El éxito del erotismo y la pornografía se debe en gran parte a que nos presenta un simulacro del sexo, un espacio donde nuestras fantasías, algunas veces lejanas a realizar, cobran vida con los actores ( mujeres/hombres/transgénero), posiciones y actos que serían meramente imposibles de realizar con nuestra pareja o en algún encuentro casual. Pero todos los que hemos disfrutado de un poco de porn surfing en la red, conocemos que hay un punto en el que se despierta un lado oscuro humano y las opciones para alimentarlo siempre están disponibles.
Antes de que pienses que te daré una lección anti-porno, permíteme aclarar. Hasta este momento, no existía la cantidad de estudios que han revelado los efectos de la industria porno en las conductas humanas, y esto es cierto porque el acceso al contenido ilimitado de adultos es relativamente nuevo. Por supuesto que aún, conociendo toda la data científica, he visto porno con fines de esparcimiento y educativos, pero la cuestión aquí es lograr el auto-conocimiento para decir “no necesito verlo”. De la misma manera que no todos los que toman alcohol se convierten en alcohólicos, no todo el que ve pornografía se convierte en adicto. Pero cuando el disfrute se convierte en dependencia, ahí está el problema. No hay nada más negativo que el efecto que tiene la pornografía en la no-excitación cuando tienes sexo real. Y ahora, con la disponibilidad de pornografía extrema que existe en Internet, una nueva generación de hombres y mujeres están desarrollando adicciones que no existían hace 20 años. El lado positivo del porno cada vez es más lejano al convertirse en una fuente adictiva de estímulos ficticios.
Por supuesto que existen diversos efectos y aflicciones al ver personas teniendo sexo en la red, desde un nivel psicológico, anatómico y social, hasta un nivel energético ¿Acaso la íntima energía que se intercambia, se devora, crece o se vampiriza durante la cópula no se transmite en línea y verdaderamente se borra, como ocurre en la física cuántica, la barrera entre el observador y lo observado, entre el emisor y el receptor, entre el que penetra y la/el que es penetrado? Si consideramos que, debido a las neuronas espejo, en nuestro cerebro el ver un acto sexual es prácticamente lo mismo que tener sexo, el sexo en la red es realmente una orgía planetaria en la cual participamos sin saber. Ver no es un acto pasivo, es una transformación a distancia, una invasión a través de la imagen
Y ¿Cómo funcionan las neuronas espejo, específicamente en el caso de la pornografía?
En 1992, Giaocomo Rizzolatti y un equipo de neurocientíficos accidentalmente descubrieron las neuronas espejo mientras experimentaban con unos monos. Los monos tenían sus cerebros conectados con el fin de observar cómo las neuronas motoras se relacionan con los movimientos de las manos: cuando un mono tomaba un cacahuate, la neurona se disparaba. Pero para la sorpresa del equipo, la misma neurona motora también se disparaba cuando el mono veía a un asistente del laboratorio agarrar un cacahuate. Aparentemente, para el cerebro del mono, ver a alguien tomando un cacahuate era una experiencia similar a tomar él mismo el cacahuate. Acción y percepción estaban estrechamente ligadas.
El por qué los humanos (especialmente los hombres) se excitan tanto viendo a alguien más teniendo sexo parece encontrar su respuesta en éstas neuronas espejo. En primera instancia, ver porno detona una idea (empezamos a pensar en tener sexo), lo que luego detona un cambio en nuestro comportamiento (nos excitamos sexualmente). Así es como la mayoría de nosotros piensa sobre pensar: las sensaciones causan pensamientos que causan respuestas físicas. El porno es un ejemplo esencial de cómo puede funcionar un proceso de pensamiento como este.
Pero esta simplista respuesta probablemente esté equivocada. El porno no nos hace pensar en sexo. En cambio, el porno nos hace pensar que estamos teniendo sexo. Desde la perspectiva del cerebro, el acto de excitación no es precedido por una idea separada, la cual absorbemos a través de la televisión o de una pantalla de computadora. El acto en sí mismo es la idea. En otras palabras, el porno funciona convenciéndonos de que no estamos viendo porno. Pensamos que estamos dentro de la pantalla, teniendo sexo.
Por otro lado, a nivel neurológico existen otras afecciones que se tienen que considerar. En un estudio de la Universidad de Cambridge, el neurocientífico Dr. Valerie Voon realizó una serie de pruebas que comparan la actividad cerebral de los adictos a la pornografía (autodenominados) con los de hombres sanos (no-adictos) mientras veían pornografía. Mientras que el grupo de control (sano) se excitaba por las imágenes, los cerebros de los usuarios compulsivos fueron dos veces más activos, similar a alguien adicto al alcohol, las drogas o la nicotina.
Cuando un usuario deja de ver porno se crea un nuevo pico de dopamina que provoca que el espectador se acostumbre a cada dosis adicional. Con el tiempo, los receptores del cerebro se vuelven menos sensibles a la dopamina creando la necesidad de experiencias cada vez más extremas para excitarse sexualmente. En otras palabras, el sexo regular con una mujer de carne y hueso no produce suficiente dopamina o suficiente novedad y excitación, causando en última instancia – lo adivinaste – disfunción eréctil.
No obstante, desde un punto de vista clínico, la adicción a la pornografía aún no se ha clasificado como un trastorno. Una de las razones, una vez más, es que la llegada de la pornografía a Internet es todavía relativamente nueva, por lo que la investigación sobre la misma es escasa. En tiempo pasado, los hombres tenían que atenerse a Playboy y Penthouse para obtener sus dosis de estimulación visual. Ahora, incluso un niño de 12 años sabe lo que es un bukkake gracias a internet. Diez años de un fácil acceso a un verdadero cluster de cada vez más extrema porno están haciendo que los hombres piensen que las solicitudes de garganta profunda y tríos sean normales y crea la ilusión de que cada mujer disfruta del sexo anal o sexo rudo.
Y ¿Qué efectos puede tener la pornografía en una relación?
Una forma de responder a esta pregunta es considerar los factores que predicen el compromiso en las relaciones. Uno de ellos es si podemos o no percibir que tenemos alternativas atractivas a nuestra relación ya existente. Cuando creemos que nuestra perspectiva de parejas atractivas es abundante, vamos a estar menos comprometidos con la relación que ya tenemos. Curiosamente, este fenómeno parece ser verdad si las alternativas son reales y concretas, o si las alternativas están sólo en nuestra imaginación. No parece importar si una pareja potencial está parada enfrente de nosotros o si estamos viendo una atractiva estrella de porno en una computadora. Mientras que los actores porno no son realmente una opción para la mayoría de nosotros, pasar tiempo proyectando nuestro deseo en ellos nos puede dar la impresión de que vivimos en un mundo con muchas alternativas disponibles. Y cuando creemos que tenemos otras opciones atractivas, estamos instintivamente menos comprometidos con la pareja que ya tenemos.
Podemos pensar que no importa donde ponemos nuestra atención, o que el uso de material pornográfico será condimentar un poco las cosas en la cama con nuestra pareja existente. Pero, como y en quién nos concentremos, y lo que decidamos ignorar, hace una gran diferencia cuando se trata de mantener nuestro compromiso con una relación existente . Si valoras la relación, tal vez sea mejor idea concentrar todo tu deseo en tu amante y en el carácter real de esa interacción y dejar las emociones falsas que la pornografía te provoca para en espacio seguro en la soltería.
Fuente: avantsex