El gobierno de Venezuela dio de facto por finiquitado el dulce momento al acusar a Santos de conspirar en su contra y anunciar que evalúa abandonar su rol de «garante» en las negociaciones entre Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Todo después de que el mandatario colombiano recibiera en Bogotá al líder opositor Henrique Capriles, excandidato presidencial que no reconoce la legitimidad de la victoria de Nicolás Maduro.
El ministro de Relaciones Exteriores, Elías Jaua, acusó a Santos de ser el responsable de lo que «tal vez sea el inicio de una nueva escalada desde Bogotá para minar las nuevas relaciones entre Venezuela y Colombia».
Capriles realiza una gira por algunos países de América Latina -que no ha especificado- para llevar a nivel regional su denuncia de que las elecciones del 14 de abril en Venezuela, en las que fue derrotado por un margen del 1,5%, fueron «fraudulentas».
«Evaluación»
«Es muy difícil trabajar por la paz de un pueblo hermano cuando desde las más altas instituciones de ese pueblo hermano se estimula y alienta la desestabilización en Venezuela», dijo Jaua en una alocución televisada por la estatal VTV.
Así justificó su decisión de someter a una «evaluación completa» seguir ejerciendo su rol de facilitador en las negociaciones de paz entre Colombia y las FARC.
Además, según voceros del chavismo, Capriles promueve la desestabilización del país y es el «autor intelectual» de las supuestas muertes que se produjeron en los enfrentamientos registrados después de que el opositor llamara a protestar contra lo que considera un fraude electoral.
Días después, Capriles impugnó el resultado ante el Tribunal Superior de Justicia, aunque sin demasiada fe, pues desde la oposición se considera la alta instancia judicial copada por magistrados afines al chavismo.
Es por eso que el canciller calificó la reunión de Santos y Capriles de «muy lamentable» y «muy mala señal». Además, afirmó que son la prueba de que desde Bogotá se conspira contra Venezuela. «No pensábamos o no queríamos creer que esa conspiración alcanzaba los más altos poderes del Estado colombiano», dijo Jaua.
«Nuevas relaciones»
Esas «nuevas relaciones» a las que aludió el canciller venezolano fueron inauguradas por Chávez y Santos después de la tensión y los cruces de declaraciones vividos en la era de Uribe (2002-2010).
Chávez denunció en varias ocasiones los supuestos planes del gobierno de Uribe de «agredir a Venezuela» y atentar contra su persona. En 2007, por ejemplo, se dijo estar convencido de que Uribe «no quiere la paz», a lo que el colombiano respondió que Chávez lo que deseaba era que su país «sea víctima de un gobierno terrorista de las FARC».
Santos, aunque como ministro de Defensa de Uribe también estuvo en el centro de la polémica, al llegar a la presidencia impulsó un restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre dos vecinos que no sólo comparten 2.000 kilómetros de frontera, sino también numerosos emigrantes a un lado y otro.
Al poco tiempo se trataron de «nuevo mejor amigo». «Estamos obligados a entendernos, con las diferencias que tenemos», declaró Chávez. Eso llevó al inicio de lo que se considera «luna de miel», que llegó a su momento culminante cuando Venezuela se sumó como «garante» a las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, después de años en los que Bogotá acusaba a Caracas de amparar al grupo guerrillero y Caracas lo negaba.
Sin Chávez
Para el analista Juan Francisco Contreras, presidente del Colegio de Internacionalistas de Venezuela, «Chávez entendió mucho mejor las relaciones internacionales que lo que maneja el grupo de personas que está actualmente en el poder».
Para el profesor de la Universidad Central de Venezuela, Maduro y Jaua basan su política exterior «en el tema ideológico». «El eje central está en la relación con Cuba y eso incide en que se vea al resto de países que no están alineados ideológicamente como posibles enemigos», le dijo a BBC Mundo.
Según Carlos Luna, profesor de Estudios Políticos y Administrativos de la Universidad Central de Venezuela, falta «visión estratégica» pues «en la ideología no se cede y lo que entendió Chávez fue que por encima de los principios ideológicos están los intereses de las elites de cada una de las partes para el mantenimiento en el poder».
«Chávez sabía que necesitaba a un Santos, si bien no favorable, sí neutral, cosa que con Maduro se está viendo que no es así», le comentó Luna a BBC Mundo.
El experto recuerda que «en las elecciones de octubre también hubo una visita privada entre Santos y Capriles y el presidente Chávez no le subió tanto el volumen». «Fue un repliegue estratégico y lo de ahora es ‘huida hacia delante'», agregó.
«Podemos decir que Chávez sí tenía control del ambiente y resultados en una relación bilateral, pues tras restablecer las relaciones se bajó el volumen a la retórica y se empezó a trabajar en el mutuo beneficio. Chávez entendió que ése era el juego y Maduro pareciera que no lo ve así».
¿Y Uribe?
Capriles le dijo a los medios de comunicación colombianos que en su reunión con Santos habían tratado todos los temas que interesan a sus países.
La arremetida contra la reunión había comenzado horas antes, cuando el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, hombre fuerte del chavismo, afirmó que «Santos le está poniendo una bomba al tren de las buenas relaciones».
«Mucho de lo que se está firmando entre las FARC y el gobierno venezolano tiene que ver con los esfuerzos de Chávez y ahora el presidente Santos le mete una patada a la mesa recibiendo a alguien que está en contra de la paz en Venezuela como es el asesino fascista Capriles Radonski».
Cabello tachó la reunión de algo «ilegítimo». «Desde el punto de vista diplomático es desnaturalizante de las relaciones que son entre cancillerías y presidentes», dijo.
Para el titular de la Asamblea, la reunión con Santos no era más que una «mampara» para ocultar el encuentro de Capriles con el «narco-paraco Uribe». «Está recibiendo instrucciones para venir a hacerle daño a Venezuela», afirmó Cabello.
Fuente: BBC Mundo