Los desafíos económicos que heredará quien gane el domingo las elecciones presidenciales en Venezuela abren una incógnita sobre la capacidad real del país para sostener la estrategia política con la que Hugo Chávez forjó alianzas, a contrapelo de Washington: la “petrodiplomacia”.
El presidente “encargado” de Venezuela y candidato oficialista Nicolás Maduro, promete honrar los acuerdos de cooperación energética que firmó Chávez con varios países de América Latina, como Cuba, Argentina, Nicaragua, Uruguay, Brasil, Ecuador y Bolivia, y socios no tradicionales como Rusia y China.
El opositor Henrique Capriles, de su lado, afirma que parte del “cambio” que propone a los venezolanos está en la política petrolera: “Se va a acabar la regaladera”, afirmó la noche del jueves en Barquisimeto (noroeste), en el cierre de su campaña electoral.
Orden en casa
Pero gane quien gane, según analistas, las urgencias de una economía con la mayor inflación latinoamericana según datos oficiales (20,1% en 2012), una industria deprimida, ciclos de escasez y una deuda pública que supera el 50% del PIB, lo llevarán a revisar el manejo de los recursos de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), caja grande y chica del Estado venezolano para el que representa más de 90% de los ingresos.
“Venezuela tiene una situación difícil. Más allá de que es loable que se use el petróleo como palanca para impulsar la integración, se impone la necesidad de poner orden en la casa”, dijo a la AFP el analista Rafael Quiroz, ex directivo de Pdvsa.
Con los precios del petróleo por las nubes durante gran parte de los 14 años que gobernó, Chávez construyó alianzas, desafiando la hegemonía de Estados Unidos, y puso a Venezuela, primer productor de petróleo sudamericano y quinto del mundo, en el mapa geopolítico regional.
De Pdvsa ha salido el financiamiento de los programas de desarrollo social de Chávez -174.154 millones de dólares entre 1999 y 2012- y el petróleo que vende en condición de pago preferencial en el marco de Petrocaribe y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), pero las inversiones en el sector bajaron.
“La bonanza petrolera no es eterna, aumenta el consumo y ha menguado la capacidad de refinación”, advierte Quiroz. La producción está estancada en tres millones de barriles diarios según el gobierno -según la OPEP bajó a 2,3 mbd-, y los precios en alrededor de los 100 dólares el barril.
Hace un mes, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) auguró “desafíos abrumadores” al sucesor de Chávez para conjugar la necesidad de recuperar el sector petrolero y seguir financiando los programas sociales, en tanto que vaticinó cambios en la “petrodiplomacia”.
El ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, afirmó recientemente que la política petrolera no cambiará. “Estamos seguros de la continuidad de nuestro proceso bolivariano”, afirmó.
El eterno chorrito negro
Algunos países de Latinoamérica ya olfatean que puede haber una revisión de la diplomacia petrolera en la era post-Chávez, según analistas consultados por la AFP.
Para Cuba, a donde Venezuela envía 100.000 barriles diarios a cambio de servicios, “la muerte de Chávez y el deterioro de la economía venezolana representan riesgos graves”, según el economista cubano Carmelo Mesa-Lago.
Aunque prometa seguir oxigenando a Cuba de ganar el domingo, Maduro tendrá “una peliaguda” decisión: reinvertir en la industria petrolera para fortalecer la economía, mantener las costosas misiones sociales que le dan apoyo político, y continuar la ayuda a Cuba, dijo Mesa-Lago. Es “imposible conseguir los tres objetivos y alguno tendrá que ser sacrificado”, agregó.
“Con la combinación de desafíos internos en materia de inversión y abastecimiento, y un liderazgo disminuido a nivel del Ejecutivo, aún si hubiese continuidad de la administración actual, es prudente anticipar cambios en la política de financiamiento hacia Nicaragua”, coincidió el nicaragüense Mario Arana, ex ministro de Hacienda y ex presidente del Banco Central.
Venezuela, con las mayores reservas de crudo del mundo, tiene decenas de acuerdos en materia energética con países de Sudamérica. El pasado miércoles en Buenos Aires el canciller venezolano, Elías Jaua, anunció que su país ayudará a Argentina a reactivar una refinería de la petrolera estatal YPF afectada por torrenciales lluvias la semana pasada.
“Estimamos que habrá continuidad en la política petrolera más que cambios (…). Argentina no es lo mismo que Cuba, que paga el petróleo a menor precio, Argentina paga precio de mercado”, declaró el politólogo Diego di Risio, del no gubernamental Observatorio Petrolero Sur, integrante de la internacional Oliwatch.
Capriles dijo estar averiguando sobre los convenios con Argentina. “Nada es gratis. Tenemos demasiados problemas para financiar proyectos políticos de otros países”, afirmó.
Jaua viajó a Brasil y Argentina para intensificar las relaciones en el marco de una mayor integración regional, en vista de que Venezuela asumirá por primera vez la presidencia pro témpore del Mercosur, en junio.
Pero para Quiroz, es el momento de hacer algo por cambiar la dependencia del petróleo, que “rige la vida del venezolano” y su relación internacional. “Todo empieza y termina en un barril de petróleo”, lamentó.
Fuente: Agencias