Muchas mujeres siguen retrasando la edad de la primera maternidad, creyendo que aún están en edad de tener hijos. Para evitarte sorpresas, dos expertos aclaran tus dudas y plantean alternativas.
Delgada, melena rubia, sonrisa perfecta, Begoña tiene 40 años pero nadie le echaría más de 35. “Siempre me he cuidado: voy al gimnasio, como sano, no fumo…”, cuenta esta ejecutiva de ventas de una compañía de seguros. Por eso, cuando ella y Julián, su marido, decidieron ir a por el niño, pensó que no tardaría en quedarse embarazada. “Estaba convencida de que, si tienes un aspecto joven, también eres joven por dentro”. Tres ciclos de fertilización in vitro fallidos le hicieron comprender que un aspecto juvenil puede ser engañoso en lo tocante a la fertilidad. “Por mucho que los 40 sean los nuevos 30, tus ovarios no lo saben”, comenta con un amago de sonrisa.
El dr. Roque Devesa, responsable de la Unidad de Reproducción del Hospital Quirón-Equipo Ron de A Coruña, ve a muchas mujeres como Begoña en su consulta. “Cada año acuden más mujeres mayores de 35 años, una edad en la que el número y la calidad de los óvulos se ha reducido notablemente –explica–. A los 37 años, apenas permanecen entre 10.000 y 40.000 de los dos millones de óvulos con los que nace la mujer y la mayoría perecerán antes de ser liberados. Aunque la “ventana” de fertilidad de cada mujer es diferente –hay casos excepcionales de mujeres que han concebido de forma natural a los 50 años–, cuando una mujer cumple los 40 las probabilidades de concebir un hijo son, más o menos, del 5%.
¿Cuál es entonces la edad más favorable para concebir un hijo? “Los 25 años”, responde el especialista, que explica que a menudo resulta difícil hacer comprender a mujeres que ya rondan los 40, que su tiempo para concebir un hijo de manera natural puede haberse extinguido. “Se olvidan de que, en cuestiones de reproducción, el reloj biológico sigue siendo el mismo que hace milenios”, señala. El especialista nos cuenta cómo hace un par de días llegó a su consulta una mujer de 41 años, sorprendida porque acababa de tener un aborto. “Yo le dije que, a esa edad, es más probable un aborto que un embarazo sin problemas. De hecho, muchos ocurren sin que la mujer se entere, porque son de pocos días”.
¿Qué se puede hacer?
“Trabajamos con un alto porcentaje de mujeres con pocas expectativas de gestación . De ahí que recurramos cada vez más a óvulos de donante, en la mayoría de casos para mujeres de 35-40 años con las que han fracasado otras técnicas”, interviene el dr. Koldo Carbonero, jefe de Ginecología, Obstetricia y Reproducción Asistida del Hospital Quirón Donostia (San Sebastián). Pero no solo influyen las circunstancias de la mujer actual. Las de los hombres también son diferentes. “Desde hace 40 años, la concentración de espermatozoides ha ido disminuyendo drásticamente, como consecuencia de cambios en el entorno y el estilo de vida. Hace 30 años, era normal un recuento de 45 millones de espermatozoides por mililitro. Hoy se considera normal 15 millones por mililitro. Si a un bajo recuento de espermatozoides asociamos una mujer que accede tarde a la maternidad, ya tenemos el escenario de la infertilidad al completo”, explica el dr. Carbonero.
Óvulos más jóvenes
“No es factible cambiar el esquema social, en el que la mujer retrasa la maternidad hasta que sus circunstancias laborales o personales lo permiten”, comenta el dr. Devesa, mientras el dr. Carbonero asiente. “Lo que sí debemos hacer es comunicar mejor la concepción. Llevamos décadas hablando de la contracepción, pero hay que explicar que la fertilidad está en relación directa con la edad de los óvulos. Dicho de otro modo: un embrión procedente de un óvulo joven tiene muchas probabilidades de acabar en embarazo. De ahí las tasas de éxito que se consiguen con la donación de óvulos en mujeres mayores de 40 años, porque los embriones provienen de óvulos de mujeres más jóvenes. Eso explica también por qué mujeres jóvenes que planifican la maternidad para más tarde optan en la actualidad por la vitrificación de sus propios óvulos”, comenta el dr. Devesa. Por eso, Begoña y su marido se plantean ahora recurrir a óvulos de donante y se declaran esperanzados, con razón: “Según la edad, tenemos entre un 25% y un 40% de éxitos con un óvulo propio, y un 60% de éxitos con óvulo de donante”, aclara el dr. Carbonero.
Se calcula que un millón de parejas tienen problemas de fertilidad en España, independientemente de la edad. El 50% recurren a tratamientos de reproducción asistida con la esperanza de conseguir descendencia y más del 70% lo consiguen. “Ha habido mejoras cruciales en las condiciones de laboratorio, desde los medios de cultivo a la pureza del aire, pasando por los catéteres, las superficies de trabajo calefactadas que simulan la temperatura del embrión en el interior del útero… De este modo conseguimos más y mejores embriones para luego realizar la inseminación artificial o la fecundación in vitro. Los extraemos mediante punción transvaginal y, una hora y media después, la mujer ya puede estar en su casa”, explica el dr. Carbonero.
En cuanto a los fármacos estimuladores de la ovulación, los especialistas hablan de un cambio de enfoque. “Empleamos dos tipos de hormonas folículo-estimulantes: de extracción urinaria purificadas y recombinantes, ambas con eficacia y seguridad similares. Hoy, la tendencia es estimular menos, con una dosificación menor, muy precisa. Y hay que tener en cuenta que, con menos estimulación, siempre hay menos efectos secundarios para la paciente. Otro avance es la simplificación en la administración: la mujer puede administrarse la medicación con un autoinyectable que es como un bolígrafo y que puede llevar en el bolso”, aclara el dr. Devesa.
Pero el embarazo es cosa de dos y, además de un buen óvulo, hace falta un buen espermatozoide para conseguir un embrión viable. “En la actualidad, en el 40% de los casos de infertilidad, el problema está en el hombre; en otro 40%, la causa es femenina; en un 10% se encuentra una posible causa en los dos y en el 10% restante, no conseguimos detectar ninguna causa”, señala el dr. Devesa.
Cuestión de emociones
Afortunadamente, nuevas formas de obtención de espermatozoides permiten tener descendencia a hombres incluso con “recuento cero”. “En estos casos, recurrimos a la punción o biopsia testicular que permite obtenerlos directamente del testículo, para luego utilizar la técnica ICSI (inyección intracitoplásmica de espermatozoides) por la que se inyecta un espermatozoide en cada óvulo.
La tasa de fertilización mediante esta técnica con ovocitos jóvenes, puede ser mayor del 90%, muy superior que la de un hombre joven, por medios naturales”, asegura el dr. Devesa. “La elección del embrión es crucial –interviene el dr. Carbonero–. Antes lo elegías por su morfología, por lo que observabas al mirar en el microscopio. Ahora lo hacemos en función de cómo evoluciona. Eso es posible gracias a incubadoras con cámaras que toman secuencias de fotos, con infrarrojos y con muy poca luz, y en intervalos de minutos. Tú ves la evolución de los embriones como en una película, lo cual te permite elegir el que más probabilidades tiene de implantarse. Incluso puedes ver esa evolución desde el ordenador de casa”.
En la actualidad, la ley de reproducción asistida limita a tres los embriones que se pueden implantar, pero el objetivo a medio plazo es que solo sean dos o uno. “Es un objetivo importante, porque los embarazos múltiples son un riesgo, tanto para la madre como para los bebés y la salud presente y futura de estos”, comenta el dr. Devesa.
Ambos especialistas convienen en que el mayor coste de la reproducción asistida para las parejas son los problemas emocionales que conlleva el proceso. “Acuden a nosotros con miedo al fracaso y, a menudo, con la carga de tabú que sigue teniendo la infertilidad, que hace que muchas parejas al final se aíslen socialmente”.
Amelia, periodista de 39 años y madre desde hace seis meses, está de acuerdo: “Lo más duro es afrontar la incertidumbre a lo largo del proceso. En ningún momento sabes si llegarás a conseguir tu objetivo, y cada intento fallido es un drama. Por otro lado, está la locura de los falsos síntomas, puesto que los del embarazo y los de la propia medicación hormonal son muy similares: te suben y bajan como si estuvieras en una montaña rusa. Aunque para muchas parejas, estos tratamientos son una prueba, en nuestro caso hemos salido reforzados. ¡Imagino que el nacimiento de Diego ha tenido algo que ver! Por supuesto, el apoyo de los psicólogos fue crucial para soportar el proceso”.
“Los psicólogos son de enorme valor –ratifica Carbonero–. Explican a la pareja temas técnicos, el miedo al fracaso, la angustia, la incertidumbre… Su apoyo no solo les descarga de culpabilidad y angustia, sino que mejora la adherencia, porque las parejas sobrellevan mejor el proceso”.
“A menudo olvidamos que una de los mayores deseos humanos es el de la reproducción. Cuando uno tiene hijos tempranamente, no ha tenido tiempo de experimentar ese deseo. Sin embargo, cuando cumples años y ves que ese hijo deseado no viene, se manifiesta claramente. Afortunadamente, tenemos muchas soluciones para la gran mayoría de parejas. Dicho esto, si no les informamos con claridad, no estaremos haciendo bien nuestro trabajo. Y por otro lado, si no consideramos a las personas en su integridad física y psicológica, no estaremos abordando bien el problema”, concluye el dr. Devesa.
Vitrificación: óvulos de hoy para mañana
Esta técnica permite conservar óvulos obtenidos en el mejor momento de fertilidad de la mujer (hasta los 35 años, aproximadamente) para su uso posterior, asegurando una buena calidad ovocitaria para tratar de conseguir una gestación futura.
Al contrario que en la congelación, método en el que se formaban cristales de hielo que dañaban los óvulos, en la vitrificación se protegen primero con sustancias que los deshidratan y luego se criopreservan, bajando rápidamente la temperatura. Eso evita que se formen cristales y se mantiene su integridad. Los óvulos vitrificados pueden guardarse durante largo tiempo en los bancos criogénicos a muy baja temperatura (-196º C). La posterior desvitrificación permite que las tasas de supervivencia sean prácticamente del 100% y las tasas de gestación sean comparables a las que se consiguen con ovocitos o embriones frescos.
Esta técnica abre la puerta de la maternidad no solo a mujeres con antecedentes familiares de fallo ovárico precoz, baja respuesta o hiper-estimulación ovárica, sino también a mujeres jóvenes que quieran posponer su maternidad y a pacientes de oncología que deben someterse a un tratamiento de quimio o radioterapia, entre otros.
Fuente: Mujerhoy