No ha dejado de lado en ningún momento su simpatía, lo que ha dado la vuelta por completo es a su rol de personaje débil. Pac-Man cautivó en los ochenta con un juego arcade y ahora, 34 años después de su nacimiento, ha regresado con un título para consolas de sobremesa y un remodelado juego para dispositivos móviles. Este que nos ocupa no es un juego de Pac-Man tradicional, eso que quede claro.
Lo de esta franquicia es desafiar al tiempo y demostrar que, pese a la tendencia clara en el mercado de videojuegos de traspasar una y otra vez la frontera del realismo, es la jugabilidad sencilla pero dinámica la que nunca pasa de moda. «Pac-Man y las aventuras fantasmales» representa el inicio de una nueva era para el personaje. En esta nueva entrega cambia de registro. Aquí puede (y debe) eliminar a los fantasmas que le acechan en una camino que se regodea en la simpleza.
Este título de plataformas tridimensionales puede enganchar a un público actual y joven quizás desconocedor de lo que representa Pac-Man en la historia de los videojuegos. Aunque parezca simple, el juego atrapa y a más de uno le picará el gusanillo de avanzar entre las pantallas. No está solo en esta aventura, ya que se rodea de dos buenos amigos (Spiral y Cylindria, quienes aceptan el resto de proteger su hogar en una gran, desbordante y demente mundo de acción y aventura.) y algún que otro secreto para poder deshacerse de sus enemigos con amor facilidad y de forma más espectacular.
Hay varias modalidades, ya que según el poder que obtenga puede convertirse en un lanzador de hielo o una especie de lagarto. De esta manera, Namco Bandai ha creado una serie de escenarios que requieren de la combinación de varios poderes para su superación. Y todo gracias a comer las bayas que el jugador se encuentra porque conceden otros poderes.
La primera que te encuentras te convierte en Pac -que así se llama en esta aventura extraída de la actual serie de animación- hielo, que tiene la capacidad de tragar y lanzar sendas ráfagas de hielo que inmoviliza a los fantasmas al convertirlo en un bloque de hielo. Es también muy útil para congelar fuentes y saltar por encima. Al contrario que en la dinámica tradicional, Pac es capaz de deshacerse de un bocado a los fantasmas, y cuando lo hace se genera una explosión como una salpicadura de tomate, algo divertidamente asqueroso.
La míticas bolas amarillas que Pac-Man adora comer están incluso camufladas entre los matojos y arbustos. Otro poder hace de Pac un camaleón, que puede lanzar la lengua y tiene el poder de la invisibilidad. En definitiva, un juego que, sin aportar nada al género y con algunas carencias como el deficiente sistema de cámaras, a los más pequeños podrá hacerles sonreír y hacerles pasar un buen rato.
ABC