Al igual que Johnny Depp, George Michael o Seal, también Whitney Houston tendría que haber celebrado este viernes, 9 de agosto, sus 50 veranos. Pero en lugar de eso, desde mediados de julio una piedra rojiza con forma de lágrima y un corazón rinden homenaje a la cantante en el cementerio de Westfield (Nueva Jersey).
Junto a su nombre, su fecha de nacimiento y de defunción (11-2-2012), se leen las palabras «The Voice» (la voz) y el título de su canción más famosa, «I Will Always Love You», que interpretó en la película «El guardaespaldas». Una mezcla de cocaína, tranquilizantes y otros medicamentos, combinada con una enfermedad cardíaca y una calcificación arterial, acabó con su vida en la bañera de un hotel de Beverly Hills.
Houston era una consumidora de droga «crónica», dijo en marzo de 2012 Craig Harvey, portavoz del instituto forense que examinó sus restos. Alcohol, drogas y abuso de medicamentos eran la otra cara de la moneda en la brillante carrera de la cantante, con hits como «I Wanna Dance With Somebody (Who Loves Me)» o «One Moment In Time».
Cócteles mortales (ingeridos por error) acabaron también con la vida de estrellas como Michael Jackson, Amy Winehouse o Heath Leadger. El último caso en saltar a los titulares fue el del actor de la serie «Glee» Cory Monteith, de 31 años, que hace un par de semanas fue hallado muerto en un hotel de Vancouver.
Houston contó por primera vez a la opinión pública sus adicciones en 2002. Cuando la periodista Diane Sawyer le preguntó ante las cámaras de televisión si el alcohol, la marihuana, la cocaína o las pastillas le suponían un problema, confesó que en alguna ocasión había ingerido de todo al mismo tiempo. «No soy de esas personas que quieren morir», afirmó en aquel entonces. Su última desintoxicación fue en 2011.
La conmoción que causó su muerte era visible en los rostros de familiares y amigos como Kevin Costner, Mariah Carey o Stevie Wonder, que acudieron una semana después al funeral gospel para despedirla. «Ahora hay una mujer joven en el cielo que deja que Dios admire la creación tan perfecta que hizo», dijo entonces su compañero en «El guardaespaldas».
Que la música desempeñaría un papel fundamental en su vida estaba ya casi marcado desde su nacimiento, el 9 de agosto de 1963, en el barrio neoyorkino de Newark. Su madre, Cissy, cantaba en el coro de Elvis Presley; sus primas Dionne y Dee Dee Warwick se convirtieron en estrellas del soul y Aretha Franklin fue su madrina. Con apenas 14 años, Whitney hizo su primera grabación y más tarde cantó junto a su madre en diversos clubs.
Su álbum debut, en el que sólo aparecía su nombre, salió a la venta en 1985 y fue un bombazo. El segundo, ahora bajo el nombre de «Whitney», incluía éxitos como «I Wanna Dance With Somebody» o la balada «Where Do Broken Hearts Go». En los años 90 comenzó su carrera como actriz, pero pronto llegaron también los problemas: el alcohol, las drogas y Bobby Brown.
En 1992, en el punto máximo de su fama, se casó con el cantante de R&B, con el que tuvo una niña (la ahora veinteañera Bobbi Kristina). Pero el turbulento matrimonio generaba titulares una y otra vez, y tras 15 años la cantante solicitó el divorcio.
Puntualmente para el primer aniversario de su muerte, la madre de Houston Cissy publicó un libro sobre su hija, «Remembering Whitney». «Era distinta a como solían presentarla en los titulares», escribe la cantante de gospel, de 79 años. Su historia fue la de una chica insegura «que quería ser querida por todos», dijo Cissy Houston a dpa. «Nosotros la llamábamos Nippy, como un personaje de cómic que siempre estaba metiéndose en líos.»
Fuente:El Universal