En Argentina, desde hace dos años, todos los meses se repite una misma secuencia. Alrededor del día 10 se dan a conocer dos cifras de inflación: la oficial, elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), y la no oficial que difunden diputados de la oposición en el Congreso con datos obtenidos de las consultoras privadas. La segunda cifra suele duplicar a la primera. Por ejemplo, la inflación acumulada de junio de 2012 al mismo mes de 2013 es, para el gobierno, de 10,5%. La «inflación del Congreso», en cambio, sitúa el índice en 23,7% para el mismo período. Y es ésta la que se siente en el bolsillo de los argentinos.
La inflación es unos de los principales problemas económicos que desvela al gobierno de Cristina Kirchner. Por eso, de la mano de su secretario de Comercio, Guillermo Moreno, ha puesto en marcha acuerdos de congelación de precios con las cadenas de supermercados y lanzado los conocidos planes «para todos» que pretenden fijar el precio de ciertos productos básicos de la canasta familiar.
Desaparecen de los estantes
La última estrella en salir a escena fue«Pan para todos»que intenta que el kilo se venda a 10 pesos –1,4 euros al tipo de cambio oficial-. Pero también hubo acuerdos por la carne, el pescado, las frutas y las verduras. El resultado es siempre el mismo: los productos casi ni se encuentran en los estantes a ese valor.
En febrero, el gobierno acordó con los dueños de los supermercados congelar el precio de 10.000 productos. El pacto duró hasta fines de mayo y en junio se firmó otro acuerdo, pero esta vez solo para 500 artículos. «Vemos que estos acuerdos no dan resultados porque los precios siguen aumentando», asegura Carolina Suárez, del Centro de Educación al Consumidor, entidad que se encarga de hacer el seguimiento del mercado. La leche, por ejemplo, llegó a alcanzar en los últimos días el valor de la gasolina súper. Un litro de primera marca ronda los 7,40 pesos -1,06 euros- y registra una subida del 300% desde 2003.
La inflación es de dos dígitos desde hace noventa meses
De acuerdo con el economista Carlos Melconian, «los planes de congelamiento de precios derivan en gran pérdida de tamaño y calidad». El experto recordó que la inflación en Argentina es de dos dígitos desde hace 90 meses. Y que desde principios de 2002 (cuando se puso fin a la ley de convertibilidad que establecía que un peso equivalía a un dólar) hasta la fecha, la inflación acumulada es del 600%.
«La economía argentina tiene dos grandes desafíos. El primero es bajar la inflación. Tras siete años consecutivos con la cifra al 20%, se está generando una pérdida de rentabilidad en el sector privado que está repercutiendo en la creación de empleos. Ese es el segundo problema que hay que mirar. la economía argentina está generando muy poco empleo», apunta, por su parte, el economista Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica.
Según la última cifra difundida por el Indec, la tasa de desempleo es de 7,9%. Pero los economistas aclaran que se mantiene en ese número porque el sector público ha sido el único empleador en los últimos tiempos y porque la metodología de medición considera empleados a todos aquellos que reciben planes o subsidios sociales por parte del Estado.
Dos tipos de cambio
Pero Argentina no sólo tiene dos inflaciones. También tiene dos tipos de cambio: el oficial y el «blue», como se denomina al mercado negro de divisas. En octubre de 2011, el gobierno estableció fuertes controles para la compra de moneda extranjera a los argentinos con el objetivo de frenar la fuga de capitales. El resultado fue que el dólar «blue» llegó a pasar, por momentos, los 10 pesos mientras que el oficial se mantiene en los 5,40.
«Al haber un control de cambio tan estricto, los precios internos convergen hacia el precio del dólar paralelo y no del oficial. Los valores de los productos están calculados con un dólar de entre 8 y 9 pesos. No existe el dólar oficial de 5,40», apunta Aldo Pignanelli, expresidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Para él, el dólar oficial debería estar alrededor de los 7 pesos.
«Cepo cambiario»
El «cepo cambiario» provocó además una fuerte caída en el mercado inmobiliario, un sector que siempre operó en dólares. Los datos del colegio de escribanos de la ciudad de Buenos Aires lo confirman: en la capital federal, en mayo de 2013 se registraron 26,6% escrituras menos con respecto al mismo mes de 2012.
El control también llega a las importaciones, otra potestad de la Secretaría de Comercio que conduce Guillermo Moreno y que, denuncian los empresarios, ya está afectando a los procesos productivos y a la competitividad. El mes pasado, las cámaras industriales de la provincia de Córdoba emitieron un comunicado contra la política del gobierno.
«Las restricciones para importar y las demoras en los tiempos de aprobación de trámites de la operatoria –con la incertidumbre que ello genera– complican los procesos productivos, ya que las empresas desconocen si podrán contar -en tiempo y forma- con partes, piezas e insumos importados necesarios para poder terminar su producción y cumplir con los clientes locales e internacionales», se puede leer en el documento. Desde la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) respaldaron el comunicado y aseguraron que la situación es «absolutamente generalizada en todo el país».
«El tema de las importaciones tiene un fuerte impacto en los insumos y también en la entrada al país de productos tecnológicos, más vinculados a la clase media o alta. El gobierno lo presenta como un logro diciendo que esta es una gestión que se dedica al pueblo. Pero lo cierto es que la medida no ha frenado la caída de reservas. Desde 2007 todos los países latinoamericanos han duplicado sus reservas con excepción de Argentina, Venezuela y Ecuador», apunta Melconian.
«El gobierno vive del campo, pero no deja vivir al campo»
El campo lejos está de salvarse de las intervenciones. Esta semana, el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, reclamó la urgente liberación del trigo. «El gobierno vive del campo, pero no deja vivir al campo. Las medidas de intervención del mercado han fracasado. Es increíble. En el país del trigo todavía no sabemos si vamos a llegar a fin de año con el trigo necesario», dijo a la prensa en el marco de la 127 Exposición Rural, que todos los años organiza el sector agropecuario en el predio ferial del barrio porteño de Palermo.
Con este panorama, Argentina tampoco resulta una plaza atractiva para las inversiones extranjeras. «Además del atraso de tipo de cambio, no renta para invertir porque sus instituciones son débiles y es un gobierno que se mete demasiado en la actividad privada», afirma Pignanelli. «Esto hace que quede muy en desventaja con los países de la región. Si uno compara, Argentina ha hecho muy mal las cosas. Otros países aprovecharon la etapa de gran inyección de dólares».
Década «desperdiciada»
Melconian coincide. «Fue una década fantástica para Latinoamérica, pero en lugar de incorporarse en el pelotón de Perú, Colombia, Chile, Brasil y Uruguay, decidió incorporarse en el pelotón de políticas populistas y no eligió un modelo de clima de negocios», asegura. Y continúa: «Como todos los populismos, terminó descapitalizando el país. Ahí está el problema de las vacas, del trigo, del gas, del petróleo. Bajo el pretexto de que Argentina se está desendeudando del mundo, están desplomando al Banco Central».
El economista asegura que si en la presidencia de Néstor Kirchner la economía tuvo un crecimiento del 8% y en el primer gobierno de Cristina Fernández la cifra bajó al 4%, estesegundo mandato terminará en un 0%. «Es una situación crítica porque ha desperdiciado la década. Se ha confirmado la idea populista desde la altísima intervención estatal. Argentina desapareció del mundo. Y el gobierno tiene la pretensión de quedarse. No está en agenda que algo pueda cambiar».
Fuente: ABC