Ramón Guillermo Aveledo fue hasta este miércoles el secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad (MUD), la alianza de partidos políticos opuestos al chavismo. Ha hecho pública su decisión de separarse del cargo que ocupó durante el último lustro aprovechando la invitación del Concejo Municipal de El Hatillo, uno de los cinco distritos de Caracas, para participar como orador de orden en la sesión solemne que conmemoraba el natalicio del libertador Simón Bolívar, el padre fundador de la república.
Fue un anuncio inesperado, si bien Aveledo sugirió en varias ocasiones, especialmente después del fracaso de las elecciones municipales de diciembre de 2013, que su cargo estaba a la orden. La oposición comenzó el lunes a reunirse con el fin de reestructurarse y enfrentar de mejor manera las venideras elecciones parlamentarias de septiembre de 2015. Nunca se mencionó la sustitución de la directiva.
Al conocerse la decisión, todos los partidos que forman parte de la MUD agradecieron el trabajo de Aveledo, quien logró juntar los retazos dispersos del antichavismo para construir una plataforma electoral perfecta, que entre 2010 y 2013 logró convertir a la oposición en una opción real de poder. El exparlamentario era la persona ideal para ejercer ese cargo porque en apariencia no ambicionaba cargos de elección popular y era respetado por todos. Surge ahora la pregunta de si hay alguien con su misma ascendencia en el universo opositor que pueda asumir esa responsabilidad.
Aveledo entregó una amarga carta en la que, desde la primera línea, resaltaba las contrariedades que enfrentó en los últimos meses y que trascendieron la función política de gran articulador de la unidad opositora. “Una campaña artera y sañuda se ha desarrollado contra la unidad y su instrumento, la MUD, y se ha escogido a fin de golpearla, disparar contra mi credibilidad. Empezó en los laboratorios del poder arrogante, pero no se quedó allí, la insensatez lo acogió con lascivia. En la fuente o en la desembocadura, playas unitarias han sido mojadas por esas aguas contaminadas”, escribió.
Pareció un señalamiento directo a la facción opositora denominada La Salida, que desde febrero pasado cuestionó la poca efectividad de la cúpula de la MUD para tener un papel mucho más agresivo y determinante en capitalizar los yerros del gobierno venezolano. Sus líderes –Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma- atizaron entre febrero y junio protestas callejeras que culminaron con 43 muertos, centenares de heridos y varios estudiantes con cuentas pendientes con la justicia chavista. El fracaso del objetivo inmediato de este movimiento -la renuncia del presidente Nicolás Maduro- terminó de abrir una grieta con aquella ala –de la que forma parte el propio Aveledo- más partidaria de acumular capital político para ganar con una ventaja inapelable las venideras elecciones.
La de Aveledo es la primera cabeza que rueda tras el cónclave celebrado el lunes. No deja de ser una ironía. Hasta este miércoles se pensaba que sería el chavismo el que revelaría sus profundas contradicciones en el III Congreso Ideológico del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, que culmina este jueves. Al final los disímiles hijos de Hugo Chávez se han comportado como un bloque compacto cuando se trata de mirar hacia el futuro. En cambio, la oposición, que está consciente de la necesidad de permanecer unida, se muestra incapaz de superar esas diferencias para acordar una estrategia común.
Al contrario de lo que informaron medios locales, la cita no transcurrió en un clima cordial. Hubo duros cruces. El primero de ellos se produjo antes de empezar las conversaciones. El secretario general de Acción Democrática (AD), Henry Ramos Allup, no aceptó la presencia de dos miembros del partido de Leopoldo López, Voluntad Popular, en la sala. Ramos, visiblemente molesto, se retiró ante la negativa de Voluntad Popular.
Superado el contratiempo, los dirigentes se dispusieron a cumplir con lo establecido en la convocatoria: intentar pasar la página de los enfrentamientos ventilados en la prensa local para avanzar en la idea de reestructurar la alianza y afinar una estrategia común. Pero fue imposible que en esa primera cita los bandos no se criticaran mutuamente. Henrique Capriles, el excandidato presidencial y gobernador de la provincia de Miranda, permanecía callado con una gorra calada hasta los ojos y escuchando lo que todos decían. Julio Borges, representante del partido Primero Justicia, criticó que el ala radical decidiera apartarse de la estrategia electoral para convocar manifestaciones sin someterlo antes al consenso de la MUD. La exdiputada María Corina Machado defendió su decisión de llamar a la calle recordando que gracias a las protestas ocurrió la drástica caída de la popularidad de Maduro.
La oposición, consciente de la necesidad de permanecer unida, se muestra incapaz de superar sus diferencias
Otros, como el dirigente de Un Nuevo Tiempo, tolda del dirigente exiliado Manuel Rosales, fueron mucho más ponderados y pidieron retomar el espíritu de la reunión. Era imposible, decía Barboza, que la oposición pudiera tener opción real de tomar el poder político con estrategias tan disímiles. Fue apenas un respiro de lo que vendría después. El presidente del partido democristiano COPEI, Roberto Enríquez, criticó duramente a Henrique Capriles, quien permanecía absorto en su puesto. Dio a entender que la división de la oposición no surgió en febrero de 2014, cuando empezaron los disturbios, si no cuando Capriles decidió, el 17 de abril de 2013, desconvocar una marcha de opositores hasta la sede del Consejo Nacional Electoral para reclamar su victoria en las elecciones sobrevenidas que le enfrentaron con Maduro. Capriles salió de su mutismo para decir que no se arrepentía de esa decisión y que la volvería a tomar. El gobernador siempre ha argumentado que no deseaba el enfrentamiento sangriento entre los venezolanos.
Los opositores acordaron volver a reunirse el próximo lunes. No hubo acuerdos sobre la manera de relanzar la MUD. Tampoco se habló de la salida del segundo de Aveledo, el democristiano Ramón José Medina, quien hace dos semanas afirmó que no había un plan especial de la alianza opositora para presionar por la liberación de Leopoldo López, preso desde hace cinco meses en una cárcel militar de las afueras de Caracas, porque él mismo había generado las condiciones para que eso sucediera. Ese es un punto de honor puesto sobre la mesa por Voluntad Popular.
Esa imposibilidad de llegar a acuerdos es mencionada por Aveledo como una de las razones para apartarse: “Mi trabajo no es ganar discusiones, sino ayudar a generar consensos. Y la situación del país es tan grave que se nos exige máxima eficiencia en aquello que se espera de nosotros. Así que precisamente por compromiso con la Unidad, para cuidarla mejor como el logro que es, en las actuales circunstancias, creo que lo procedente es hacerme a un lado. Sin romper, desde luego, los lazos que a este proyecto me unen, porque son irrompibles”. Su labor, alabada por todos, tuvo también algunos yerros. La MUD nunca ha logrado articular a la oposición más allá de las elecciones y demostraba poca capacidad de reacción frente a los planteamientos del Gobierno. Un reto que le corresponde a su sucesor
El País
ALFREDO MEZA