Hay una tendencia a generalizar y hablar del gusto masculino en la cama como si se tratara de un animal suelto en la selva. Ellos son más explícitos, son visuales, les excitan las imágenes pornográficas y aceptan encantados piruetas y posturas nuevas, pero desean más
Los hombres no son seres humanos con un anhelo sexual biológico sordo y egoísta. Cierto es que su excitación es más visible y traicionera, y cualquier provocación es, a veces, suficiente para que una erección haga su presencia. Por supuesto que el sexo ocupa mucho de su tiempo mental, pero los puntos sensibles de tu pareja a la hora del sexo, van mucho más allá.
Sedúcelo des-pa-ci-to
Ser el «macho» que seduce activamente y del que se espera un buen desempeño en toda ocasión es una carga pesada para tu esposo. Si tú también tomas la iniciativa y la continúas hasta llevarlo al clímax, sin perder la feminidad y la suavidad de una mujer que sabe lo que hace, le harás disfrutar indeciblemente.
Hazle masajes con aceite de bebé que lo harán ronronear de placer y estimularán su excitación en muchos niveles. Sentirse acariciado, mimado y deseado lo volverá loco de placer. Regálale suaves caricias masajeando con las manos, con los pechos o utilizando algún juguete íntimo. Evita el contacto directo con su genitalia. Juega con eso: llegar cerca, rozar levemente, sugerir, pero retardar el momento le hará estremecerse.
No olvides sus puntos sensibles como el cuello, los lóbulos de las orejas, los pezones, y la zona perianal, aunque esto último hay que manejarlo con cuidado, porque puede no gustarle.
No tengas miedo o vergüenza a la hora de hablar en la cama. Susurros, halagos, y comentarios picantes y eróticos en su oído harán que se sienta el hombre más deseado y que realmente lo sea, porque seguramente tú vas a excitarte también y eso es un afrodisíaco muy poderoso.
El sexo oral
Es un clásico, pero es un hecho: le encantará. Para tu compañero, sentir que la mujer que desea está entre sus piernas es una imagen impresionantemente seductora, por eso, procura mirar sus ojos directamente cuando se lo estés practicando y dile con la mirada cuánto gozas haciéndolo, dentro de los límites de la intimidad de la pareja, cuanto más «perra», mejor.
Quizá tu pareja quiera devolverte la galantería y desee practicarte a ti sexo oral. Saborearte y sentirte es un placer para él tan grande como para ti.
La complacencia mutua
La escena de una mujer acariciándose envuelta en deseo, fijando sus ojos en su amante, llamándolo a su lado, es una imagen recurrente en el repertorio de las fantasías de un hombre. Del tuyo también. Difícil de resistir, probablemente tu esposo entre en el juego y se acaricie a su vez. Se puede continuar de dos formas distintas, seguir cada uno con su autocomplacencia mientras observa al otro o complacer al otro hasta llevarlo al clímax. También puede ser un juego previo antes de pasar a la relación sexual plena. Cualquiera de estas posibilidades encierra un placer físico inmenso y emocional intensísimo. Recuerda que para tu compañero, verte gozar es uno de los máximos placeres.
El sexo anal
Otra de las fantasías recurrentes de muchos hombres. El sexo anal implica una entrega que entra en los borrosos límites de las prácticas suaves del sadomasoquismo porque no está exento de cierto dolor y bastante sumisión. Si ambos están preparados para incursionar en esta aventura, adelante. Puedes practicar la seducción activa de la que hablábamos al principio para dejar, después, que él tome el mando y practique este tipo de sexo. Alternar la sumisión y la dominación es una carta ganadora.
Pregúntale a tu pareja si desea que explores su área peri-anal, si ambos sienten la confianza suficiente para explorar, tocar y hacer, eso no los asustará, muy al contrario, quedarán fascinados.
La complicidad
Lo que tu hombre ama por encima de todas las cosas es una mujer cómplice. Cómplice de sus deseos, de sus gozos, de sus sentimientos. Una compañera libre de disfrutar la sexualidad sin complejos. Busca la mirada, la conexión, saber que gozas, disfrutas y amas.
Un último consejo, nunca pierdas el contacto con su mirada. Al final, un hombre, también desea el alma de su mujer cuando la posee y le hace el amor.
IPP
Fuente: parejas.about.com