El más reciente Lapsus Linguae del «primer presidente chavista de este país» (valga lo que valga esta categorización, puesto que al mismo Chávez le gustaba burlarse de sus ministros calificando de «lapsus brutus» los tropiezos lingüísticos de sus funcionarios), bien amerita un análisis de los expertos, pues esta vez el heredero mediático confundió nada más y nada menos que el sagrado milagro de Jesús de la «multiplicación de los peces» con la obscena expresión (suponemos que de su propia cosecha): la «multiplicación de los penes».
En las redes sociales se preguntan: «¿En qué estaría pensando Maduro?”. Y la respuesta, aunque no lo parezca, no es tan sencilla. Según los expertos, un Lapsus linguae es un «error lingüístico o tropiezo cometido al hablar» que sucede por un error del cerebro cuando, tratando de organizar los mensajes lingüísticos, se confunde una palabra con otra, por lo general, de pronunciación similar.
Pero el siempre malpensado de Freud, argumentaba que los Lapsus linguae más bien representan «malas jugadas del inconsciente». Y provienen de un conflicto interno. «Manifiestan algo de lo cual no se está seguro ni convencido». Es decir, suceden cuando la persona no dice lo que siente, sino lo que estaba interesado en argumentar. O para ponerlo claramente: en el caso que nos ocupa, tienen una mayor incidencia cuando la persona está mintiendo. El «inconsciente los traiciona», pues, revelando una profunda contradicción interna.
En descargo de Maduro, habría que acotar sin embargo, que el afloramiento de esos contenidos reprimidos, tienen lugar, según los expertos, en situaciones de estrés o angustia. De modo que no es de extrañar que algo así le suceda a una persona que todos los días teme por su vida. Y claro. No es fácil vivir rodeado de malandros y encima tener que trabajar con ellos.
Pero ninguna de estas justificaciones disuaden a los defensores de los derechos de los homosexuales de pensar que hay una manifiesta homofobia en un gobierno que dice defender a las minorías.
Dejo al lector, pues, las conclusiones respectivas en relación al significado que puede tener en este contexto lo de la «multiplicación de los penes». A veces no hay que ser demasiado sesudo para saber que dos más dos son cuatro y que hay pícaros por doquier… por cierto, no de cuatro sino de siete suelas. Y para muestra un botón: aquí tienen al maestro dándole como siempre, luces a su alumno.
Fuente: EDC