que planteas?
-De una forma muy limitada. Me parece muy bien que en Venezuela exista una agencia que estimule las exportaciones no petroleras. También son una muy buena señal los anuncios sobre el recorte del sueldo de los altos funcionarios públicos. Pero esos temas no atienden al problema esencial, que es el gran desequilibrio en precios a través del cual el Estado está regalando dólares y por tanto carece de suficientes ingresos. La consecuencia es el deterioro del salario, de manera que cuando el gobierno imprime dinero está acudiendo a lo que en economía se llama el «impuesto inflacionario». Se está financiado pero, como contrapartida, le va haciendo perder valor a los sueldos y a los depósitos en bolívares. Se trata de un impuesto pernicioso que golpea directamente a los trabajadores, a los pobres, a la clase obrera y esa parte de las decisiones macroeconómicas resultan inconsistentes con el tipo de políticas que el presidente Maduro está tratando de llevar adelante. En cuanto a las modificaciones del Sicad II el presidente no dio mayores detalles. Yo esperaría hasta conocer en profundidad los alcances de la modificación. Creo, sin embargo, que Sicad II fue una buena idea y a través de una reformulación se comenzaría a resolver algunos de los problemas.
-¿De qué manera?
-Cuando se lanzó Sicad II bajó el precio del dólar en el mercado paralelo. Pero Sicad II no funciona si el gobierno no asume que es un mecanismo a través del cual vende dólares y lo que ocurrió fue que la mayor parte de los dólares en efectivo se destinó a tipos de cambio más baratos. Sicad II se queda sin dólares no porque no los haya sino porque se dirigieron a Cencoex y Sicad I.
Fuente: EU