La sociedad venezolana, desde el año 2005, ha venido transitando por un camino espinoso donde la violencia se posicionó como el principal problema del país. No en vano, las cifras de homicidios, como uno de los delitos de mayor auge, muestran un incremento bastante desfavorable para las políticas de seguridad implementadas por el Gobierno Nacional.
A juicio de expertos en materia de seguridad, el que los índices de violencia hayan aumentado significativamente desde ese año es producto, en gran parte, de un discurso cargado de violencia que lo que ha parido son dos grandes vertientes: unión y confrontación.
Pedro Rangel, director del Instituto de Convivencia y Seguridad Ciudadana (Inconsec), explica que este fenómeno es producto de un lineamiento directo dado por el líder político del momento.
En el caso del fallecido presidente Hugo Chávez, quien fue estrictamente crítico y contundente en las alocuciones, sus discursos cargados de un verbo violento y de confrontación con sus «enemigos» (la «derecha», el «imperialismo» y demás calificativos de quienes lo adversaron políticamente), dieron pie a que gran parte de sus seguidores actuaran con la misma vehemencia, y hasta más fuerte, que él utilizaba.
En el año 2002, cuando Hugo Chávez lanzó la frase: «Cómo hacemos, el que tenga hambre que robe», fue altamente cuestionado por sectores de la oposición política del país.
En ese momento, se le acusó de ser permisivo e incitador de la violencia, pues muchas personas vieron en ese mensaje la factibilidad de cometer el delito de forma justificada.
Así sucesivamente, el fallecido presidente Chávez fue pronunciando con virulencia una frase tras otra. Es por ello que tanto Rangel como el resto de los expertos en materia de seguridad coinciden en que, de cierta manera, la violencia se vistió de líder político.
Para el director de Incosec, un líder es un modelo a seguir, es el encargado de educar a la sociedad, un pedagogo.
«Un gobernante enseña con su ejemplo y asume su acción político-administrativa como un proceso dinámico para convertir a la población y guiarla hacia el desarrollo. Si por el contrario lo que siembra son antivalores, la cosecha es negativa», destaca Rangel.
No solo el fallecido presidente Chávez exhibió un verbo violento y desafiante, sino que muchos representantes políticos del partido de gobierno lo secundaron, al punto de que todavía se expresan con la misma intensidad.
El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, por ejemplo, el 31 de mayo de este año durante un evento del PSUV en el estado Zulia, fue muy directo al señalar que: «andan diciendo que este gobierno se acaba en tres meses, pues échenle bolas que estaremos en la calle para defenderlo».
Palabras clave a lo largo de catorce años de gobierno revolucionario han sido, entre muchas: muerte, confrontación, guerra, desafío, enfrentamiento, armas y violencia.
En contraposición, el actual presidente de la República, Nicolás Maduro, ha hablado de construir la paz.
Esa palabra la ha pronunciado varias veces en todas las alocuciones que ha efectuado.
Sin embargo, ha existido una carga de contradicción en sus intervenciones, ya que además de la paz que profesa, ha dejado claro que la defensa de la Revolución está en manos de la Fuerza Armada, y más recientemente en las llamadas Milicias Obreras.
Esto hace recordar a Hugo Chávez, cuando en el año 2002 le hizo saber al pueblo y al mundo, que «esta Revolución es pacífica, pero armada».
Así pues se ha movido la población venezolana a lo largo de catorce años y medio.
Una sociedad fracturada en valores y con alto índice delictivo que, según destacó el ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, donde «la sensación de inseguridad es mayor a la cifra de delitos». Admitió, además, que el Gobierno Nacional ha diseñado muchos planes de seguridad (21 en total) en estos tres lustros, pero que no han arrojado los resultados esperados.
Por lo pronto, en el país se juega el papel del «conformismo», donde parte de la sociedad prefiere mantenerse aislada de todo y espera a que las soluciones lleguen «en cualquier momento».
Ante esto, Rangel explica que hace falta autoridad moral en cuanto al conocimiento de lo que debe ser una sociedad plural. También urge la presencia de un líder que sea capaz de manejar grupos heterogéneos para lograr el diálogo y la contradicción que pueda acercarnos a las soluciones. El desafío, finalmente, es lograr la unidad de todos.
Los colectivos y su cuota
En el año 2008, la fallecida Lira Ron, fundadora del movimiento político Unión Popular Venezolana (UPV), fue enfática al enviarle un mensaje al Gobierno para que dejara los colectivos del 23 de Enero en paz, que cesaran los allanamientos, aunque estuvieran implicados en delitos.
A su juicio, esos grupos armados estaban para la defensa de la Revolución, cumpliendo lineamientos directos de Chávez. Sin embargo, estuvo presa por sus acciones violentas.
Los colectivos han sido pieza fundamental en el proceso político venezolano. Tanto, que se convirtieron en instrumento electoral y de vigilancia. «Un monstruo difícil de controlar».
Fuente: EU