R epetir una fórmula fracasada solo puede conducir a un nuevo fracaso. Ese es el camino que reiteró tomará el presidente Nicolás Maduro, cuando anunció que empresa abandonada será tomada. La experiencia pública en el manejo empresarial demuestra, en prácticamente todas las oportunidades, que los gerentes rojos rojitos son tan fieles con su partido que no tardan mucho en poner la contabilidad de la empresa que manejan en rojo rojito.
Ante la decisión de dos empresas de cerrar sus operaciones en Venezuela, pues perdían dinero, el jefe del Estado anunció su toma y denunció que esa decisión era parte de una nueva fase de la guerra económica. Se trata de la estadounidense Clorox cansada de que le regularan los precios, no le otorgaran divisas y le entorpecieran sus operaciones y decidió marcharse del país. Lo mismo ocurrió con la otra empresa, Suramericana de Soplados, de origen brasileño y que se dedicaba a fabricar tanques de gasolina para autos. Como Maduro y sus políticas redujeron casi a cero la producción nacional de carros, pues esta empresa se hizo inviable.
Ahora el señor presidente sigue escurriendo su responsabilidad y repartiendo culpas a diestra y siniestra, cuando son sus políticas, las propias y las heredadas, las que nos han traído hasta donde estamos. Son años de ataque a la empresa privada, expropiaciones no canceladas y decisiones arbitrarias tomadas en la «construcción del socialismo» lo que ha provocado, entre otras cosas, que la economía nacional esté en terapia intensiva.
Lo grave es que el remedio que están aplicando parece que es peor que la enfermedad.
Entendemos que a Maduro y sus compañeros que una empresa pierda dinero les tiene sin cuidado. Lo demuestran con el manejo que hacen de la inmensa mayoría de las empresas que son propiedad del Estado.
Sidor es un ejemplo palmario de lo que decimos. Cuando estaba en manos privadas llegó a producir cuatro millones de toneladas de acero. El año pasado esa producción se redujo a un millón trescientas mil toneladas. ¿Cuánto dinero perdió la empresa siderúrgica por esa baja en la producción? ¿Quién es el responsable? Otro ejemplo de la irresponsabilidad chavo-madurista es Corpoelec. Además de prestar un pésimo servicio, pues buena parte del país vive de apagón en apagón, es otra empresa donde se pierden millones de bolívares todos los años sin que nadie le ponga un parao a ese despilfarro.
Las compañías del aluminio de Guayana son otra muestra de la gerencia roja rojita. Perdieron dinero hasta cuando los precios del aluminio en el mercado internacional batían record en su alza.
El mal manejo empresarial del gobierno ya produce reacciones contrarias incluso en los trabajadores. Ahí está el ejemplo de los empleados de Venoco que no querían que su empresa pasara a ser manejada por el Estado.
La dirigencia del gobierno, empezando por el presidente Maduro, debería reflexionar seriamente sobre lo que han venido haciendo en materia económica. Es realmente grave para el país que sigan tropezando siempre con la misma piedra.
Entendemos que las gríngolas ideológicas pesan mucho, pero aprendan de los chinos que cambiaron de modelo económico cuando terminaron de entender que el que aplicaban no funcionaba.
Como sigan repitiendo la misma receta el futuro que le espera a Clorox y Suramericana de Soplados es la misma que tuvieron Venepal e Inveval, las primeras dos empresas tomadas por la «revolución» y que están requetequebradas.
Editorial del Tal Cual
Xabier Coscojuela