La satisfacción sexual es un objetivo importante, un componente clave en una buena relación y en una buena vida. Sin embargo, sorprendentemente, nuestra comprensión del concepto es bastante limitada e incompleta.
Una razón de este conocimiento limitado es que la gratificación sexual, al igual que muchos conceptos psicológicos de importancia (la inteligencia, el amor, etc), resultan fáciles de experimentar y comprender de forma intuitiva, pero difícil de definir y medir con precisión. Aquí va un rápido experimento mental: ¿Cómo definirías y calcularías tu satisfacción sexual? ¿Lo medirías por la cantidad de orgasmos en cada encuentro sexual? O tal vez ¿Cantidad de orgasmos al mes? O tal vez ¿Por el número de orgasmos comparados con los de tu pareja, tus amigos, o los que tenías en tu relación anterior? O tal vez prefieres concentrarte en la intensidad o la calidad sobre la cantidad orgasmos. O tal vez sea más importante el sentimiento de intimidad y cercanía emocional que surgen en tus relaciones sexuales, sin importar el orgasmo. O tal vez tu satisfacción sexual se trate de una combinación particular de todas éstas características. Pero si es así, ¿Cuál es la mezcla? La satisfacción sexual, resulta que es una noción resbaladiza y subjetiva, no diseccionada y analizada desde nuestra qualia.
Otra razón por la que sabemos tan poco es que el estudio del sexo en general, y el sexo femenino en particular, es un fenómeno relativamente nuevo. En muchas sociedades alrededor del mundo el tema sigue siendo tabú. Históricamente, incluso en las sociedades consideradas como avanzadas, fue hasta hace poco que dejaron de sostener que las mujeres no disfrutaban particularmente del sexo, o que no tenían derecho al placer sexual, y dada su condición política-socio-económica – no ameritaban ser estudiadas.
Hoy, sin embargo, sabemos que la cuestión de la satisfacción sexual es relevante para las mujeres y los hombres por igual. Tanto los hombres como las mujeres tienen la capacidad, el deseo y derecho a experimentar una vida sexual satisfactoria.
La investigadora española María de Sánchez Fuentes y sus colegas publicaron en 2013 un extenso resumen de literatura sobre la satisfacción sexual. Los autores revisaron los resultados de 197 estudios científicos publicados entre 1979 y 2012, que incluían unas 40 diferentes medidas de satisfacción sexual. Los resultados no mostraron diferencias significativas entre el nivel de satisfacción sexual de hombres y mujeres. Encontraron que, como era de esperarse, las personas sanas están más satisfechas sexualmente. Los problemas físicos (enfermedades del corazón, diabetes, etc.) y psicológicos (depresión, ansiedad, trastornos, etc.) se correlacionaron con niveles reducidos de satisfacción.
Como es de esperarse, en sí, el funcionamiento sexual es importante para la satisfacción sexual. Los que experimentan un fuerte deseo sexual y sus instrumentos sexuales funcionan correctamente (la excitación, la erección, la lubricación vaginal, el orgasmo) reportan mayor satisfacción que aquellos que experimentan dolor, disfunción eréctil, sequedad vaginal, o la imposibilidad de orgasmos. El apoyo social, las buenas relaciones familiares y un buen nivel económico también predicen mayor satisfacción sexual.
Además de la mala salud y la discapacidad física, una serie de otros factores se han correlacionado en la literatura para la satisfacción sexual disminuida. Un historial de abuso o trauma sexual predice niveles más bajos de satisfacción. Las personas con culpabilidad sexual o las personas que se inundan en cogniciones negativas o amenazantes durante el sexo (“Es inmoral”, “No me veo bien”, etc) tienden a experimentar un nivel de satisfacción más bajo. El abuso de la pornografía también predice un nivel más bajo de satisfacción, al igual que la tensión financiera, familiar o personal. La satisfacción sexual como regla disminuye con la edad, al igual que la frecuencia de las relaciones sexuales y del deseo.
Los resultados muestran un panorama muy claro: la satisfacción sexual va de la mano con las buenas relaciones. La gente en relaciones íntimas, con buena comunicación y apoyo mutuo, experimentan una mayor satisfacción sexual. En el contexto de las relaciones, la asertividad sexual (la capacidad para defender tu posición, establecer límites claros, aclarar lo que quieres y necesitas sexualmente, lo que funciona para ti y lo que no) también predice una mayor satisfacción. Además, las parejas que tienen personalidades similares tienden a experimentar una mayor satisfacción (la homogamía). Los pájaros del mismo plumaje vuelan juntos, con alegría, en armonía. La satisfacción sexual aumenta con el nivel de educación, pero parece estar inversamente relacionada con el número de parejas sexuales. Más parejas = Menos satisfacción.
El investigador Uzma S. Rehman de la Universidad de Waterloo en Canadá, y sus colegas también publicaron en 2013 un resumen más específico de la investigación sobre la satisfacción sexual, específicamente entre las mujeres heterosexuales. Muchos de los resultados encontrados por Rehman se alinean con los encontrados por Sánchez Fuentes. Entre las mujeres, la calidad de la relación íntima predice el nivel de su satisfacción sexual. Las mujeres en una relación íntima con confianza mutua, reportaron un nivel más alto de satisfacción. Las mujeres casadas reportaron mayor satisfacción sexual que las solteras. Además, las mujeres (sobre todo jóvenes) con una imagen corporal y autoestima positivas tienden a reportar niveles más altos de satisfacción sexual, independientemente de su peso objetivo y la forma real de su cuerpo. La satisfacción sexual entre las mujeres, en general, disminuye con la edad. Las características individuales también están relacionadas con la satisfacción sexual. Las mujeres altas en el rasgo de la personalidad de neurosis (ansiedad, tendencia a las emociones negativas, bajo estado de ánimo, la irascibilidad) reportaron satisfacción sexual reducida.
Rehman informó de que el estilo de apego predice la satisfacción sexual de las mujeres. En resumen, la teoría del apego, concebida por el psicólogo británico John Bowlby en los años sesenta, afirma que los niños, a través de sus interacciones con agentes de afecto, interiorizan un estilo personal de apego – un modelo específico de apego al mundo y sus habitantes.. Este estilo de apego moldea los patrones de respuesta emocional y la conducta interpersonal del niño en el futuro. Existen tres principales estilos de apego que han sido identificados: Apego seguro (“El mundo es benigno y ordenado, puedo confiar en la gente. Mis necesidades pueden ser satisfechas”). El apego ansioso – ambivalente (“El mundo es complicado. La gente me puede lastimar. Quiero acercarme a los demás, pero temo que no van a corresponder”). Apego evasivo (“El mundo está mal. La gente es inútil. Será mejor mantenerme alejado de la gente y confiar sólo en mí mismo”). Rehman y sus colegas han encontrado, como era de esperarse, que un estilo de apego seguro predice un aumento de la satisfacción sexual.
El vínculo consistente en la literatura entre la calidad de la relación y el nivel de satisfacción sexual sugiere que la satisfacción sexual, como la experimentada en la vida de la mayoría de la gente, es esencialmente una propiedad emergente de nuestro contacto íntimo y nuestras relaciones, que no es simplemente personal, privada, o una experiencia solitaria que hay que dominar por sí solo en nuestro cuarto . Las buenas relaciones y el sexo satisfactorio van de la mano.
Así que ya sabemos algunas cosas. Sin embargo, nuestra comprensión de los procesos de satisfacción sexual están lejos de ser satisfactorios (disculparán el juego de palabras). La investigación existente ha sido limitada en varios aspectos importantes.
En primer lugar, por razones obvias, la mayor parte de la investigación sobre la satisfacción sexual se ha basado en auto-informes de los participantes y no en medidas objetivas o derivadas de la observación directa. Los datos reportados son inherentemente vulnerables a diversos sesgos y distorsiones, entre ellas la ignorancia, la mala memoria, los efectos de la aprobación social, y naturalmente, la mentira.
En segundo lugar, la mayoría de los estudios de la literatura sexual son de naturaleza correlacional. Las correlaciones entre las variables no explican las relaciones de causa y efecto. Por ejemplo, si encontramos una correlación entre la satisfacción de la relación y la satisfacción sexual, todavía no sabemos qué causa qué. Tal vez la felicidad en una relación felicidad conduce al buen sexo. Pero tal vez el buen sexo facilita una gran relación. O tal vez el vínculo entre las dos variables es indirecto, creado en su totalidad por una tercera variable, tales como valores compartidos, o el nivel de estrés. Encontrar la causa y el efecto requiere de experimentos controlados. Los experimentos controlados sobre el tema de la satisfacción sexual son difíciles de llevar a cabo y por lo tanto muy poco frecuentes.
Por último, la mayoría de los estudios sobre la satisfacción sexual no se han basado en la teoría. Esto es un problema porque una teoría para la ciencia es una especie de mapa que nos permite comprender la realidad que nos rodea, para comunicarnos de manera efectiva y que nos ayuda a predecir con exactitud el futuro. La ciencia avanza y resuelve problemas mediante la construcción de teorías. En ausencia de una teoría, nos quedamos con una pila de estudios, reportes, observaciones y experiencias, pero sin una manera de combinar las piezas individuales de información en conjunto en un marco coherente.
Una teoría de la satisfacción sexual que ha sido apoyada por data científica surgió en los años noventa, fue realizada por los investigadores canadienses Kelly -Ann Lawrance y E. Sandra Byers. Los investigadores definieron la satisfacción sexual como: “Una respuesta afectiva que surge de de una evaluación subjetiva de las dimensiones positivas y negativas asociadas a la propia relación sexual.” Se propuso que dicha satisfacción sexual dependía de cuatro ecuaciones: 1 . Satisfacción con las relaciones en su totalidad. 2. Relación entre el nivel de las recompensas y los costos en una relación, 3. Nivel de recompensas y costos en comparación con nuestras expectativas. 4. Nivel de igualdad en las recompensas y costos en la pareja.
‘Recompensas’ según esta teoría, son los aspectos positivos de una relación como los que traen alegría y satisfacción. “Costos” son eventos que causan dolor, vergüenza o ansiedad, o que requieren esfuerzo. Beneficios y costos pueden ser físicos y de comportamiento o de naturaleza mental. Lawrance y Byers encontraron que mientras que los hombres y las mujeres no mostraron diferencias significativas en el número medio de recompensas y costos que sustentaron, las mujeres eran más propensas a auspiciar los aspectos psicológicos de la relación como recompensas (“Él me ama. Me siento como una reina con él”) y auspiciaron los aspectos físicos y de comportamiento como costos (“Hago cosas en la cama que no me gustan, porque a él le gustan”).
De acuerdo con esta teoría, la satisfacción sexual se incrementa cuando la satisfacción en la relación es alta, cuando el nivel de recompensas en el sexo es superior al nivel de los costos, cuando las recompensas son altas y los costos son bajos en relación con las expectativas, y cuando hay igualdad entre los beneficios y los costos que ambas partes experimentan. La satisfacción sexual en este enfoque también tiene en cuenta la historia de la relación: si en la mayoría de los años pasados la pareja ha experimentado mayores costos y menores beneficios, una semana de altas recompensas y de costos bajos no compensará la historia negativa.
Por lo tanto, si tu relación en general es buena, si tu vida sexual te trae más diversión que dolor, si el nivel de diversión supera las expectativas y el nivel de dolor es más bajo de lo esperado, si sientes que hay igualdad con tu pareja en niveles de la diversión y dolor y, si esta situación ha estado ocurriendo por algún tiempo considerable, entonces vas de acuerdo con esta fórmula, estás sexualmente satisfecha/o.
Aparentemente, el nivel de satisfacción sexual que todos anhelamos requiere mayor atención que el sólo buscarlo en la cama. Nuestro acercamiento debe ser holístico, empezando por nuestra propia sanidad mental y corporal y después, convirtiéndonos en fuentes de afecto con nuestras parejas. Intentar hacerlo de otra manera es progresar en la dirección incorrecta.
Fuente: AS