Muchas personas sienten un enorme malestar al realizarse estudios médicos y/o al esperar sus resultados. El exceso de preocupación en general se asocia con una sobreestimación del peligro y una tendencia a la catastrofización. El licenciado Pablo López, de INECO, nos ayuda a pensar en la importancia de distinguir entre posibilidad y probabilidad y asegura que hay recursos y maneras para no «hacernos mal» con nuestros pensamientos.
¿Por qué la realización o espera de estudios médicos genera tanto sufrimiento psíquico, tanta ansiedad?
Estas situaciones generan en mayor o menor medida una cuota de incertidumbre. Y muchas veces la incertidumbre se asocia a la ansiedad. Las personas más vulnerables a la ansiedad suelen presentar un alto grado de intolerancia a la incertidumbre porque necesitan sistemáticamente estar seguros (o por lo menos sentirse seguros) de que nada malo va a pasar. En este sentido, suelen preocuparse por los posibles resultados negativos de un estudio médico, más allá de que la probabilidad de ese resultado sea baja. En el consultorio muchas veces uno escucha de sus pacientes que dicen: «y si yo soy el 1% de los que pueden padecer x enfermedad?» «¿Quién me asegura que no lo soy o no puedo serlo?».
¿Qué emociones, sensaciones, ideas, se suelen desencadenar y por qué nos atormentan?
En general las emociones y sensaciones que sienten las personas que padecen lo que nosotros llamamos «ansiedad por la salud» son las características de la respuesta de ansiedad: taquicardia, inquietud, dolor de cabeza, problemas intestinales, contracturas musculares, etc. Además, las personas vulnerables a la ansiedad suelen presentar dos sesgos típicos: la sobreestimación del peligro y la catastrofización. El primero hace referencia a que las personas tienden a sobreestimar la probabilidad de que algo malo pase y el segundo tiene que ver con la identificación y el apego a las peores consecuencias posibles (enfermedad grave, muerte, etc).
¿La ansiedad y el temor que generan es algo que está asociado sí o sí a esta situación o es algo que podemos trabajar y evitar o manejar mejor?
La ansiedad y el temor no están asociados a la situación sino a la interpretación que las personas hacen de la misma. Si bien, como decía antes, es una situación que genera cierto nivel de incertidumbre, las personas con temperamento ansioso tienden a interpretar las situaciones ambiguas como peligrosas. Es esto lo que aumenta la intensidad de la ansiedad significativamente.
Estas cuestiones pueden trabajarse efectivamente a través de intervenciones cognitivo-conductuales orientadas a trabajar sobre los sesgos y sobre la reinterpretación de las situaciones.
¿Qué personalidades sufren más esta situación?
En general, las personas con temperamento ansioso son más vulnerables a este tipo de situaciones. Además podemos encontrar cierta asociación entre este tipo de temores y el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico y la fobia a la sangre/inyecciones/daño.
¿Con qué se relacionan estos miedos? ¿Miedo al muerte? ¿Miedo al dolor? ¿Por qué muchos tienden a pensar mal?
Aquello a lo que le tenemos miedo puede ser variable, pero en general se asocia a una consecuencia grave: enfermedad severa, muerte, daño físico, incapacidad, etc. Con respecto a por qué muchas personas tienden a pensar mal es importante diferenciar entre posibilidad y probabilidad. En la mayoría de las situaciones, que un análisis dé mal es una posibilidad, pero es poco probable. Las personas con rasgos ansiosos tienden a sobreestimar esta probabilidad.
¿La hipocondría tiene que ver con el tema? ¿Se puede trabajar a nivel terapéutico o en programas de control de la ansiedad?
En algún punto la ansiedad y la hipocondría tienen aspectos compartidos. La hipocondría se define como la preocupación y el miedo a padecer (o tener la convicción de tener) una enfermedad grave partiendo de la interpretación de ciertos cambios sintomáticos. En el caso de la hipocondría la preocupación suele persistir a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas. La ansiedad está más orientada hacia una preocupación con respecto al futuro y, en algunos casos, la adecuada información hace que los síntomas se reduzcan significativamente.
Esperar una biopsia es un momento muy duro para mucha gente. ¿Existen recursos o consejos que puedas compartir para llevarlo mejor? ¿Qué podemos hacer para no «hacernos mal» con nuestros pensamientos?
La realización de una biopsia es una situación que reviste incertidumbre y que en general se la asocia con una enfermedad maligna. De todos modos, no debe pasársenos de vista que el resultado puede ser beneficioso y que, aún en el caso de no serlo, en la mayoría de los casos algo puede hacerse con ese problema. Es decir, uno tiene que definir claramente el riesgo y las capacidades y/o recursos que uno tiene para afrontar determinada situación. Una buena comunicación con el médico tratante y una relación de confianza es algo que siempre ayuda a disminuir miedos infundados. No debemos olvidar que, estadísticamente, la mayoría de los resultados de las biopsias no indican la presencia de cáncer.
Fuente: Entremujeres