Te sobran unos cuantos kilos (como a casi todas), pero la idea de ponerte a dieta te horroriza porque cuando comes de menos estás de mal humor, te sientes sin fuerzas, te da por llorar…
Has probado con la alcachofa, con la piña, con las proteínas, con todo tipo de regímenes y no consigues que la báscula retroceda hasta donde tú deseas. Quieres estar más delgada y no sabes cómo conseguirlo sin que suponga un suplicio para ti y para los que te rodean. Porque tu chico no pierde la oportunidad de decirte que «no te soporta» cuando quieres perder peso.
Lo tuyo no es un problema de voluntad ni de constancia: quieres adelgazar, pero no te ves capaz de lograrlo mediante una dieta porque te sientes mal física y anímicamente. Y, además, no te olvidas de que con la última que hiciste el «efecto rebote» posterior fue mucho peor.
Pues bien, aunque te parezca increíble, es posible adelgazar sin pasar hambre, y sin convertirte en “fitness-woman”. Modificando algunos pequeños hábitos dietéticos y ayudándote con un poco de ejercicio físico (sin machacarte) puedes bajar de peso, ¡por fin!
Con este plan que te proponemos no harás menos comidas sino más, no desterrarás el pan de tu mesa sino que lo convertirás en un gran aliado, no renunciarás a nada, sino que aprenderás a identificar las bombas calóricas y a sustituirlas por alimentos más sanos, pero igual de ricos.
Te contamos todos los trucos para ganarle la partida a la báscula sin sufrir.
No hace falta hacer régimen
Sí, has leído bien, para perder peso no es necesario seguir ninguna dieta. La clave está en lo que comían nuestros abuelos. Pregúntales cuál era la base de su alimentación diaria y descubrirás que la dieta mediterránea tradicional era rica en verduras, fruta y pescado. Sin embargo, la dieta mediterránea actual tiene un exceso de carne roja y de cereales refinados que van en contra de tu propósito de adelgazar.
Los expertos consideran que siguiendo una dieta mediterránea equilibrada se puede perder peso sin necesidad de embarcarse en otro tipo de eso dietas milagro; eso sí, siempre que las cantidades sean moderadas.
Engaña al hambre
Nuestro cuerpo está programado para comer cada poco tiempo; es decir, para no sufrir ayunos prolongados que lo llevarían a una hipoglucemia. Cuando quieres perder peso, debes escuchar a tu cuerpo. Haz 5 comidas al día y una sexta al acostarte (basta con un yogur o con un vaso de leche). De esta forma tu organismo se compensa y no te pide comida constantemente.
Es importante que en los tentempiés de media mañana y de media tarde tomes alimentos que contengan el apetito y no que lo favorezcan. Prohibidos, por tanto, los dulces y los snacks salados. Son hidratos de carbono de absorción rápida que te provocarán sensación de hambre enseguida y te empujarán a comer de nuevo alimentos insanos y ¡con muchas calorías!
Cambia las bombas calóricas por alternativas saludables
¿Sabías que un cappuccino tiene 190 calorías y 10 gramos de grasa? Es una buena forma de comenzar el día arruinando tus propósitos de no excederte. También debes moderarte en los aliños (una ración de aceite y vinagre puede sumar hasta ¡324 calorías!… ).
Pero no podemos actuar siempre como monjes resignados. De vez en cuando apetece algo dulce y, la buena noticia es que puedes “pecar”.
Hazte amiga del pan
Nunca te lo hubieras imaginado, pero el pan es uno de tus mejores aliados en la tarea de adelgazar. No estamos hablando de tomarte media barra, sino de cantidades moderadas, ya que tiene un efecto saciante que vas a agradecer si quieres perder peso. Por ejemplo, a media mañana, hazte un mini bocata con 50 gramos de pan (mejor si es integral) relleno con una loncha de pavo, jamón, queso magro o atún sin aceite.
En la comida y en la cena también debes tomar 40 gramos de pan para acompañar. Son carbohidratos de asimilación lenta que te saciarán más que cualquier otro alimento.
Modifica tus hábitos
Lo primero es empezar por un buen desayuno, con una taza de café con leche y una tostada de pan integral con un chorrito de aceite (o una loncha de jamón), además de una pieza de fruta. Es la base para no estar todo el día hambrienta y comiendo alimentos que engordan más. Adecua tus horarios a tu cuerpo. Cuando haces dieta, es mejor comer a la 1 y cenar a las 8 que almorzar a las 3 y tomar la cena a las 10. Si te das cuenta, tu cuerpo te pide comer en esa primera franja; hazle caso y evitarás muchas tentaciones.
Por otra parte, pérdida de peso y alcohol no están en sintonía, ya que el alcohol inhibe la descomposición de la grasa y aumenta la ansiedad, lo que te puede llevar a comer más. Así que, modérate todo lo posible.
Elige una actividad física quemagrasas
Para adelgazar tienes que fijarte dos objetivos: cuidar tu alimentación y hacer ejercicio físico (al menos durante 30 minutos por sesión, ya que es a partir de ese umbral cuando se empiezan a quemar las calorías de reserva). Pero no te engañes; no todos los deportes sirven igual para este propósito. Ya que vas a hacer el esfuerzo por moverte, que sea de una forma eficiente.
Ante cualquier duda, es importante consultar con un experto. Si quieres saber más sobre cómo adelgazar. /JM
Fuente: En femenino