Las bolas chinas se están volviendo cada vez más populares por sus beneficios para la salud femenina y aunque prácticamente no tienen contraindicaciones, debemos resaltar una: su mal uso por falta de información.
Aunque las bolas chinas se han puesto de moda y se usan mucho, ¿las estamos usando bien? Hacer preguntas sobre temas sexuales es todavía “un corte” y algunas mujeres las emplean de forma incorrecta porque no se atreven a preguntar o porque piensan que ya saben: “Esto es como un tampón, te lo pones y ya está”.
Ponerte unas bolas chinas como un «tampax» y seguir con tu vida diaria no es nada recomendable. Si tienes la musculatura de la pelvis débil, te la va a debilitar más y, si la zona está fuerte, vas a conseguir que sufra un desgaste. Así que, antes de nada, tenemos que informarnos.
Vamos a empezar por lo básico: las bolas chinas son unas esferas, rellenas de otras bolas, y unidas por un cordón, que se colocan en la vagina, concretamente en los dos tercios más profundos de ésta. Pueden usarse juntas o emplear solo una.
Aunque su origen es dudoso, parece que provienen de Japón: también se llaman bolas de geisha. Su invención se atribuye a un emperador japonés que decidió repartirlas entre sus amantes para no tener que esperar a que ellas lubricaran cuando él necesitase sus servicios. También se dice que las usaban las geishas con la misma intención y para fortalecer la zona pélvica: cuanto más resistentes sean los músculos del periné, mayor será la habilidad de la mujer para contraer y relajar la vagina a voluntad, algo que influye en tu propio placer y en el de tu compañero sexual.
El caso es que, sea como fuere, este tipo de bolas ahora están en los mercados occidentales y, más allá de su capacidad para proporcionar placer, se les han encontrado aplicaciones en la mejora de la salud sexual femenina.
Sensibilidad de la vagina
Antes de pasar a detallar las ventajas, vamos a detenernos un momento en la anatomía de la zona. La vagina es un órgano con ciertas peculiaridades: como ya hemos dicho, el primer tercio exterior (o introito) tiene muchísimas terminaciones nerviosas asociadas con el placer sexual, pero los segundos dos tercios carecen de esos receptores. Esa es la razón por la que llevamos tampones y no “los sentimos”. Se colocan en la zona insensible al placer de la vagina, al igual que las bolas chinas…
Entonces, ¿no sentimos nada? Bueno, el asunto tiene truco. En cuanto a la vagina, no, no sentimos nada… cuando nos ponemos un tampón. Pero la cosa cambia con las bolas, que vibran con el movimiento. ¿Las vibraciones estimulan la vagina? En realidad, tampoco. La parte final de la vagina sigue igual de insensible que siempre. Sin embargo, pueden estimular la parte interna del clítoris y eso sí resulta placentero.
El clítoris es el órgano sexual femenino asociado al placer. Su parte visible es el glande y el prepucio del clítoris (sí, se llaman igual que los órganos masculinos equivalentes). Pero en el interior del abdomen y rodeando a la vagina hay dos ramificaciones que, junto con la parte externa del clítoris, forman una especie de ye (o i griega) al revés. Es decir, la vagina está rodeada por el clítoris y éste sí puede ser estimulado por los movimientos de vibración. Ahí sí serían eficaces las bolas chinas, aunque esa fricción indirecta sobre el clítoris interno puede ser insuficiente para llegar al orgasmo, sí serviría para provocar la lubricación vaginal y proporcionar placer.
Por cierto, esta particularidad de la anatomía femenina es también la razón de que el tamaño del pene “no importe” tanto como los hombres piensan: sólo tenemos sensibilidad en el primer tercio de la vagina (3-4 centímetros) y para estimular el clítoris interno haría falta mayor grosor del pene, no mayor longitud.
Ayudando al suelo pélvico
Bueno, las bolas sirven para lubricar… Pero, ¿cómo ayudan al suelo pélvico? Este conjunto de músculos situados en la región pélvica puede sufrir daños, pese a que también hay sistemas para que recuperen su eficacia.
Estamos hablando de rehabilitar, pero, ¿cómo y porqué se deterioran? Los músculos que cierran el abdomen por debajo son, básicamente, como una hamaca. Cuanto más peso soporten, más se aflojan y se debilitan.
Cualquier mujer puede tener problemas de suelo pélvico a lo largo de su vida, aunque se presentan con más frecuencia en aquellas que han tenido un parto vaginal, tienen sobrepeso, son de mayor edad, han practicado deportes inadecuadamente o han realizado esfuerzos físicos importantes. Es decir, cuanto más sobrecarga haya soportado “la hamaca”, más desgastada estará “la tela” y peor hará su función.
Aunque lo hemos comparado con una hamaca, verdaderamente, el periné en la mujer tiene forma de un rombo, subdividido en dos triángulos. La estructura general sirve para retener las vísceras dentro del abdomen. Pero, además, otras musculaturas de la zona ejercen funciones de llave: se ocupan de abrir y cerrar los esfínteres, uretra y ano, y mantienen la vagina colocada en su posición natural.
¿Qué ocurre cuando toda esa zona sufre por los embarazos, el sobrepeso u otras causas? Como todo está dilatado, las “llaves” no funcionan bien. Empieza a resentirse el control de esfínteres y a veces se nos escapa el pis (por ejemplo, cuando nos reímos o tosemos). Por supuesto, ese es el inicio de los problemas, que se pueden agravar con el tiempo, llegando a producir pérdidas de orina, pérdida de heces o, a través de la vagina, descolgamientos (prolapsos) de vagina y de útero.
Cómo usar las bolas
Por suerte, el periné y los demás músculos del suelo pélvico pueden recuperar su buen tono y, de hecho, se rehabilitan bastante bien en las etapas iniciales de deterioro. Las bolas chinas son las pesas para ejercitar estos músculos en concreto. Sin embargo, hay que saber usarlas. No se deben dejar puestas y continuar con nuestra vida normal. Eso sería como si para fortalecer bíceps, coges unas pesas, pero continúas con los brazos caídos… Mucho no va a ayudar. De hecho, usar bolas chinas, que pesan, y no practicar ejercicios de fortalecimiento, debilita aún más la musculatura pélvica. En resumen: no hay que hacerlo nunca y mucho menos si ya tenemos problemas en la zona.
En cinco pasos
1. De una en una
Para empezar, debemos elegir unas bolas de iniciación, a ser posible, un pack de dos, que se puedan separar. Comenzaremos usando una y cuando nos acostumbremos al peso, podemos pasar a dos. Posteriormente, es posible ejercitarse con bolas más pequeñas. Deben ser de material no poroso.
2. Usar lubricante
Las bolas se colocan utilizando lubricante y en la postura que cada persona considere más cómoda; en realidad es bastante parecido a colocar un tampón. El lubricante con base agua resulta preferible porque no daña los distintos materiales, aunque se reabsorbe antes.
3. Ejercicios de Kegel
Con las bolas puestas y, al principio, mejor tumbadas, debemos practicar los ejercicios de básicos de Kegel:
– Contrae los músculos vaginales 3 segundos y después relaja. (10 repeticiones)
– Contrae y relaja la vagina muy rápido. (25 repeticiones).
– Sujeta las bolas con la vagina, durante 3 segundos y relaja. (10 repeticiones)
– Intenta expulsar la bola con la vagina, mantén esa posición 3 segundos y relaja. (10 repeticiones)
– Trata de acariciar la bola con la vagina suavemente 3 segundos y relaja. (10 repeticiones)
4. Quince minutos
No debemos sobrepasar los 15 minutos al principio, entre los ejercicios y el tiempo que llevemos la bola colocada. Más adelante, se puede ampliar el plazo, como cualquier otro entrenamiento, sin sobrepasar la media hora. Cuando retiremos las bolas, tirando del cordón que sobresale, las lavamos con agua jabonosa y las guardamos en un lugar seco.
5. A diario
Se pueden utilizar a diario durante algunas semanas, hasta que notemos cambios significativos en la zona. Luego, podemos descansar un tiempo y retomar la actividad pasados unos meses.
Mucho cuidado con…
Las recomendaciones que hemos ofrecido son útiles para la mayoría de las personas, pero hay que tener cuidado con no provocar más daños en la zona pélvica. Aparte de no usar las bolas durante horas, quienes sospechen que tienen algún problema de suelo pélvico, deben consultar a su médico antes de iniciar una rehabilitación por su cuenta. Ocurre igual que con tus actividades en el gimnasio: si sólo quieres ponerte en forma, pero no tienes lesiones, basta con que acudas a hacer ejercicio unos cuantos días a la semana. Si tienes una tendinitis o cualquier otra lesión, debes consultar a un profesional y probablemente hacer rehabilitación antes de comenzar un entrenamiento normal.
Ahora que conoces las ventajas y los riesgos, podrás usar esta herramienta para mejorar tu perineo y mantener sana durante más tiempo tu musculatura pélvica.
Fuente: Cosmohispano