Fue una cita cordial, con cuotas de humor y consejos. La primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y su antecesora, Laura Bush, se reunieron esta semana con colegas africanas durante un encuentro en Dar es Salaam, en Tanzania. Allí, hablando de las bondades y desventajas de su rol, las dos coincidieron en que vivir en la Casa Blanca es como una prisión, pero agradable.
Cuando la moderadora le preguntó a la mujer de Barack Obama si se siente como una prisionera (en referencia al dicho de la primera mujer que ejerció ese rol en Estados Unidos, Martha Washington, quien le comentó a su sobrina que se sentía una «prisionera de estado»), Obama contestó entre risas: «No. Tiene elementos de prisión, pero una prisión agradable».
«Pero con un chef», acotó la mujer de George W. Bush, sumando risas al ambiente cálido que las recibió. «Una no se puede quejar -completó Michelle Obama-. Pero definitivamente hay elementos por los que uno se siente encerrado».
La mujer del presidente demócrata y la del ex mandatario republicano participaron del encuentro mientras sus maridos también compartían un acto en esa ciudad, la más poblada de Tanzania.
Más adelante, Michelle Obama, quien tiene un papel activo en la presidencia de su marido especialmente en campañas de salud, opinó que ser primera dama es mejor que ser presidente. «Probablemente tenemos el mejor trabajo del mundo. Nuestros maridos que tienen que reaccionar y responder a las crisis minuto a minuto, ellos asumen con una agenda espectacular y profunda, por lo que deben enfrentarse con el mundo real. En cambio, nosotras podemos trabajar con lo que nos apasiona, y eso es algo que les recomiendo que nunca pierdan de vista. Ustedes tienen la oportunidad de hablar de sus pasiones, y de ser estratégicas con los temas que les interesan».
Con el mismo sentido, el de promover la participación positiva de las primeras damas en la sociedad, Obama, madre de dos hijas junto al mandatario demócrata, también se refirió a los desafíos de estar constantemente en el ojo de la prensa, aun cuando se trata de nimiedades, como la polémica que generó la vez en que decidió dejarse flequillo.
«Cuando la gente está encima de sus zapatos o su cabello, o si se lo cortaron o no… o si tienen flequillo. ¿Quién se hubiese imaginado? Esa no la vi venir… Nos hacemos cargo de nuestros flequillos y nos ponemos al frente de las cosas importantes que el mundo debe ver, y eventualmente la gente va a dejar de mirar el flequillo y van a empezar a reconocer las cosas que hicimos», dijo.
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