Que la torta de cumpleaños tenga muchas velitas no debe ser un impedimento para seguir disfrutando de la vida. A todas las edades se puede y se debe disfrutar del sexo, solo hay que encontrar la mejor manera para ello.
Deseo sexual en la tercera edad
La sexualidad no entiende de edades y se puede mantener una vida sexual activa a partir de los 50, de los 60, de los 70 y, por qué no, a partir de los 80 años. Así lo corrobora un informe de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), que afirma que un 60% de los españoles mayores de 65 años mantiene relaciones sexuales una media de una vez a la semana.
Factores como el aumento de la esperanza de vida, variables sociales y cambios culturales han favorecido que el sexo en la tercera edad no solo deje de ser un tabú, sino que se practique con mayor frecuencia, no solo entre parejas casadas, sino también entre solteros y viudos.
Sin embargo, sí es cierto que, a medida que pasan los años, hay más problemas entre las sábanas. El envejecimiento trae consigo una serie de cambios fisiológicos que, por supuesto, condicionan la actividad sexual, pero, sin embargo, la pérdida del deseo sexual suele venir provocada por ciertos factores psicológicos condicionados, en muchas ocasiones, por miedos o falsas creencias.
Como asegura Fernando Martín Ciancas, geriatra del Hospital Viamed Los Manzanos (La Rioja), el interés por el sexo no desaparece, pero para disfrutar de una sexualidad plena es preciso reconocer y adaptarse a los cambios físicos que se producen en el organismo con la edad. En opinión de este experto, hasta hace pocos años se identificaba el envejecimiento con una disminución del deseo sexual, sin embargo, en la actualidad sabemos que esto no es así.
Es cierto que existen otros factores, asociados a la edad, que inciden directamente en la disminución de la libido, como pueden ser algunas enfermedades, e incluso los medicamentos que se administran para tratar ciertas patologías. Sin embargo, existen tratamientos que permiten seguir disfrutando de una vida sexual activa en la tercera edad.
En este sentido, el Dr. Martín Ciancas asegura que el apetito sexual no caduca con la edad; es más, en ciertos casos aumenta con el paso de los años. El problema llega cuando lo que se desea y lo que se puede hacer choca, por lo que hay que buscar alternativas diferentes a lo practicado durante la juventud o la madurez.
Además, hay que tener en cuenta que el envejecimiento no afecta a todo el mundo del mismo modo. Así, por ejemplo, las mujeres suelen empezar a tener más problemas a partir de la menopausia, mientras que, en los hombres, las dificultades suelen aparecer a partir de los 60 años con problemas de eyaculación. Sin embargo, cada persona es un mundo y, como tal, debe tratarse su patología con el especialista.
Sexo seguro en la tercera edad
Muchos mayores se preguntan hasta qué punto puede ser seguro practicar sexo en la tercera edad. Y es que no es raro oír extraños casos de personas que han muerto mientras mantenían relaciones sexuales. Aunque es cierto que puede ocurrir, son casi leyendas urbanas, puesto que el esfuerzo que supone un coito es similar al de subir dos pisos andando; si el corazón no se desboca subiendo escaleras, tampoco lo hará en la cama. No obstante, ante posibles dudas, y sobre todo en el caso de pacientes con enfermedades cardíacas, el especialista informará cuándo es posible reiniciar la actividad sexual tras un episodio cardiovascular y, en caso necesario, recomendará una prueba de esfuerzo.
Las enfermedades más comunes que pueden afectar a la sexualidad son las relacionadas con el aparato circulatorio, como la hipertensión, la diabetes, la angina de pecho, el infarto de miocardio, la hipercolesterolemia, la trombosis, la arteriosclerosis, etcétera. Y los fármacos para tratar estas u otras patologías también pueden tener consecuencias negativas sobre la vida sexual, ya que algunos efectos secundarios pasan por la alteración de la libido, o cambios en las condiciones de vasodilatación y del flujo sanguíneo.
Para mejorar la actividad sexual cuando se plantean problemas, hay que acudir al médico especialista, que es el que mejor puede ayudar al afectado. Hay diversas soluciones, y las terapias se deben individualizar atendiendo a las características propias del paciente, para que no haya contraindicaciones con los medicamentos que quizá deba tomar esa persona para tratar alguna patología.
Por lo tanto, liberarse de la vergüenza y preguntar en la consulta cómo arreglar determinado problema sexual es clave y, de esta manera, se evitará también adoptar pautas que incluso pueden poner en riesgo la vida del paciente (por ejemplo, algunas pastillas para la disfunción eréctil son incompatibles con cierta medicación prescrita para patologías cardiovasculares).
Y es que los tabúes culturales o el pudor a hablar de ciertos temas que se consideran muy íntimos, hacen que mucha gente decida automedicarse para tratar de solucionar sus problemas. El récord de automedicación lo tiene, sin duda alguna, la disfunción eréctil, que desgraciadamente ha generado un peligroso negocio a su alrededor; cada año se venden (sobre todo por Internet) pastillas falsas contra la disfunción eréctil que suponen unos 3.500 millones de dólares.
Fuente: WebConsultas