Los simpatizantes de toda la vida de la diputada María Corina Machado, pocos pero entusiastas y convencidos, esperaron durante mucho tiempo un acto como el de este miércoles. Su líder volvía desde Lima tras una semana intensa de actividades en el extranjero que incluyeron una frustrada intervención pública ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos y una participación en un seminario al lado de Mario Vargas Llosa. En el ínterin ha sido despojada de su fuero parlamentario por una decisión personal del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. El chavismo ha pedido que se sume el delito de traición a la patria a la investigación que le sigue la fiscalía como una de las responsables de los disturbios en Venezuela.
A los habituales seguidores de Machado se sumó un importante grupo de personas que quizá no la apoyaron en las elecciones primarias de la oposición de febrero de 2012, pero que reconocen el riesgo que ha asumido desde el pasado 2 de febrero, cuando junto a Leopoldo López y el alcalde metropolitano de Caracas Antonio Ledezma propuso tirarse a la calle para presionar la salida del presidente Nicolás Maduro. Con López preso y con Ledezma arrastrando el lastre de su pasado político, la diputada se ha convertido en la indiscutible líder moral del movimiento.
Machado aterrizó en Venezuela al mediodía y fue recibida en el aeropuerto por 300 seguidores. De inmediato se dirigió a la plaza Brion de Chacaíto, en esa frontera invisible que parte al este opositor del oeste mayormente chavista en Caracas. Fue una sorpresa para los asistentes que llegara acompañada por tres parlamentarios peruanos, que luego del acto se quedaron declarando a la prensa audiovisual. Pero antes de eso Machado tomó la palabra entre los vítores de cientos de seguidores. “Seguiremos luchando hasta conquistar la democracia y la libertad”.
En un aparte de su intervención se dirigió a Cabello: “A él le digo que soy diputada porque así lo quiere el pueblo de Venezuela y así seguirá siendo. La destitución de un diputado sólo procede por muerte, la renuncia, revocatorio o una sentencia definitivamente firme de un tribunal de la República”.
El chavismo se ha cobrado con esa decisión sumaria tomada por Cabello una revancha temporal. Machado se encaró con Hugo Chávez durante el último mensaje al Parlamento que éste pronunciara en enero de 2012. En aquella ocasión la diputada equiparó las expropiaciones ordenadas por el Gobierno con robos. Es apenas una de las anécdotas que ejemplifica la inquina que le profesa el oficialismo.
Machado tiene una obsesión: derrotar políticamente al chavismo y sustituir el modelo rentista petrolero por otro centrado en la capacidad individual de los ciudadanos. Si está en vías o no de concretar su deseo parece asunto de otra discusión. Por ahora, con su compañero Leopoldo López preso, ella está ocupando el puesto por el que luchó, sin éxito, en las elecciones internas de la oposición en 2012. En aquel entonces apenas recibió 3,75% de los votos en la carrera por convertirse en la candidata unitaria para enfrentar a Hugo Chávez.
El oficialismo ha allanado el camino para enjuiciarla sin el requisito que suponía el antejuicio de mérito. Su llegada coincide con una ofensiva judicial sin precedentes para arrinconar a la oposición. Este martes el Supremo venezolano condenó a doce meses de prisión a Daniel Ceballos, el alcalde de San Cristóbal, epicentro de las protestas más fuertes de la oposición, por desacato a la orden de mantener despejadas las vías de barricadas. Sus abogados no tienen notificación de alguna orden para apresarla. Pero el Gobierno quiere que la revancha temporal del martes sea el comienzo de su muerte política.
El País de España
