En diálogo con Infobae, el mayor intelectual de la izquierda norteamericana, Noam Chomsky, habló de la situación en Venezuela, Europa y los EEUU. «Si el gobierno no es democrático, los medios públicos no son beneficiosos», dijo
El mayor lingüista vivo. Un hispanista descuidado y demagogo. El líder moral de la izquierda norteamericana. Varios han sido los calificativos, tanto positivos como negativos, para describir a Noam Chomsky a lo largo de las últimas décadas, desde que saltara a la fama global como activista contra la Guerra de Vietnam y sus ideas políticas radicales -para el campo académico norteamericano- lo convirtieran en una celebridad.
Profesor emérito del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), Chomsky ha sido un incansable crítico de las políticas de los Estados Unidos, el sistema capitalista y los medios de comunicación, a los que suele acusar, sin dobleces, de manipular y distorsionar la realidad (su libro Los guardianes de la libertad es un clásico sobre la influencia de los mass media en las sociedades modernas).
En comunicación telefónica con Infobae, el destacado intelectual habló desde la ciudad de Boston acerca de algunos de los temás más calientes de la actualidad mundial, incluyendo la turbulenta Venezuela post-Chávez, la crisis económica europea y los desafíos y frustraciones de la administración Obama.
-Querría preguntarle en primer lugar acerca de la situación política en América Latina y especialmente Venezuela. Usted inicialmente apoyó a Hugo Chávez, incluso llegó a visitarlo y afirmó que estaba creando un “mundo mejor”. Más adelante, usted terminó denunciando su concepción totalitarista del poder y su poco respeto por la democracia. ¿Se arrepiente de haber respaldado a Chávez?
Pero es que nunca apoyé a Chávez, lo único que hice fue decir que Venezuela tenía que ser dejada tranquila para que pueda imponer sin intervención extranjera sus propias políticas económicas, que es algo que también dije sobre otros países de América Latina. Algunas de las cosas que hizo Chávez me parecen razonables, otras no y las critiqué mucho en su momento, debo haber sido uno de los mayores críticos de Chávez internacionalmente.
-¿Y cuál es su visión de lo que está sucediendo ahora en el país tras su muerte?
Bueno, es una sociedad que está dividida, como quedó claro con el resultado de las últimas elecciones. Enfrenta grandes problemas internos como la violencia, la corrupción, el poder autocrático.
Pero quiero resaltar que la política exterior del chavismo ha sido muy beneficiosa para las personas pobres de la región, incluyendo los Estados Unidos. Aquí en Boston, una fundación dirigida por Robert Kennedy Jr. que se dedica a ayudar a la gente pobre a sobrevivir el invierno dándole gas barato, le pidió a las más importantes empresas petroleras ayuda y la única que colaboró fue PDVSA. Ese es el tipo de cosas que los medios no informan, pero que es importante que se sepan.
-Hablando de medios, varios gobiernos de América Latina han recurrido a sus argumentos en contra de los medios de comunicación privados para justificar la persecuención a la prensa crítica, para luego impulsar adquisiciones hostiles o estatizaciones y convertirlos en canales de propaganda oficial. ¿Qué opina de esa situación?
Bueno, cuando los gobiernos se apoderan de los medios es siempre algo lamentable, porque estos tendrían que ser independientes del empresariado y del poder gubernamental. Pero no hay que soslayar que el problema histórico de los medios en América Latina es que han estado en manos de capital privado monopólico, y se convirtieron en fuerzas reaccionarias, algo muy peligroso para la democracia.
-¿Y no considera el control del Estado sobre los medios igual de peligroso?
Bueno, todo depende de cuán democrático sea el Estado. Si el Estado no es democrático, los medios públicos no son beneficiosos. Hay sociedades cuyos medios públicos, como sucede en Inglaterra con la BBC, son independientes, quizás no completamente, pero bastante, y su contenido es confiable, más allá de que se han deteriorado mucho después de Margaret Thatcher. Pero tenemos que pensar que no todo se reduce a medios estatales y corporativos. Tenemos que trabajar para que puedan estar a cargo de organizaciones populares y movimientos sociales también.
-Pasemos ahora a los Estados Unidos. Pese a que lo prefería por sobre los candidatos republicanos, tanto en las elecciones del 2008 como en 2012, usted nunca fue un gran admirador del presidente Barack Obama. ¿Cuál es el balance que usted realiza de su gestión hasta el momento?
Francamente nunca esperé demasiado de él y mi balance es que se comportó más o menos como esperaba, que es como un republicano moderado del pasado, pero la cosa que más me sorprende de su gestión es el ataque a las libertades civiles. En ese aspecto, fue mucho más lejos de lo que podía anticipar
Y honestamente no entiendo por qué lo hace. Me parece algo gratuito, no gana nada políticamente con eso. Lo que se supo recientemente del Departamento de Justicia espiando a los periodistas de The Associated Press durante dos meses es escandaloso. Y hay muchos casos similares. Ha socavado los principios básicos de la democracia.
-El gobierno de los Estados Unidos se defendió de esa acusación de espionaje argumentando que se trataba de un asunto de seguridad nacional, utilizando la misma explicación a la que recurrió George W. Bush para justificar casos de intromisión tras los ataques a las Torres Gemelas. ¿Cree que en ese sentido Obama no es mejor que su predecesor?
Bueno, compararlo con George W. Bush no es poner la vara demasiado alta… Pero es muy parecido, y eso es lo sorprendente.
Por ejemplo, está el concepto de presunción de inocencia, que se remonta a 800 años atrás. Una persona es inocente hasta que es encontrada culpable, ya sea por manejar muy rápido o en el caso de estar siendo juzgado por un tribunal militar.
Y eso está siendo desmantelado. La idea de retener personas indefinidamente durante años, como sucede en la cárcel de Guantánamo, proviene de los Estados fascistas. Y la gente que está ahí se está muriendo sin ser acusada de nada. Lo mismo con el programa de ataques con aviones no tripulados (drones), que son una herramienta terrorista. Y la gente que están matando con los drones, son sospechosos, gente que no ha sido encontrada culpable de nada. Es indignante que un gobierno que se considera progresista haga eso.
-Si bien fue una promesa incumplida durante su primer gobierno, Obama volvió a manifestar su intención de cerrar Guantánamo hace algunas semanas. ¿Piensa que lo podrá llevar a cabo?
Diría que por el momento no.
-¿Y el resto de su agenda para este segundo mandato, como la reforma migratoria?
Considerando la situación política en los Estados Unidos, sinceramente no creo que pueda tener mucho éxito impulsando legislaciones “progresistas”. De todas formas hay varias cosas que pueden destacarse, algunas de las cosas que hizo están bien. La reforma de la salud, por ejemplo, que es algo muy bueno.
Es una conquista de todas las sociedades industrializadas desde hace décadas, la obligación de los empleadores de proveer a sus trabajadores de cobertura médica, pero era algo que increíblemente los Estados Unidos no tenía, y es un paso adelante muy importante.
Pero eso tampoco nos puede hacer olvidar muchas de sus otras decisiones. Recordemos que lo primero que tuvo que hacer Obama cuando asumió en el 2009 fue lidiar con la crisis económica causada por los banqueros, que resultó en el colapso total del mercado inmobiliario, primero en los EEUU y luego de manera global, y dejando a centenares de miles de personas que no podían pagar sus hipotecas en la calle.
Y la solución que propuso el Congreso fue rescatar tanto a los perpetradores de la crisis, a los bancos, como a los que habían sido perjudicados, los ciudadanos.
Pero solo la primera legislación fue implementada. Y era obvio desde el comienzo que iba a pasar, ya que Obama eligió como asesores económicos en puestos claves a personas responsables de la crisis, y dejó de lado para formar parte de su gabinete a personas que habían sido muy críticas del sistema financiero, como Paul Krugman, un ganador del Nobel nada menos.
-¿Cómo ve la economía de los Estados Unidos en este momento?
Bueno, la economía se está recuperando lentamente, pero 20 millones de personas todavía siguen sin empleo, y millones más dejaron de buscar trabajo.
La pobreza también aumentó. Y mientras esto sucede, las ganancias de las corporaciones alcanzan cifras récords, y los grandes bancos son más ricos de lo que alguna vez fueron. Quiero decir, en comparación con Europa, la Reserva Federal de los Estados Unidos, nuestro Banco Central, es bastante sensato, pero eso es porque las medidas que han tomado otros países que sufrieron crisis económicas recientemente han sido increíbles.
La economía europea se está enterrando a sí misma. Los programas de austeridad, que están formulados de una manera que perjudican a los más pobres, solo funcionan en Alemania, que tiene una bajísima inversión pública. Los planes de recortes socavan la posibilidad de crecimiento, aumentan la deuda y destruyen la sociedad.
-¿Y piensa que Europa va a continuar aferrándose a su plan de austeridad o que habrá un viraje en la política económica en el corto plazo?
Creo que ya se está moviendo hacia la promoción de estímulos. El Banco Central Europeo y el FMI están otorgando prórrogas a los países para ajustar sus déficits y recomiendan medidas de inversión, pese a que esto genera las críticas del Bundesbank (el Banco Central de Alemia), que exige más reformas.
-¿Por qué cree que no se han tenido en cuenta recetas heterodoxas para salir de la crisis?
Bueno, hay muchas economías en la eurozona que no pueden tomar estas decisiones por sí mismas. Por supuesto que la situación en cada país es diferente y lo que funcionó para uno puede que no sirva para el otro, pero un gobierno no puede resolver sus problemas si se le coloca un chaleco de fuerza. Y la verdad es que generalmente cuando los países se han sacado esos chalecos de fuerza, los resultados han sido positivos.
Argentina es un gran ejemplo. Cuando reestructuró la deuda que mantenía con el FMI, las predicciones eran que la economía se destruiría en unos meses y eso no sucedió. Lo mismo con Islandia, que no siguió las recomendaciones del FMI y siguió una vía alternativa, muy exitosa.
-Para culminar, le quisiera preguntar justamente sobre un movimiento social del que usted fue uno de sus mayores defensores como Occupy Wall Street. ¿Cree que era inevitable que perdiera fuerza y se disgregara?
Bueno, la ocupación en Occupy Wall Street, que era lo que captaba la atención de la prensa, era una táctica, y las tácticas no pueden desarrollarse indefinidamente. Pero el movimiento no se ha disuelto, es más, se ha extendido y se organizan constantemente debates en distintos barrios y ciudades de los Estados Unidos.
El objetivo de Occupy Wall Street era colocar en la agenda nacional las prácticas negativas de la industria financiera, y en ese sentido fue exitoso. Si bien al igual que los indignados en España y Grecia no consiguieron el cambio que promovían, y no continúan en las primeras planas de los diarios, su lucha continúa.
Fuente: Infobae