Hizo muchas preguntas. Pensó en las respuestas que recibió. Las evaluó. Las analizó. Y entonces decidió irse. Lysber Ramos Sol fue la primera entre las tres jefas de los departamentos informativos de Globovisión en presentar la renuncia tras el anuncio del cambio de manos de la empresa.
Y no le tomó mucho tiempo: el 30 de abril tuvo la oportunidad de intercambiar opiniones con los nuevos propietarios, Juan Domingo Cordero y Raúl Gorrín, conocer los criterios que estos empresarios manejan sobre el periodismo y vislumbrar algo de lo que podría ser el rumbo del canal bajo su administración: «El primero de mayo le informé sobre mi decisión a Elsy Barroeta y a Carlos Zuloaga», cuenta Ramos Sol a quien todos en el canal le dicen Lichi: «Me gusta desarrollar mi trabajo con compromiso y convicción. Y no sentí convicción en la manera en como iba a ser manejado el canal».
Con Guillermo Zuloaga hubo algunas reuniones para tratar el tema de la venta ante la gente de confianza de la directiva. Todas, por supuesto, fuera del país en vista de la situación de Zuloaga con la justicia revolucionaria.
A las primeras no pudieron asistir las encargadas del manejo informativo: «Nos enteramos de la venta a los pocos días de la muerte del Presidente Chávez», cuenta Ramos Sol: «Y obviamente no pudimos ir a las reuniones. Así que María Fernanda Flores nos mantenía al tanto. Hasta que finalmente pude viajar a una de esas reuniones y conversar con los señores Cordero y Gorrín. Gustavo Perdomo estuvo presente, pero nunca habló».
El 15 de marzo ya le había tocado el turno de irse a María Fernanda Flores, vicepresidenta ejecutiva del canal en el que trabajó durante 20 años. ¿Iba Globovisión a cambiar de forma radical? ¿Se estaba entregando al Gobierno que lo consideraba «enemigo de la revolución»?
En su carta de despedida -13 de mayo- y en comunicaciones previas con la gente de la planta, Zuloaga aseguró que la venta no representaría semejante cosa: «Ellos, además, nos han dicho y prometido que sus intenciones con el canal no están reñidas con lo que siempre ha sido nuestro objetivo, de ser un canal informativo, donde quepan todas las tendencias y posiciones políticas, sin dejar de defender las libertades, la democracia y la libertad de expresión».
Once días más tarde y en medio de tantos y tan expectantes rumores y tras conocerse que habían prohibido transmitir en vivo las declaraciones de Henrique Capriles, la directiva anunció la salida de Ismael García del programa Aló Venezuela. El fin de semana del 25 y 26 de mayo se supo que el conductor de Buenas Noches, Kico Bautista, también había sido forzado a abandonar el barco. El 27, sus compañeros Carla Angola y Jorge Luis Flores presentaron sus renuncias a Juan Domingo Cordero.
Hacer maletas
Los episodios de movidas de personal de mayor resonancia fueron sin duda los de García y el combo de Buenas Noches. Pero quizás lo preocupante y significativo esté más relacionado con la dirección de Información, la gerencia de Programación y la dirección de Investigaciones: todas las jefas de estos departamentos se fueron de Globovisión.
Elsy Barroeta comenzó en Globovisión el 1 de marzo de 1996. El canal tenía poco más de un año en el aire y el entonces director Alberto Ravell y María Fernanda Flores le propusieron montar el departamento de prensa para impulsar la cobertura de noticias del país.
«Lisbeth Ramos Sol y yo entramos el mismo día para ese trabajo», cuenta Barroeta: «Juntas desarrollamos ese equipo que se ocupaba de lo que se convirtió en la columna vertebral del canal, la información nacional».
Con el paso del tiempo la programación propia aumentó y se diversificó. El organigrama se amplió y Ramos Sol pasó a manejar la web y el equipo de investigaciones. Pero cuando llegaron solo había dos reporteros: Orquídea Fernández y Alejandro Marcano. «Y un camarógrafo». Barroeta señala que muchas de esas figuras que hoy son tan conocidas empezaron en aquellos años bajo la figura de pasantías. Se quedaron y destacaron: «Un montón de gente hizo su carrera en Globovisión, como Carla Angola, Delvalle Canelón, Gabriela Perozo, Beatriz Adrián…». Y lo que arrancó con tan poco personal, al día de hoy es un departamento con 87 personas que tiene bajo su «jurisdicción» a los noticieros y a todos los espacios informativos.
Pero Elsy Barroeta renunció al cargo el 7 de junio: 17 años de vida en el canal.
Lina De Amicis dice que antes de Globovisión pasó por unos cuantos de esos medios radioeléctricos e impresos a los que desde el Gobierno de Chávez se les tilda de golpistas. Llegó al canal el 14 de febrero de 2004 como coordinadora de información en el turno de la noche: «Entrabas al final de la tarde y no sabías a qué hora te ibas a poder ir, como esa vez cuando ya a punto de salir me avisaron del asesinato del fiscal Danilo Anderson».
Hace cuatro años De Amicis aceptó encargarse de la gerencia de Programación: «Tenía a mi cargo, entre otros, a Aló, ciudadano, Radar de los barrios, Yo prometo y a los espacios de Producción Nacional Independiente. 19 personas entre anclas y productores». El 27 de mayo le puso fin a su historia con el canal: «Transcurrieron trece felices años. Cuando consigues un lugar en el que estás trabajando contenta, con gente a la que quieres, gente honesta, y donde además te dejan participar, no puedes sino pensar: llegué a mi sitio. Tenía la esperanza de pasar mucho más tiempo en Globovisión, tenía una lista de ideas para desarrollar que se habían pospuesto pensando en el día en que tuviéramos un país más normal. Pero no se pudo. Por ahora».
Lysber Ramos Sol estaba muy bien en Venevisión cuando María Fernanda Flores le propuso conocer los planes de Globovisión. «En la reunión estaba María Fernanda, entró Ravell, apurado como siempre y había un señor que estaba sentado, tranquilo, calladito. En un momento tuve unas diferencias de criterios con ese señor a quien ni me habían presentado. Al final me dijeron: ‘el señor Zuloaga’. Y pensé que jamás me contratarían. Pero sí lo hicieron y eso habla del derecho a opinar y el respeto a las diferencias que siempre hubo en el canal».
Ramos Sol tiene otro ejemplo: «Cuando se planteó crear el noticiero, Zuloaga nos dijo: ‘Hagan el noticiero que a ustedes les gustaría ver al aire’. Eso habla de la autonomía y la confianza en la toma de decisiones con la que se trabajaba».
Oye, mi socio
Las tres celebran la existencia de una práctica en el canal que se perdió al llegar los empresarios que compraron su parte a Zuloaga: «Hubo algo que se hizo con mayor fuerza durante los últimos años», dice Barroeta: «Fue ponerse la G de Globovisión en la frente. Formabas parte de un canal que te permitía involucrarte en muchas cosas de su funcionamiento. Si estabas ahí, tenías que ver con todo».
En particular mencionan una especie de «cuerpo colegiado» integrado por las cabezas de las gerencias relacionadas con información y producción y los vicepresidentes del canal, Flores y Carlos Zuloaga. «Así manejábamos el canal», apunta Barroeta: «Y esa es una experiencia distinta y más enriquecedora que solo trabajar en el departamento de prensa. Entendimos que la gerencia productiva y moderna es la que permite al trabajador involucrarse en todo lo que pasa en la empresa de las puertas para adentro. Entendimos que el equipo tiene que estar informado y que tiene que haber transparencia y participación. Las adversidades, que fueron muchas, nos unieron y nos fortalecieron».
«Esa relación entre los departamentos fue otra de las cosas que hizo grande a Globovisión», dice Ramos Sol: «No concebir el trabajo como parcelas nos hizo funcionar como equipo. En Globovisión fui una persona muy feliz por esa libertad, por la oportunidad de participar en esa gerencia de consenso en la que todos compartíamos los mismos valores y sabíamos hacia dónde íbamos».
La salida de Alberto Ravell de la dirección del canal -en 2010- fue quizás el primer sacudón que originó rumores y temores de cambios en la forma de hacer las cosas. Pero el tiempo demostró que el canal seguiría su línea crítica con o sin Ravell. «Fue un momento crucial», dice Lina De Amicis: «Pero al final, con todo y lo valioso que fue Ravell para el canal, nos dimos cuenta de que Globovisión era más que una persona. Creo que Ravell se debe sentir muy orgulloso de haber hecho escuela, de haber dejado un legado que supo activarse en el momento necesario».
Lo de hoy ya es otra cosa. Tras tantos temores por cierre, tras superar multas y amenazas, parece que ahora sí Globovisión experimenta un cambio que podría ir más allá de la sustitución de algunas de sus figuras emblemáticas. Parece. Todavía queda mucho por ver.
En todo caso, lo que vieron venir Barroeta, De Amicis y Ramos Sol fue suficiente. «Una empresa es un conjunto de procesos que si son exitosos, no se cambian», explica Barroeta: «En Globovisión decidieron desarrollar un proyecto diferente. Y en ese sentido los nuevos dueños comenzaron a tomar decisiones. Cuando nos enteramos de la venta yo no lo entendí de esa manera, pero al pasar los días nos fuimos dando cuenta de que estaba en marcha un proyecto diferente. Estamos despidiendo a la Globovisión que hemos conocido».
Más allá de la presunción colectiva de un viraje político, Barroeta se refiere al manejo del día a día: «Ya no es la misma empresa con sus características de participación y de puertas abiertas. Globovisión no fue era común y corriente, era una compañía muy horizontal en la que sus dueños decidieron asumir riesgos y la manejaban respondiendo a sus convicciones sobre el país más que a intereses económicos».
De Amicis aporta otro elemento: «Cordero dijo que hiciéramos un periodismo ‘de centro’ y le pregunté qué quería decir con eso, porque el periodismo no es de derecha, ni de izquierda, ni de centro. El periodismo es periodismo y punto. Y me dijo: ‘bueno, tu sabes, vamos a bajar un poco el tono’. Eso marca una ruptura conceptual. Luego el canal pasó a ser de puertas cerradas, de secretarias como intermediarias».
La nueva directiva, por supuesto, fue invitada a las reuniones del «cuerpo colegiado». No era su estilo: «Fueron una sola vez», asegura De Amicis: «pero al parecer creyeron que era una ocasión para escucharlos solo a ellos dando instrucciones. No volvieron».
La salida de Ismael García justo en el momento de mayores rumores sobre el cambio de línea del canal y justo después de difundir el primer audio de Mario Silva, indicó que la toma de decisiones ya no involucraba a todo el equipo. Lo mismo pasó con Kico Bautista. Y el veto a las transmisiones en directo de Henrique Capriles. «Esa medida, que era extensiva a otros políticos, al parecer se ha suavizado en vista de la reacción del público», apunta De Amicis.
«Se nota que hay decisiones que se van tomando sobre la marcha», señala Ramos Sol: «Y el bajón en seguidores de la cuenta de tuiter les hizo reaccionar». El público habitual de Globovisión, queda claro, no es pasivo. Y demanda. Y reacciona: «Ellos compraron las acciones pero no sé qué tan conscientes están de que sus verdaderos socios son los venezolanos».
Fuente: EU