Según estudio llevado a cabo en Suecia , halló que invertir solo 10 minutos al día cantando tus canciones favoritas, ayuda a mantener tu mente en forma, ya que reduce el envejecimiento del cerebro y promueve la buena memoria.
Ademas, cantar ayuda a calmar tu sistema nervioso y tambien relaja tus arterias, a su vez se mejora la circulación de la sangre al cerebro.
Como toda expresión artística, el canto resulta liberador, pues permite canalizar emociones muy variadas, constituyendo una senda significativa hacia la identidad más profunda de las personas. Entérese…
Una pieza musical tiene la capacidad de sugerir, evocar, alegrar, relajar o hacer sentir tristeza y nostalgia. Y estos efectos pueden todavía ser más intensos si en lugar de escucharla, se canta.
Siempre se cantó en familia, en las fiestas y en los encuentros con amigos; pero, cada vez más, parece que se hace únicamente en situaciones concretas, como en la ducha o en un karaoke. Y eso que en la infancia las personas acostumbraban a hacerlo espontáneamente y que, aún en la escuela, se aprende cantando.
En las sociedades occidentales lo racional tiende a prevalecer frente a lo emotivo, lo que contribuye a que hombres y mujeres no exterioricen sus sentimientos y emociones con plena libertad.
Pero, aunque esa racionalización sea sinónimo de evolución, todos los seres humanos tienen la necesidad de expresarse y divertirse, y en ese sentido el canto es una de las mejores herramientas de que disponen: resulta perfecto para la salud del cuerpo y del espíritu.
Una vía hacia el interior
«Cantar es un arte y practicarlo estimula el sistema neurosensorial, incluyendo el ritmo y la relajación. Además, disminuye los niveles de ansiedad y logra conectar al individuo consigo mismo, haciéndole tomar conciencia, en un primer momento, de cuáles son las alteraciones que tiene, logrando reorientarlo a un estado óptimo, de una manera rápida, agradable, individual y no invasiva», afirma Rosaura Tovar, psicólogo clínico.
La voz es una de las principales herramientas de la comunicación. A través de ella se transmite la manera de ser y las diferentes facetas de la personalidad. De alguna forma, es la imagen de lo que se es y representa la forma en cómo se asume la existencia. Resulta tan personal como la huella dactilar o el color de los ojos.
En este sentido, el profesor francés Serge Wilfart, autor del reconocido método Wilfart, afirma que «la voz revela el estado interno de cada individuo, el bienestar o malestar psicológico, y al trabajarla se recupera el equilibrio».
En opinión del experto, incidir sobre el sonido y la respiración, permite reencontrar la armonía física y mental. Además, sostiene que quien canta mal habla mal, respira inadecuadamente, adopta malas posturas y se siente mal dentro de su piel. Recuperar la voz implica desarrollar la función respiratoria, rectificar la verticalidad corporal y, en un sentido más amplio, «realizar un viaje al interior de sí mismo».
El elemento emocional
Encontrar la propia voz va más allá de saber cantar en un determinado registro musical, porque ella no se origina exactamente en la garganta sino que involucra a todo el cuerpo.
Si a la voz se le suman ritmos, tonos y melodías, el componente emocional se magnifica de forma extraordinaria. Al cantar, se implican tanto la mente como el cuerpo, y ante todo, las emociones; por eso a veces se experimenta una alegría muy intensa, otras veces saltan las lágrimas y en muchísimas oportunidades se recuerdan experiencias o personas. Todo ello no provoca un desequilibrio sino que puede hacer que el organismo se mejore.
En compañía
«El canto grupal nos hace vibrar en una misma sintonía disolviendo las diferencias, despertando una corriente amorosa que nos nutre y eleva», afirma Alberto Kuselman, psicólogo, músico y compositor argentino, uno de los primeros estudiosos en impulsar la utilización del canto como terapia psicológica.
En este sentido, una de las posibilidades que los aficionados tienen a su alcance es hacerlo a través del canto coral, es decir, formar parte de un grupo y coincidir periódicamente con otras personas para lograr melodías polifónicas. Al contrario de lo que pudiera parecer, el hecho de pertenecer a un conjunto no anula o reduce la individual de sus miembros. Como asegura Rosaura Tovar: «La interacción social es muy importante en la mayoría de los procesos terapéuticos; y en el caso de una coral, la contribución de cada uno es imprescindible y al mismo tiempo enriquecedora para todos». Aún más, formar parte de un grupo en el que se comparten emociones y sensaciones lleva implícito desarrollar habilidades de empatía y cohesión social.
Ideal en la edad adulta
Aunque muchas veces se han señalado los beneficios de utilizar el canto en los niños, se ha confirmado que resulta especialmente beneficioso para los mayores, sobre todo si se hace en compañía.
Estudios llevados a cabo en un coro de la Levine School of Music en Washington (Estados Unidos) demostraron que los participantes, todos mayores de 55 años, notaron los siguientes beneficios: escasas visitas al médico, menos problemas de la vista, un índice menor de depresión y disminución de la medicación. Los integrantes del coro declararon sentirse mejor en su vida diaria: la calidad y fuerza de su voz se incrementó, respiran mejor y tienen una postura más adecuada. Además, dijeron haber recuperado notablemente la motricidad y coordinación; todo esto porque para expresarse de esta forma hay que usar todo el cuerpo.
En definitiva, cantar constituye una experiencia sanadora y enriquecedora, de la que se puede aprender mucho más de lo que se puede imaginar.
Potente y rejuvenecedor
Según la doctora Gertraud Berka-Schmid, psicoterapeuta y profesora de la Universidad de Música y Arte de Viena, «Cantar es la respiración estructurada, por tanto constituye un poderoso ejercicio integral: es un masaje para el intestino, un alivio para el corazón, impulsa la circulación sanguínea, suministra aire adicional a los alveolos pulmonares, libera tensiones por la sudoración y además estimula los 80 músculos de la cara al gesticular».
Fuente: Planeta Curioso