Tus encuentros sexuales no deben necesariamente durar toda la noche. Con el debido respeto hacia el afecto que sientes por tu pareja, «echar un polvo» no tiene demasiado que ver con la poesía de las novelas rosas. Ni falta que hace. Es un acto de pasión salvaje y tórrida que prescinde de vergüenzas y juegos preliminares. Se trata de un sexo excitante que dura unos minutos, literalmente. Un encuentro rápido puede constituir un aperitivo suculento para tu libido cuando no puedes permitirte el lujo de dedicar el tiempo que necesita un ágape prolongado.
La idea: lo breve, dos veces bueno. Buscar lugares novedosos y arriesgados es la mejor forma de despertar el apetito sexual. Utiliza un emplazamiento nuevo para despertar los sentidos y poneros a los dos a tono con la situación. El abanico de posibilidades es inmenso; no necesitas mucho tiempo, sólo privacidad y un poco de atrevimiento.
Sexo donde sea, cuando sea
Cualquier sitio es bueno para un revolcón: una biblioteca, una galería de arte, el patio de un colegio, un aparcamiento? Pero, ¿cómo se pasa a la acción cuando el hambre apremia? Para empezar, busca un rincón apartado. Empuja a tu pareja contra una pared o un asiento improvisado. Baja las cremalleras y desabrocha los botones que haga falta, aparta la ropa y quita lo mínimo imprescindible para permitir la penetración. Con un ojo avizor para asegurarte de que no os pillan, dedícate al sexo rápido y furioso. Una buena postura para estos menesteres es que ella se coloque erguida con un pie apoyado en una silla y tú le entres por detrás, dejando las manos libres para jugar con su pecho.
Sexo en casa
Aquí las opciones sólo se ven limitadas por tu imaginación. Para añadirle morbo a la cosa, apagad las luces de casa y salid al balcón. Que ella se apoye en la barandilla y tú colócate detrás y, bueno, yaa sabes. O apártale las braguitas mientras habla por teléfono con una amiga.
O abalánzate sobre ella contra la encimera de la cocina. Siéntala encima de la lavadora en marcha. Cuando hayas encontrado la postura acerca su pelvis a tu cuerpo todo lo que puedas y agárrala con fuerza. Embístela con desenfreno. Haz que ella tenga un orgasmo. Luego, ten tú el tuyo. Abrázala y relajaros juntos.
¿Quieres más ideas? Sácale partido a las siguientes opciones:
1. Puf. Siéntate sobre un puf y pídele a tu chica que se monte encima. No te preocupes, el interior blando del asiento evitará que se haga moretones en las rodillas. Utiliza las piernas para empujar hacia delante y hacia atrás mientras ella mueve las caderas en círculo.
2. Pelota medicinal. Pronto descubrirá por qué te empeñaste en adquirir ese extravagante gadget. Dile que se tumbe apoyando el estómago sobre una pelota medicinal mientras tú te colocas sobre ella, en la postura del perrito. Divertíos haciendo rodar la pelota hacia delante y hacia atrás.
Sexo en el jardín o en la montaña
¿Has probado ya las delicias del sexo al aire libre? Por ejemplo, en un parque público. Los bancos de madera son ideales para que ella se monte a horcajadas sobre ti y suba y baje mientras tú juegas con sus pechos en movimiento.
O en el jardín de la casa de campo de sus padres. Otras posibilidades son:
1. Una hamaca. Cuidado con los balanceos laterales si no quieres acabar atrapado en la red como un bacalao.
2. Una piscina infantil. Si hace calor, podéis llenar la piscina infantil y daros un chapuzón. Siéntate sobre los tobillos mientras ella se
tumba con la cabeza en el extremo opuesto y levanta las caderas hacia ti.
3. El refrescante césped. De costado, estilo cuchara, es lo mejor para que no quemaros las rodillas con la hierba.
Sexo en el trabajo
El lugar más evidente es sobre su escritorio o el tuyo. Ella puede tumbarse boca arriba y doblar las rodillas hacia el pecho, de modo que a ti te quede el camino libre para acceder a su clítoris con facilidad. También puedes deslizar sus tobillos por tus hombros, formando una «L» con su cuerpo. Otra posibilidad es emplear una silla con ruedas. Siéntate y pídele que haga lo propio sobre ti, pero dándote la espalda. Puedes aprovechar las ruedas para conseguir embestidas en movimiento.
¿Prefieres estar de pie? Dile que se coloque mirando a la pared o apoyada sobre una barandilla, con un pie un palmo o dos más alto que el otro. Agárrala por las caderas (o utiliza los dedos para excitarla) y éntrale por detrás.
Sexo en la playa
La playa ofrece muchísimas oportunidades (¿cuánto se tarda en quitar un biquini?); pero también tiene sus riesgos. Durante la hora más calurosa del día, las zonas de tu piel que no suelen estar expuestas al sol pueden quemarse en menos de lo que dices la palabra «polvo». Y ten cuidado con el viento. Si te notas la arena en la cara, ¡imagina cómo van a quedar otras partes más sensibles! Por otra parte, a no ser que estés en las prístinas aguas del Caribe (y ni aún así, puedes estar seguro) hacerlo dentro del mar no es muy higiénico que digamos. Si tu pareja tiende a tener irritaciones o infecciones por hongos ahí abajo, ese encuentro acuático te dejará sin sexo una temporada.
Sexo en un bosque
Practicar el sexo en la naturaleza puede sonar salvaje y sensual, pero la realidad es que las hojas y el polvo no son lubricantes naturales, así que llévate un saco de dormir o una manta para que estéis un poco más cómodos. Si no, un movimiento brusco puede hacer que acabes con un arbusto en un lugar algo comprometido. Además, utilizar lubricantes al aire libre es un problemático, porque provoca que cualquier partícula de suciedad acabe en el lugar en que menos te gustaría que acabara. Y no te olvides de los animalillos cuyos hogares estás invadiendo. Días después de un revolcón en el bosque puedes encontrarte sarpullidos rojos en zonas de la piel que no suelen quedar al descubierto.
¿Te preocupa que empiece a llover? ¡Pero si es lo más erótico del mundo! Los instintos básicos se mezclan con la excitación de estar al aire libre en medio de una tormenta (recuerda esa escena de Scarlett Johansson en «Match Point»), y todo ello hace que no te olvides jamás de ese revolcón rápido.
La fiesta más caliente y acelerada
El encanto del sexo exprés se encuentra en su brevedad y en el puro desenfreno con el que suele llevarse a cabo. Muchos de nosotros tenemos fantasías de tener un encuentro rápido en un lugar concreto, o recordamos alguna ocasión que se ha quedado grabada en nuestra memoria. Toma nota por si te aportan ideas.
Fantasías sexuales
«Yo fantaseo con hacerlo en un restaurante muy caro, lleno de gente muy estirada. Me imagino, cenando y de repente, paso de todo, me estiro en la mesa y mi novio pone sus manos en mis caderas y me acerca a él», comenta Ingrid, una administrativa de 23 años .
«Los lugares públicos también atraen a mucha gente. Sobre todo aquéllos que exigen de cierta corrección. Romper las normas, aunque no se llegue hasta el final, es muy excitante», explica la sexóloga Verónica Vargas.
Ana le pone un escenario más salvaje a sus elucubraciones. Ella se imagina perdida en la montaña, bañándose bajo una cascada. Su novio aparece por sorpresa, le muerde en el cuello y… «Las fantasías con parajes idílicos son muy típicas de las mujeres. Juegan dos factores: se está lejos de reglas sociales y en un escenario estéticamente único», asegura Soler.
Sexo en el coche
Al contrario de lo que la gente cree, el asiento posterior no tiene por qué ser el mejor lugar para practicar tus fantasías eróticas dentro de un coche. Practicar el sexo en el asiento delantero hace que parezca todavía más atrevido. Es más, esta posición es ideal para que ella se mueva, tanto si estáis cara a cara como si ella mira al frente y utiliza el salpicadero para apoyarse.
Sexo en el ascensor
Una regla de oro: decidid de antemano quién va a ir apretando los botones del ascensor para que éste siga en movimiento. Y ahora: probad con la postura del carretillo. Pídele que se apoye en los antebrazos contra el suelo del ascensor y levanta su pelvis hacia la tuya, sujetando sus piernas para que queden totalmente pegadas a tus costados. Este ángulo es genial para una penetración profunda.
Los favoritos
Javi, un economista de 31 años, tuvo un encuentro con el que todavía sueña. «Ocurrió mientras hacia un viaje por Italia, hace muchos años. Allí conocí a una chica australiana y nos hicimos amigos. La última noche terminamos en el aeropuerto de Roma. Se habían retrasado nuestros vuelos. Apilamos las maletas y nos refugiamos en un rincón para echar una cabezadita. Su cuerpo estaba aprisionado contra el mío, y su culo quedaba apretado bajo una minúscula falda. Todavía llevaba las botas puestas. ¡Fue el sexo más dulce de mi vida!».
Salva, de 33 años, es empresario. Dice que su revolcón favorito fue en casa. «Cuando vi a mi mujer colocando regalos debajo del árbol de Navidad iluminado, con el pecho entreviéndosele a través del escote del camisón, perdí la cabeza. La coloqué en el suelo, encima de mí. Pasamos de cero a 100 en segundos. ¡Incluso me hice quemaduras al rozarme con la alfombra!».
Pablo, un geólogo de 24 años, tuvo un percance que le llevó al sexo exprés. «Fue irracional», recuerda. «Iba con mi novia en coche, por una carretera de mala muerte y se nos pinchó una rueda. Entre juramentos, salí del coche y ella me siguió. Se le levantó la falda del vestido veraniego con el aire y entreví un tanga adorable. La apoyé contra el lateral del vehículo y nos pusimos al tema, allí». // IPP
Fuente: SH