«Tiene que venir una parte del Estado, que determina la parte de la educación. Por otro lado, la voluntad de la gente que tiene nivel cultural»
Es 24 de julio y Caracas es una fiesta bolivariana que no se acaba nunca. A 230 años del nacimiento de Simón Bolívar, la ciudad recupera parques y teatros y espacios públicos, para que la fiesta sea mayor y la música siga sonando siempre entre las mayorías. Y Aquiles Báez es músico, compositor y productor musical, y tiene mucho que decir y tocar.
¿Venezuela tiene ahora más que nunca presencia musical, o siempre la tuvo?
Yo creo que siempre la ha tenido, quizás ahorita hay más desarrollo. Sin embargo, yo creo que hay mucha tela que cortar. No es correlacionado el talento y la habilidad musical con la presencia que tiene la música en los espacios masivos. Hay mucho más talento, mucha más música que lo que uno ve en los espacios masivos, sin ánimo de entrar en polémica. Es una forma de mostrar una cara positiva del país, es una cara de la gente que le gusta la música, que hace música, que crea identidad, y por otro lado, está haciendo cosas muy interesantes, a partir de su trabajo están haciendo su propio lenguaje.
Hay una verdadera explosión musical en el país, espacios que se han rescatado como cines y teatros, donde ahora se presentan jóvenes músicos venezolanos, incluso, acompañados de artistas internacionales. Allí está la plaza Diego Ibarra, el Teatro Principal, el Teatro Catia…
Yo creo que siempre ha habido presencia y siempre ha habido espacios públicos, incluso privados. Aquí había una cosa muy interesante que era que una ley que favorecía la presencia de fundaciones en las empresas privadas y creo que fue Caldera quien acabó con eso. Por un lado, yo siento que hay mucho espacio público, pero hacen falta los espacios privados, o sea, no puede ser que si hablamos de cultura, de los espacios públicos que hablamos son de Caracas nada más, todo se reduce a un cuadrante.
¿Qué llama usted cuadrante?
O sea, de Chacaíto a Los Palos Grandes hay una cultura a nivel privado. Y ¿qué pasa con el resto de las ciudades? Yo creo que los espacios públicos son fundamentales, pero también son fundamentales los espacios privados. Antes había clubes de jazz, ahora no existen clubes de jazz, de boleros, y ya no existen, eso se ha perdido; yo creo que hay que recuperar ese tipo de espacios. Y hay algo que es muy duro, que es convencer a la gente de que lo se está haciendo aquí es muy bueno.
Y es un poco triste porque la música venezolana, que es mi apuesta, no es conocida ni siquiera en Venezuela. Tú haces una encuesta y preguntas quién es Otilio Galíndez, y uno de cincuenta te va a decir: «Yo sé quién es».
Hubo un decreto del 1 x 1.
Pero caemos en el mismo juego. Las piezas venezolanas las pasan en la madrugada. El presidente de Brasil, en los años sesenta, puso una ley que no era 1 x 1, era 4 x 1. Los brasileños nos llevan una morena en muchas cosas. Llevaron su música a todas partes del mundo desde los años cincuenta y hay escuelas de samba en todas partes. Nosotros tenemos que buscar la forma de cómo proyectar nuestra música.
Pero ahora se creó el Cendis.
A mí me parece una idea fabulosa y la respeto, y me parece que esa es una de las cosas buenas que hay que hacer, pero hay que ir más al fondo, que es educar. Mientras no tengamos educación, por mucho esfuerzo paralelo que se haga es muy difícil que nuestros valores surjan, y eso lo sabemos desde la historia, y la música no es una excepción, tiene que haber un trabajo desde pequeño de incentivo a la identidad.
Sé que ahora está el proyecto Alma Llanera, donde supuestamente van a dar espacios plurales, así como el Sistema dio respuestas con música venezolana, pero ¿qué pasa en las escuelas públicas y privadas? Si yo tuviera poder, cosa que no tengo porque soy un simple músico, yo pondría clases de cuatro y maracas desde kínder.
Lo que decía el maestro Emil Friedman.
Sí, él decía una cosa fabulosa, que la educación sin la música no tenía sentido. Hay una cosa que es fascinante: hay estudios que dicen que 88% de las personas que son melómanas son personas que han tocado aunque sea por un ratico cualquier instrumento.
¿Por qué apuesta usted por la música venezolana?
Primero, porque yo tengo fe. La fe es algo que es más contundente que uno. Es una fuerza superior a uno. La música venezolana para mí es una hermosura, que es contacto de tres grupos étnicos que se unieron y crearon algo hermosísimo. Cuando tú estás afuera y te das cuenta de que no se escucha la música venezolana, entonces tú te dices: «No se puede escuchar fuera si no se escucha dentro». Y uno empieza a ver a los colombianos, ahorita en cualquier festival en cualquier parte del mundo, y te consigues con su presencia allí, así como presencia argentina y presencia brasileña; no tenemos presencia fuera culturalmente.
Y ¿cómo ve usted a Gustavo Dudamel y a José Antonio Abreu?
Eso es un lado, eso es la música sinfónica, y yo creo que sin duda alguna el Sistema ha subido el nivel técnico de los músicos populares. Hace unos años, los músicos eran contados; un bajista, un violinista. Ahorita tienes 50 y 60, y eso es maravilloso. Eso es un lado, ahora ¿qué pasa con la música popular? Es otro espacio diferente.
Pero Beethoven es tan popular como Jesús Ávila.
Anteriormente, la cosa era así.
Para mí, los mejores músicos populares son Beethoven, Bach, Mozart…
Hay un anécdota de Beethoven que, como tú sabes, era un tipo superatormentado. Él un día se metió en un pueblo de Italia a pasar unos días de calma y nada más tocar un piano, y entonces un día, de repente, empieza a oír un violín a lo lejos de algo que le resulta familiar. Entonces se acerca y se da cuenta de que es una composición de él, y se acerca y se encuentra con una orquesta de cámara hecha por campesinos, porque en esa época la gente se pasaba las partituras. Eso es lo que debía pasar. Lo que pasa es que ahora tenemos un enemigo muy fuerte.
¿El enemigo fuerte es el mercado?
Sí, porque el mercado te impone cosas. Está también la payola, y lo peor, cuando te alienas y piensas que lo único que vale no son las cosas producidas aquí, sino las cosas producidas fuera. Eso es algo contra lo que hay que luchar, eso es producto de una cultura petrolera. Es más, yo diría que Venezuela es el país de América Latina que tiene más fuerte ese peso.
Tú vas a Colombia y ves que desde la gente que está con las Farc hasta la gente que está con Uribe oyen vallenatos, cumbias, porros, y creen en su cultura; tú aquí vas a sectores medios o sectores bajos, y hablas de la fiesta de San Juan y muy probablemente no sepan lo que es, o hablas del Carrao de Palmarito o de Luis Mariano Rivera, quienes deberían ser héroes nacionales, deberíamos tener aeropuertos con sus nombres, calles, y no saben quiénes son. Por eso hay que hacer un trabajo de educación muy fuerte.
Ese trabajo tienen que hacerlo los músicos también.
Tiene que venir una parte del Estado, que determina la parte de la educación. Por otro lado, la voluntad de la gente que tiene nivel cultural; por otro lado, la gente que tiene poder en la educación privada; por otro lado, está la mentalidad de la gente.
Gandhi dijo una cosa hermosísima: «Para cambiar algo, tienes que cambiarte a ti mismo». Por ahí tenemos que empezar, por cambiarnos a nosotros mismos antes de pensar en otra cosa, es muy duro, muy contundente, pero te digo, no soy pesimista para nada, pienso que hay espacios ganados.
Cuando usted habla de la música sinfónica y la popular, ¿piensa que hay un apoyo desigual por parte del Estado?
Eso es como cuando tú tienes un equipo de beisbol y un equipo de fútbol y tienes un equipo de básquet, son cosas que aunque son deportes, son diferentes.
Yo sí siento que debería haber más apoyo del Estado hacia la música popular, en lo personal, sin desmerecer el apoyo que se le ha dado a la música clásica, que ha dado unos resultados extraordinarios, ojalá que la música popular tuviera a alguien que hubiera hecho el trabajo como lo hizo José Antonio Abreu, que eso es lo bueno que tiene la música clásica en Venezuela, que hay un tipo que se sentó hace 40 años con un maletín con los ministros y les hacía lobby, y pedía cosas y llegó un momento y empezó a ganar espacio, y tiene ese espacio que lo tiene bien merecido.
Dicen que cuenta con un presupuesto muy por encima de las demás instituciones.
Bueno, pero también depende de nosotros buscar ese presupuesto, o sea, yo no critico al Sistema de Orquestas. Yo creo que nosotros, los músicos populares, tenemos que buscar la forma de conquistar presupuestos, ahorita viene la ley de la cultura, vamos a esperar.
En Brasil hay algo parecido a la ley del cine, donde le dan el 1% a un fondo que está creado para hacer cine, y así se han hecho una cantidad de películas. Imagínate que se creara un fondo de música, y que el 1% de los espectáculos musicales fuera para ese fondo. Yo creo que uno no debe criticar lo que existe, uno tiene que hacer para que haya otras cosas. Mucho depende de nosotros, o sea, yo en vez de criticar el Sistema prefiero buscar una solución.
¿Qué está haciendo Aquiles Báez para que exista eso que debe existir?
Yo trabajo mucho, ahorita tenemos este festival, que se llama Caracas a Contratiempo, que es una apuesta por los músicos jóvenes venezolanos. Desde hace tres años tenemos una programación que se llama Noches de Guataca, en el Trasnocho, que es una apuesta por la música venezolana. Yo hago lo que puedo hacer desde mi perspectiva de músico: puedo hacer un festival, doy conciertos y doy clases. Cada vez que yo voy a Coro, porque mi familia es de allá, se me acercan como 20 carajitos para que los enseñe a tocar, porque no hay quién los enseñe, después todos terminan trabajando de mecánicos, de taxistas.
Por eso es que yo hablo de los espacios privados, que son necesarios. Si tú tuvieras unos sitios donde tocar en Coro y en todas partes, los músicos de Coro y de todas partes no tendrían la necesidad de venir a Caracas.
Se sigue creyendo que para triunfar hay que venir a Caracas.
¿De qué puedes vivir tú en Machurucuto como músico? Tienes que venir a Caracas.
¿La gente del sector privado está apoyando los movimientos musicales?
Sí, hay gente del sector privado que está apoyando. Uno tampoco puede ser mezquino con toda la gente, porque hay gente que está creyendo en lo que está pasando musicalmente en Venezuela.
Cuando usted habla de la música venezolana, ¿a qué género se refiere? Porque hay muchos géneros.
Claro, también hay un espacio que es la música folclórica, que es un espacio importantísimo. Por un lado, está la parte folclórica, está también la gente que se basa en la parte folclórica, y están por otro lado los creadores, y están los transgresores en el buen sentido de la palabra…
¿Usted es un transgresor?
Yo soy un transgresor por convicción.
Por Roberto Malaver UN
Foto: Fernando Campos
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