El presidente de la República, Nicolás Maduro, ejecutó El Sacudón. Este episodio de la vida nacional pasará a la historia, como su nombre lo indica, como un sacudón. Metafóricamente hablando, se puede entender como un sacudimiento de la conciencia nacional, un maremoto de talento aflorando desde las profundidades oceánicas. Flor y nata de la venezolanidad. Desde el primer gabinete de CAP II no se palpaba un coeficiente de inteligencia como el que emergió el martes en la noche por Venezolana de Televisión.
De Miraflores para el mundo: he aquí el rostro de la sabiduría. Esa noche, incluso Jorge Giordani fue reivindicado.
Con El Sacudón quedó demostrado que un ministro de Sanidad puede igual servir como ministro de Transporte o de Economía. O lo que se tercie. Basta con demostrar talento y sapiencia. Bueno, y saber aplaudir en el momento apropiado.
El Sacudón es una marca reservada, y el PSUV debería registrarla como cosa propia, con todo y copyright. Un sacudón, lo que se dice un sacudón, solo lo puede desarrollar un hombre como Nicolás Maduro, de elevadas virtudes y aun más elevadas miras. Desde luego, es un hombre que sabe ver más allá de sus narices. Incluso, hasta su estómago; un hombre que tiene las cinco revoluciones en su cabeza no es poca cosa. A eso hay que añadirle el pajarito, un elemento que le ha dado la oportunidad de conectarse con el más allá. Desde ese lugar le dieron la idea de poner a Asdrúbal Chávez al frente de la cosa petrolera.
Un sacudón es una ecuación mediante la cual tomas a un individuo de la CANTV y lo pones en Educación, y a un canciller lo conviertes en gestor de comunas. Rafael Ramírez, además de canciller, asumirá la Vicepresidencia Política en el gabinete, porqwue simplemente él ya se había acostumbrado a manejar varios cargos y así debe mantenerse la tradición.
Como ministro del Poder Popular para la Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo fue designado Ricardo Molina. Hay que ser muy preclaro en la vida para dedicarle parte de un ministerio al ecosocialismo.
No es cualquier eco. No se trata solo de preservar el equilibrio ecológico, porque eso te lo hace cualquier gobierno de segunda por ahí; se trata de que las aguas, los árboles, los pajarillos y los cigüeñales sean socialistas de nacimiento y convicción. Loable idea.
Pero no todo fueron enroques; también hubo ratificaciones. Salió premiado, por ejemplo, Jesse Chacón en Energía Eléctrica, quien había prometido al llegar acabar con los apagones tras sus primeros cien días de gestión, y en verdad que acabó con los apagones y con la luz, de paso. Andreína Tarazón e Iris Varela como titulares de los despachos de la Mujer e Igualdad de Género y Servicio Penitenciario también fueron ratificadas. Eso fue un detalle de gran envergadura: como dijo Chávez, Iris será recordada como nuestra propia Madre Teresa. Los pranes puestos en libertad le rendirán culto eternamente.
José David Cabello es, ahora y hasta nuevo aviso, ministro de las Industrias, y tendrá bastante trabajo para terminar de echarlas abajo mientras su hermano hace lo propio con la institucionalidad de la Asamblea.
Por su parte, Andrés Izarra y su hermano Cheverito seguirán recorriendo el país a bordo de una camioneta Jeep, tratando de evitar que se conozca quién fue el último musiú asesinado en Margarita.
Héctor Rodríguez, Aloha Núñez y Jesús Martínez son otros nombres que le dan lustre a este gabinete. Por cierto, la noche del miércoles estaban todos otra vez reunidos alrededor de Maduro, quien se lanzó una larga perorata sintetizada en la decisión de hacer pasar todos los fondos a través del Banco Central, cosa bastante difícil en la práctica.
En un taller o congreso o mojiganga del PSUV adaptaron el Padre Nuestro para seguir convirtiendo a Hugo Chávez en un mito, una deidad para todos los gustos.
¿Sostendrá esa caricatura de religión un andamiaje más bien débil? ¿Acaso la Iglesia no tiene algo que decir al respecto? Encomendarse al dios de los golpistas puede ser otra manera de rechazar la realidad. Los anuncios seguramente se pueden resumir así: más Cuba, más de lo mismo, más hostigamiento a la población y mayor preocupación por el calentamiento global. Okey. Que tengan cuidado, porque el calentamiento del pueblo puede ser peor que el otro.
Sebastián de la Nuez