El cine venezolano está en crecimiento. Cada vez es más común escuchar sobre las nominaciones y victorias de las películas nacionales en los premios y galas mundiales. La gran apuesta para febrero será la obra Azul y no tan rosa, que está nominada a mejor película iberoamericana en la XXVIII edición de los Premio Goya en España. Lo que la convierte en la novena producción venezolana que aspira al aclamado galardón cinematográfico. El corresponsal en Madrid de Informe21, José A. Puglisi, ha conversado con el director de la película, Miguel Ferrari, para conocer más sobre Azul y no tan rosa y la clave de su éxito internacional.
Miguel Ferrari está a las puertas de hacer historia en el cine nacional: ganar el primer Premio Goya para Venezuela. Ocho obras fueron nominadas previamente sin conquistar el galardón, pero para el director de Azul y no tan rosa no sería nada descabellado pensar que “quizás, esta sea la edición de Venezuela”. A su parecer, las nuevas producciones cinematográficas del país son más vibrantes y frescas, que permiten comenzar a abrir un “abanico infinito de historias interesantes que forman parte de nuestro día a día”, más allá de la tradicional temática de la criminalidad y pobreza.
Ferrari, quien admite que “todavía falta recorrer mucho para tener una verdadera industria [del cine], pero vamos por buen camino”, ha alcanzado su importante reconocimiento internacional en su primer intento como director y productor. Sin embargo, no se deja endulzar por la soberbia y asegura que la clave para llegar al éxito consiste en “prepararse cada día más, ser honesto y nunca pensar que eres el mejor”.
Azul y no tan rosa es su primera película como director y productor, ¿cómo ha sido la experiencia de llevar su obra a la gran pantalla?
Sin lugar a dudas, es la experiencia más gratificante de toda mi carrera. Estoy viviendo un momento muy dulce, cosechando lo sembrado y preparando el terreno para futuros proyectos.
Su primera película y termina nominado a los Goya, ¿cuál ha sido la clave del éxito para ser reconocido internacionalmente?
En primer lugar, debo confesar que me siento un privilegiado. Toda mi vida he trabajado en lo que me gusta y me han pagado por ello. Hacer una película es una labor titánica. Verla concluida y ver cómo se conecta emocionalmente con los espectadores es mi mayor recompensa y la clave del éxito está en prepararse cada día más, ser honesto y nunca pensar que eres el mejor.
¿Qué representa para usted que Azul y no tan rosa sea la novena película venezolana en ser nominada a los Goya?
Representa un gran espaldarazo, no sólo para mi carrera sino para el cine de mi país. Esto nos debe inspirar a hacer las cosas cada vez mejor y pensando en lo más importante, el espectador que paga una entrada para vivir dos horas de fantasía y participar en ese viaje emocional de los personajes.
¿Qué perspectivas tiene de llevarse el premio a casa?
Tenemos fuertes competidoras. Películas que pertenecen a países con gran tradición cinematográfica y que han ganado varios Premios Goya. Sin embargo, nuestro cine ha crecido mucho y está lleno de propuestas vibrantes y frescas. Por lo tanto, cualquier cosa puede pasar y no es nada descabellado pensar que, quizás, esta sea la edición de Venezuela.
Azul y no tan rosa ha roto con las tradicionales temáticas del cine venezolano de criminalidad y pobreza, ¿se está abriendo una nueva ventana para las producciones nacionales?
Creo que es importante atreverse y abrir ese abanico infinito de historias interesantes que forman parte de nuestro día a día. Se están produciendo mayor cantidad de películas y eso permite tener también mayor variedad de temas y géneros en nuestra producción nacional.
¿Cuáles son, a su parecer, los aspectos que aún se deben mejorar en el cine nacional para aumentar su exposición y popularidad internacional?
El cine nacional está en una etapa de crecimiento. Todavía falta recorrer mucho para tener una verdadera industria, pero vamos por buen camino. La oferta es variada. Eso no es malo. Debe haber opciones para todos los públicos. Sin embargo, debemos apuntar más a la excelencia y dejar atrás la improvisación y el mal gusto. Lo importante es que los cineastas se preparen cada vez más para asumir retos importantes. El cine venezolano debe dar un salto cualitativo en sus guiones. Esa es la base fundamental para tener buenas películas. Debe haber mayor capacidad de riesgo. Se debe desarrollar más la creatividad y ofrecer historias más atractivas y mejor estructuradas.
En los últimos años ha existido gran polémica entre el cine y su relación con el Gobierno y su ideología, ¿cuál es su opinión al respecto?
Hice una película que les habla a todos, independientemente de la opción que tengan. Una historia sobre el amor y el reencuentro. Espero que algún día los venezolanos lleguemos a reencontrarnos y a respetarnos a pesar de nuestras diferencias.
Azul y no tan rosa habla sobre las diferentes formas de amor y cómo asumirlas, ¿cuál es el amor que actualmente le inspira a expresarse a través del cine?
El amor de la familia.
Si pudieras escoger a cualquier otro director (vivo o muerto) para trabajar en un nuevo proyecto nacional, ¿a quién escogerías?
Me encantaría actuar para una película de Gustavo Rondón.
Tras el éxito alcanzado por Azul y no tan rosa, ¿qué nuevos planes está desarrollando?, ¿nos puede adelantar un poco sobre alguno?
Soy bastante inquieto y, por supuesto, estoy trabajando en una nueva historia, pero no puedo adelantar nada. Ya llegará el momento.
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Amores alternativos
¿Cómo definiría, en una sola palabra, Azul y no tan rosa?
¡Amor!
El recuerdo más emotivo que tiene cuando piensa en su película
El abrazo que se dan padre e hijo en la laguna de Mucubají en Mérida. Es el momento del clímax y lo que todos están esperando que ocurra. La escena donde finalmente se reencuentran y se aceptan tal y como son.
Una película que recomienda a todos los venezolanos que vean
Cinema Paradiso de Giusseppe Tornatore.
Una anécdota que ocurriese durante la grabación de la película
Cuando filmamos en Madrid estábamos en pleno verano y el sol era inclemente. Tenía un complicado plano secuencia frente al Palacio Real en el que intervenían actores japoneses. Eran actores muy disciplinados y muy precisos. Repetimos muchas veces el plano porque habían demasiados turistas en el lugar que arruinaban la toma, pero estos actores repetían su acting perfectamente. Eran incansables. Lo único que varió y mucho, entre la toma 1 y la 20, fue el color de piel. Terminaron bastante bronceados.
La meta profesional que sueña alcanzar a largo plazo
Mi única meta profesional es seguir haciendo soñar a la gente a través de mis creaciones, bien sea como actor o como guionista y director.
Fuente http://informe21.com/