O el por qué nos gusta compartir fotografías intimas.
Muchas celebridades como Miley Cirus, Rihanna y Scarlett Johansson han sufrido la penosa experiencia de que sus fotos privadas de pronto sean vistas por todo el mundo. El sexting es cada vez más frecuente, sobre todo en jóvenes y adolescentes, quienes envían imágenes eróticas por medio de sus teléfonos celulares.
Sin embargo, el fenómeno no es nuevo, la expresión “A/S/L” (age, sex, location: edad, sexo y ubicación) era muy popular en los foros de chat de finales de los noventas.
El sexting no es mal visto mientras se mantenga en lo privado, incluso sitios como Comospolitan, Ask Men y Gizmodo orientan a los usuarios a cómo hacerlo correctamente, y una serie de apps han sido lanzadas al mercado, la más popular sin duda Snapchat en la cual los usuarios pueden enviar fotos, mensajes y videos que solamente podrán ser vistos por un muy corto periodo de tiempo (1 a 10 segundos) y después desaparecerán del aparato receptor; además de que no podrán guardarse en el dispositivo.
Otro consejo es no mostrar el rostro en caso de que las imágenes se hagan públicas.
Los políticos y las celebridades han demostrado lo peligroso que es que tipo de comportamiento se vuelva de dominio público ya que además de la humillación que puede generar, también se puede sufrir rechazo por parte de los demás. Incluso, el material puede ser vendido y distribuido como pornográfico o puede ser utilizado como un argumento legal en caso de acoso sexual.
Un estudio publicado en Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking revela que el 80% de los estudiantes dijo haber recibido mensajes sexuales, mientras que el 67% aseguró haber enviado información de este tipo. Por otra parte, el 46% ha recibido imágenes eróticas, tanto que el 64% ha mandado imágenes explícitas.
El comportamiento puede cambiar debido a las expectativas positivas sobre el resultado del “sexting”, aseguran los investigadores. Debido a la euforia del momento, los individuos pasan por alto las posibles consecuencia a futuro que esto puede traer consigo, es decir, las esperanzas que se tienen sobre la obtención de un resultado específico pueden influir en la probabilidad de participar en ciertas conductas.
Por ejemplo, las expectativas positivas pueden llevar a los individuos a participar en conductas de riesgo como la bebida, el juego y el abuso de sustancias.
En el caso de “sexting”, esta teoría se puede aplicar a tanto al remitente como al destinatario. Esto explica las motivaciones para el envío de este tipo de material y las respuestas que provocan, así lo publica Scientific American.
Por ejemplo, los 611 estudiantes de la muestra de la investigadora Allyson L. Dir y sus colegas registraron las siguientes respuestas:
El estudio demuestra que en el sexting, el emisor se siente confiado y atractivo, mientras que el receptor se siente deseado, admirado y confiado. Estos poderosos sentimientos funcionan como deshinibidores y minimizan la percepción que se tiene del sexting. Por su parte, lo negativo del asunto es sentirse avergonzado, incómodo o molesto a la hora de enviar o recibir este tipo de mensajes.
Debido a que compartir información personal crece cada vez más y aunque la vergüenza de los individuos aumenta, las expectativas positivas se mantienen más constantes que las negativas.
En este análisis se encontró que los hombres recibieron más textos de los que enviaron, además de que se tenían varias parejas para el sexting, y los hombres fueron más propensos a tener ideas positivas sobre el tema. Esto parece ser un reflejo de la sociedad actual sobre los roles de género y los comportamientos sexuales relacionados con cada uno.
Además, las personas solteras informaron de la existencia de menor sexting que las personas en una relación seria, lo cual sugiere una toma de conciencia sobre la privacidad y los riesgos de esta. Nadie quería enviar un mensaje erótico a alguien que no sea lo suficientemente perceptivo, ya que en lugar de mejorar la relación, la empeoraría.
Las parejas no casadas reportaron una mayor cantidad de textos que las parejas casadas, lo cual parece sorprendente debido a que el matrimonio es un estado de privacidad, es el modo perfecto para que las parejas puedan enviarse este tipos de mensajes, pero tal parece que este estado civil tiene mayor presión social y está mayormente ligado al grado de “pertinencia”.
Pew Internet & American Life Project revela que los adultos entre 20 y 30 años son muy asiduos a este tipo de prácticas: en 2012, el 15% de los adultos recibió un mensaje “sext”, mientras que el 6% lo envió.
El acto de enviar material sexualmente explícito a través de imágenes o texto vía teléfono móvil, o vía internet, no es un fenómeno nuevo. Anteriormente, el fenómeno estuvo limitado a las cuestiones tecnológicas, ciertamente, los smartphones han ayudado en este sentido.
También influye el tipo de teléfono que se tiene: 21% de los propietarios de teléfonos inteligentes han recibido un “sext”, mientras que el 9% usuarios con otros teléfonos recibió uno de estos mensajes. De acuerdo con Pew, estas cifras se han mantenido constantes durante los últimos tres años, tal parece que sólo falta esperar cómo es que evoluciona este fenómeno tecnológico-social.
Fuente quo.mx