Para Julio Borges, a Maduro le conviene distraer la atención del descontento por la escasez, la inflación y la inseguridad, propiciando escándalos y hechos violentos. El diputado y dirigente de Primero Justicia apuesta por la protesta permanente, pacífica y multitudinaria, «que involucre también a los sectores populares».
Sostiene que la oposición siempre lo ha hecho- va a las comunidades porque existe un blackout informativo, el cual «impide a muchos venezolanos entender que este es un Gobierno fracturado, que sale de un error para meterse en otro», y que promociona una guerra de baja intensidad, de todos contra todos, para que los problemas centrales pasen debajo de la mesa
Circula por redes sociales la denuncia de la periodista Patricia Poleo quien, desde Miami, cita un pacto con el gobierno, y le llama «colaboracionista» al prestarse a un plan de Miraflores para convencer a Leopoldo López de respaldar el diálogo. Destruir es fácil. Como lo declaró la MUD: hay sectores que dicen ser de oposición pero asumen un papel de destruir a la oposición, más que denunciar los males del Gobierno. La semana pasada, la leyenda era que voceros de la Unidad, entre ellos Ramón Guillermo Aveledo, habíamos ido a Washington a defender a Maduro y decirle a Obama que no sancionara a los funcionarios del Gobierno.
Luego dijeron que Henrique tenía un pacto de no agresión con Rodríguez Torres; y ahora sacan esa denuncia con el tema militar. Mi opinión es que no hay que prestarle atención. Hay que concentrarse en el país y advertir acerca de esa política de dinamitar la Unidad, que sería el favor más grande que se le puede hacer al Gobierno. La idea es que estemos divididos para fortalecer a un Gobierno cada día más débil.
Debido a ese supuesto «arreglo», le atribuyen su visita relámpago a Leopoldo López. ¿Hablaron acerca de este tema? Fue una visita de amigos, a través de la Asociación de Alcaldes. Lo hice con casi todos los presos políticos, en especial con los alcaldes. Pero solo dejaron que habláramos 10 minutos porque estuvimos marcados por un coronel.
Leopoldo es mi amigo. Lo conozco desde hace más de 20 años. Él sigue firme en su posición, y para mi es muy respetable que él mantenga su posición. Las causas de las protestas son absolutamente válidas, en la medida que no sean violentas. Y deben ser en todos los escenarios. Leopoldo y yo creemos que este es un país que no se doblega.
¿Asegura entonces que no hay arreglo bajo cuerda entre la MUD y el Gobierno para normalizar el país? En lo absoluto. Cada vez que ponen a rodar esos rumores, nosotros partidos políticos e individualidades tenemos que tragar grueso ante tantas mentiras y seguir en la tarea de agrupar a la oposición, con las diferencias que cada quien tenga, según su visión personal. Porque convivir con cualquier ruptura o fricciones no tiene sentido.
La gran labor nuestra es reagrupar y relanzar la Unidad, bajo el entendido de que tenemos diferencias, pero con un objetivo común que nos une: denunciar a este gobierno inepto, represor y corrupto.
¿Cómo fortalecer esa unidad? Las diferencias pueden ser complementarias y no excluyentes. A veces nos metemos en algunos dilemas que son inútiles, como votar o no votar. Dialogar o no, etc. La realidad es mucho más compleja que esos dilemas en blanco y negro. En este momento trascendental apoyamos la protesta social porque posee todos los elementos serios que hay que hacer. Esa protesta se complementa con lograr que el Gobierno se vea obligado a realizar cambios estructurales. Dialogar sin presión social no lleva a ningún lado, pero diálogo con violencia tampoco nos lleva a ninguna parte. Sabemos que en este país no hay justicia, de modo que lo que le queda a la gente es estar en la calle para hacer que se respete su dignidad como ser humano.
Da la impresión de que la estrategia de Miraflores sería generar escándalos (detención de alcaldes, despojo de inmunidad a María Corina, persecución de dirigentes) y confundir a la gente para exacerbar reacciones extremas ¿Cuál es la posición oficial de la MUD respecto a las guarimbas? En la MUD apostamos por las protestas masivas, con carácter social.
Demostrar que no somos «la mitad» del país, sino la inmensa mayoría de venezolanos descontentos e inconformes incluyendo a quienes votaron por Maduro con todo lo que está pasando. Pero sin caer en el campo de la violencia. Todo lo que signifique violencia, el Gobierno lo toma para sí, y no es osado pensar que en muchos casos haya infiltrados. Tenemos que protestar, sí, con contundencia y fuerza.
Con una abrumadora demostración de que estamos molestos con la políticas económicas y la ineptitud del Gobierno, pero sin pisar el peine de la violencia, que es adonde el Gobierno nos empuja, porque sabe que al radicalizar la protesta con violencia desprestigia sus razones. Al final, hace que la gente se canse y crea que protestar no vale la pena porque todo termina ahí. Con esa actuación, ellos lo que tratan es de lavar su rostro represor ante la comunidad internacional. Por eso he dicho muchas veces que tenemos que ser más inteligentes.
Debemos protestar; llevar multitudes a todas partes; toda la fuerza del país debe estar presente en cualquier rincón de Venezuela, pero sin violencia. El descontento de hoy en el país es mayoritario. Más que una crisis, Venezuela está viviendo un caos, que es mucho más profundo. Es como una enfermedad generalizada: política, moral, cultural, económica, institucional.
¿De qué trata la «agenda social» que menciona Capriles? ¿Es compatible con las movilizaciones de calle y las protestas? Sí, esa agenda es compatible con las protestas. Se trata de una propuesta frente a la crisis y cuyo reto no es solo salir del gobierno, sino cambiar de modelo. Hay que cambiar este sistema económico errado. El Gobierno te coloniza el estómago. Como destruyeron la industria y el campo, ahora crean una libreta de razonamiento, al estilo cubano. Bueno, aquí hay que luchar para que podamos independizarnos desde todos los puntos de vista. Para que la gente pueda comprar en completa libertad lo que quiera, la cantidad, la marca y en el momento que quiera.
Decía Juan Pablo II: la libertad no se puede dividir. O la libertad es pura o no eres libre. Este gobierno está sometiendo y esclavizando a la población con tantos controles. Contra eso es que luchamos, pero yendo a las comunidades que no conocen esta realidad porque hay un blackout infomativo. No trabajamos para que salga en los medios, sino para las comunidades se informen. ¿Qué es una tarea difícil? Sí, pero hay que hacerla.
¿Cómo hacen para asumir la labor parlamentaria, con un presidente de la Asamblea que dirige las sesiones con tal arbitrariedad que asusta hasta los diputados del Psuv? Para nosotros la Asamblea no es un parlamento como cualquier otro, sino una trinchera de lucha, porque ellos se niegan a construir consenso y nosotros vamos a resistir. En ningún parlamento los diputados van para que los agredan.
Yo he sido golpeado tres veces, se me ha quitado el derecho de palabra, se violentaron todos los derechos a María Corina, Mardo, María Aranguren. Quieren robar a través de su justicia roja lo que se logró por el voto popular. Hay que saber resistir, porque buscan la humillación moral, humana permanente; quieren desmoralizarnos, que abandonemos y no vamos a permitirlo.
Diosdado, quien debería haber realizado un papel trascendental en la Asamblea para construir consenso, lograr cambios profundos y superar las fracturas, está ejerciendo el rol más triste de la historia, como es el de humillar, destruir, creerse dueño de la soberanía popular, creerse copresidente. Actúa con una soberbia tan grande como si Dios no existiera. Con la idea de que todo comienza y acaba con ellos. Hemos visto a través de la historia cómo terminan estos personajes. Nunca terminan bien, ni ante la Historia ni ante su familia ni delante el país que supuestamente representan.
En el caso de María Corina Machado, se pasó de la raya amarilla de la tolerancia. María Corina es una extraordinaria mujer, la diputada más votada, luchadora, defensora de principios, representa al pueblo. Lo que hicieron en esa sesión no fue descalificar a María Corina, sino descalificarse ellos mismos ante sus propios electores.
Para muchos resulta difícil salir del caos, bajo ese esquema que usted predica. De ahí la desesperación… Sí, ese es el problema: cómo lograr, en medio de la tormenta, señalar un camino que sea claro, cuando tenemos un Gobierno violador de los DDHH. Cómo lograr atravesarlo y que, al final, haya el reencuentro de la paz y la justicia.
Por eso insistimos en que junto a una agenda social debe haber permanencia de las protestas no violentas, que van ayudar a obligar al Gobierno a no aprovecharse de un error para perpetrarse en el poder. Para mí, no hay dudas de que el Gobierno se aprovecha de ciertas protestas para generar violencia.
Es muy importante tener claro que hacemos más daño con marchas pacificas, masivas y multitudinarias que pisando el peine de la violencia. Entiendo el nivel de frustración y desesperación que tenemos todos, de emocionalidad, de sentimientos revueltos, que nos llevan a veces a no medir las consecuencias de nuestros actos. Si pensáramos dos veces: no haríamos cosas que beneficien al Gobierno.
Lo vemos en otros países. Es el caso de Gandhi, Luther King, Mandela, Juan Pablo II, que se enfrentaron al poder y no tuvieron miedo a las agresiones, pero nunca contestaron con violencia. La no violencia no significa claudicar o colaboracionismo, significa no tenerle miedo al poder así te agreda.
Violencia con violencia a lo que te lleva es al ojo por ojo, y ahí vamos a terminar todos ciegos. No podemos llegar a una guerra civil de baja intensidad. Sería el favor más grande que le haríamos al Gobierno, mientras el resto de la población nos observa ajena a esos enfrentamientos. El Gobierno está fracturado y lo que hay que evitar es que la oposición se fracture.
Editorial de Tal Cual