El miedo a la delincuencia y el alto costo de la vida han provocado que los venezolanos eviten salir a sitios públicos para divertirse y prefieran socializar en casas de los amigos
Rumbear es el verbo usado por los venezolanos como sinónimo de irse de fiesta, salir a bailar o ir a una discoteca. Hasta hace pocos años, Venezuela era conocida como una nación rumbera, donde los locales nocturnos, discotecas y bares permanecían abiertos hasta altas horas de la madrugada. Hoy en día, sin embargo, la inseguridad ha cambiado los hábitos de la gente, que ahora sale menos o regresa más temprano a sus casas por temor a la delincuencia.
A la criminalidad que anda desatada en las calles hay que agregarle el alto costo de los bienes y servicios en Venezuela. Esto ha menoscabado también la capacidad de las personas para costearse una noche de copas.
Cero diversión
“Yo no salgo a locales nocturnos, por la situación que existe de inseguridad, porque está el tema de cómo te vas a tu casa, si no tienes carro es muy peligroso tomar un taxi, así sea de una línea”, afirmó Carlos González, natural de Caracas, de 30 años de edad.
Para distraerse, González suele ir a restaurantes pero nunca regresa tarde a su casa. Los restaurantes, además, por la misma situación de delincuencia, están cerrando temprano. “Como a las 10 pm”, explicó.
Por los índices de criminalidad Alejandra Chacón, una estudiante universitaria de 18 años, dice que muy pocas veces sale a divertirse. “No suelo salir mucho a locales nocturnos, pero si hay un cumpleaños en casa de mis amigas, voy y generalmente me quedo en sus casas hasta que amanezca, porque es más seguro”, añadió.
La joven cuenta que sus padres -Mariela y Leo – no se molestan mucho si la fiesta es en casa de unas amigas. Pero para salir a una discoteca “sí se ponen más ‘enrollados’ [preocupados]” ya que “hay locales nocturnos donde han atracado a la gente, ha habido muertos y todo”, agregó.
Las cosas cambian
Eugenio Ramírez es dueño desde hace 13 años de una tasca bar ubicada en el centro de Caracas. Aunque su clientela ha crecido, nota que con los años se están yendo del local más temprano. “Nosotros cerramos a las 3 a.m. pero la gente ya se empieza a retirar a sus casas a eso de las 12 a.m. por la inseguridad. Los únicos que se quedan en el local hasta tarde son los que viven cerca de la tasca”.
No todos los sitios nocturnos han corrido con la misma suerte que el bar de Eugenio. Pierina Cardelli es la gerente general de una afamada terraza-bar con música en vivo, en el este de la capital venezolana y para ella las cosas han cambiado. “Hace unos cinco años teníamos en un día de semana cualquiera hasta 250 personas en el local. Hoy en día la gente sale a rumbear solo de jueves a domingo y ha bajado considerablemente la cantidad de clientes que nos visitan”.
“No nos va mal económicamente hablando, pero definitivamente yo diría que la gente está saliendo menos en Caracas”, añadió Cardelli.
Depende del bolsillo
Si bien la inseguridad ha influido en los hábitos y estilo de vida de muchos venezolanos, otro factor que determina la frecuencia de las salidas es el costo de divertirse.
Carlos González afirmó que para salir a un local nocturno con un grupo de amigos hay que llevar al menos 3.000 bolívares (476 dólares al cambio oficial y 40 dólares en el mercado paralelo). Si se toma en cuenta que el salario mínimo es de 4.251,40 bolívares mensuales (674 al cambio oficial y 56 dólares en el mercado paralelo) es evidente lo que representa para un ciudadano común esta cantidad de dinero para un solo día de salida nocturna.
Para Johan Guevara, de 29 años, también las salidas se han reducido. “Hay que planificarse porque en estos momentos de crisis hay prioridades antes de gastar parte de los ingresos rumbeando”. Johan comenta que la última vez que salió en grupo, unas siete personas, gastaron 8.000 bolívares, el equivalente a casi dos salarios mínimos venezolanos.
Venezuela sufre 79 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según cifras de la ONG Observatorio Venezolano de Violencia.
Fuente: Diario las Américas
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